Aquí hay algo que debe despertarme. Vale la pena vivir para esto. Ser entendido es algo noble en sí mismo: en este lugar se refiere a un entendimiento divino que únicamente el propio Señor puede otorgar.
¡Oh, conocerme a mí mismo, y a mi Dios y a mi Salvador! ¡Que sea enseñado divinamente de tal manera, que pueda llevar a la práctica la verdad celestial y vivir a la luz de ella! ¿Vivo una vida sabia? ¿Estoy buscando lo que debo buscar? ¿Vivo como habría deseado vivir a la hora de mi muerte? Únicamente una sabiduría tal puede garantizarme un resplandor eterno como aquellos cielos iluminados por el sol.
Ser un ganador de almas es un glorioso logro. Tengo necesidad de ser sabio si he llevar a alguien a la justicia; mucho más todavía si he de llevar a muchos. ¡Oh, he de tener el conocimiento de Dios, de los hombres, de la Palabra y de Cristo, que me habilitará para convertir a mis semejantes, y convertir a un gran número de ellos! Quiero entregarme a esto, y no descansar nunca hasta haberlo logrado. Esto será mejor que ganar estrellas en la corte. Esto me convertirá en una estrella, en una estrella resplandeciente, en una estrella que resplandece por siempre y para siempre; sí, más que eso, me hará resplandecer como muchas estrellas. ¡Alma mía, despiértate¡ ¡Señor, vivifícame!