
Si eres padre o madre de niños pequeños, seguramente has escuchado estos comentarios bien intencionados. Yo también los he oído. Y aunque agradeces el privilegio de ser padre, probablemente también estás asimilando la gran cantidad de cambios que esta etapa ha traído a tu vida.
Uno de esos cambios es tu compromiso con la iglesia local.
Es una historia común: antes de tener hijos, tu iglesia era una comunidad que te revitalizaba. Servías con regularidad. Los viajes misioneros y los eventos de fin de semana siempre estaban sobre la mesa. Podías llegar temprano al servicio y ser de los últimos en irte. ¿Ahora? Llegas justo para el culto y te vas al terminar (si es que logras llegar). Has hecho una pausa en tu servicio, y ahora, por un tiempo, deseas que sean otros quienes te sirvan a ti.
¿Cómo seguimos a Jesús como parte de Su pueblo en una temporada tan hermosa como desorientadora? Como padre de cuatro niños pequeños, entiendo bien las dinámicas que esto implica. Como pastor que ve cada semana a su esposa, una verdadera heroína, llevar sola a nuestros cuatro hijos a la iglesia, estoy profundamente involucrado en este asunto.
Quizás ha llegado el momento de ajustar tu meta y enfocar toda tu energía en una sola práctica: simplemente, llegar a la iglesia.
Haz que tu objetivo sea asistir a la reunión dominical. Así de sencillo. ¿Llegas tarde? Bien. ¿Tarde todos los domingos? Yo lo llamo constancia. Tal vez pases más tiempo meciendo a tu bebé en el pasillo que sentado durante el servicio. A veces se sentirá torpe, incluso sin sentido. Está bien. Tienes permiso para vivirlo así. Pero domingo tras domingo, persevera en la sencilla disciplina de estar presente en la reunión de tu iglesia.
Estas son cuatro razones por las que esta inversión dará fruto.
1. Recargar tu alma pasa a ser la prioridad
Reunirte con tu iglesia local en el Día del Señor te brinda un descanso que ni dormir hasta tarde ni preparar un brunch pueden ofrecer. Hay algo misterioso y milagroso en sentarse bajo la predicación de la Palabra y cantar junto al pueblo de Dios. Es una experiencia que produce en nosotros una renovación que nada más puede lograr. Así lo ha dispuesto Dios en Su bondad. Tú lo necesitas, y tu hijo también.
Tu vitalidad espiritual puede ser el mayor regalo para el crecimiento espiritual de tu hijo
Tu vitalidad espiritual puede ser el mayor regalo para el crecimiento espiritual de tu hijo. Ya conocemos el dicho: más se transmite por contagio que por enseñanza directa. Mostremos entonces a nuestros hijos la versión más llena, nutrida y viva de nuestra fe. Aunque te cueste mantener tu plan diario de lectura bíblica, puedes integrarte al ritmo semanal de lectura, enseñanza y adoración de tu iglesia.
2. Recibirás todos los beneficios de una comunidad
Nunca olvidaré cuando nació nuestro primer hijo y los hermanos de nuestra iglesia organizaron una cadena de comidas, nos trajeron ropa de bebé y nos regalaron artículos usados. Fue una forma tangible de recordarnos que no estábamos solos. También recibimos un regalo intangible pero invaluable: la perspectiva. Un abuelo con experiencia nos recordó cuán fugaz es esta etapa. Padres con hijos adolescentes compartieron los desafíos que enfrentaron cuando sus hijos eran pequeños.
Si has comenzado a asistir a una iglesia nueva o estás en busca de una, quizás sientas que estos beneficios son privilegios reservados para unos pocos bien integrados. Pero te animo a abrirte y permitir que tu iglesia local se convierta en tu comunidad de apoyo. Da el paso. ¿Escuchaste el anuncio sobre el almuerzo para nuevos visitantes? Ve (al fin y al cabo, ¡es comida gratis!). Comparte tu deseo de conectarte. Habla con sinceridad sobre cómo estás navegando la paternidad. Empieza a presentarte y date la oportunidad de recibir el acompañamiento y la comunión que la iglesia quiere ofrecerte.
3. Estás haciendo una inversión eterna en tu hijo
Según un estudio de Barna, las creencias espirituales suelen formarse antes de los doce años. Si esto es así, el acompañamiento de una iglesia local resulta fundamental para que las familias no tengan que recorrer solas el camino de la formación bíblica y espiritual de sus hijos.
El acompañamiento de una iglesia local resulta fundamental para que las familias no tengan que recorrer solas el camino de la formación bíblica y espiritual de sus hijos
Los hábitos espirituales en el hogar son indispensables. Pero piensa en todo lo que una iglesia puede aportar: amistades piadosas, mentores, lecciones bíblicas y momentos de profundo significado espiritual. Un niño estará mucho mejor nutrido y equipado en una comunidad espiritual que solo dentro del entorno familiar. Además, estarás entrenando su memoria muscular: cuando ese niño sea adulto, quizás piense: Vamos a la iglesia porque mamá (o papá) siempre nos llevaban.
4. Estás discipulando a otros con tu ejemplo
Llegar a la iglesia veinte minutos tarde, después de dejar a tu hijo en su salón, no es un fracaso: es un testimonio. Te presentaste. Estás animando a otros padres de niños pequeños a seguir reuniéndose fielmente para adorar. Estás mostrando a solteros y universitarios una imagen hermosa de lo que puede ser la vida familiar. Estás alentando a padres con el nido vacío y a adultos mayores a permanecer comprometidos con la iglesia, sin importar la etapa en la que se encuentren.
Con tu presencia, estás contribuyendo a una mejor cultura eclesial. Tal vez por ahora no puedas servir en el ministerio universitario, pero estás allanando el camino para convertirte en un mentor para esos mismos estudiantes cuando ellos formen sus propias familias.
Nueva etapa en la carrera
Cuando atravesamos nuevas etapas de la vida, es común querer refugiarnos en la familiaridad y comodidad del pasado. Es algo natural. Podemos lamentar lo que se ha perdido, y al mismo tiempo abrazar con todo el corazón los dones y desafíos de la paternidad cristiana.
También somos llamados a trazar una línea en el suelo y decir: «Soy libre de lo que fui. He dejado atrás lo que quedó atrás, y avanzo hacia la nueva y hermosa etapa a la que Dios me ha llamado». El Señor no desprecia los pequeños comienzos (Zac 4:10).
Estás en una nueva etapa de tu carrera. Así que corre, camina o incluso gatea cuando sea necesario, pero llega a la iglesia. Porque con el paso del tiempo, tu iglesia te ayudará a ti y a tu hijo a ser más como Cristo.