Creo que los evangélicos, los que están trabajando los aprestos políticos con mayor intensidad, deberían plantearse la formación de un foro político serio y bien enfocado. Estoy hablando de un foro político de análisis donde se ventilen los grandes y graves problemas políticos, y se elaboren y generen respuestas atendibles, respuestas serias, consensuadas y vistas desde un criterio evangélico de peso.
Estoy hablando de un foro de consulta, que contribuya a la visualización y crítica de la realidad, un foro de propuestas, de formación y enfoque político que sirva de espacio de discusión y análisis para enriquecer la participación política de los evangélicos.
No estoy hablando de un foro para que sirva de excusa complaciente y de pantalla de momento, estoy hablando de un seminario (de semillero) de ideas, de perspectivas sociales y políticas que ayuden a nuestros candidatos, a los ciudadanos preocupados y con inquietudes políticas, a manejarse con pertinencia, con credibilidad y con el debido desenvolvimiento para crecer en su vocación y llamado.
Me preocupa que nos convirtamos una vez más en coristas de segunda fila de esta comparsa ruidosa y sin propuestas apropiadas que constituye el quehacer político nuestro. Me niego como evangélico a que seamos la parte folclórica y divertida de esta jornada política que tenemos ante nosotros.
Digo esto, no por pesimismo, sino porque estoy escuchando muchas cosas que no me cuadran con la realidad que tenemos en perspectiva. Si yo estoy equivocado, a mí también, desde el foro que propongo, podrían ayudarme a reflexionar.
Me refiero a un foro que ayude, que contribuya a la realización de acciones cívicas y ciudadanas que comiencen a darle otro perfil a la selva política en la que vivimos. Una vez más digo, sin una reflexión bíblica y teológica sobre la realidad política, y de nuestras posibilidades como evangélicos de impulsar cambios verdaderos, nuestra participación en la política será más de lo mismo.
Para que esto se produzca, para que tengamos un foro, un espacio de reflexión y análisis hace falta voluntad, liderazgo y una seria preocupación evangélica y patriótica por la situación histórica que nos interpela y reclama a gritos una voz profética que le dé perfil y una representación bien articulada y oportuna a toda la comunidad protestante.
Tenemos las instituciones indicadas, tenemos el fervor por la participación política, tenemos los profesionales y analistas capaces, tenemos los medios, tenemos el favor y la gracia de Dios, tenemos la oración y la sabiduría del cielo, tenemos un contexto y el momento favorable para hacerlo.
Si no hacemos esto nos quedaremos con lo que hasta ahora hemos presentado: un ruido politiquero que al único que favorece es a un sistema que ha degradado la política y la vida a los más escandalosos niveles y del que simplemente unos hermanos apasionados están dispuestos a participar para con su presencia continuar dándolo mantenimiento a lo mismo.