
Una de las armas más poderosas que el enemigo ha usado contra la Iglesia es la división. Donde hay división, hay confusión; y donde hay confusión, el enemigo encuentra terreno fértil para establecerse legalmente. Si el pueblo de Dios no sabe trabajar en unidad, es porque no ha sido debidamente enseñado ni ha comprendido el peso espiritual de su desunión. Juan 17-23
Cada vez que actuamos en desobediencia, no solo quebrantamos el corazón de Dios, sino que también cedemos autoridad legal al enemigo sobre las almas que deberían ser libres. La desobediencia colectiva abre puertas espirituales que afectan no solo a individuos, sino a comunidades enteras. La falta de unidad obstaculiza el acceso del Espíritu Santo a las vidas que Él anhela transformar.
Dios nos llama a una unidad que va más allá de lo superficial, una unidad que nace del arrepentimiento, la humildad y la obediencia a Su Palabra. Solo cuando nos alineamos en un mismo sentir y propósito, el derecho legal del enemigo se rompe, y el Espíritu Santo puede obrar con poder y sin oposición.
Es tiempo de despertar, de enseñar y de actuar. Porque el destino de muchas almas depende de nuestra obediencia y unidad como Cuerpo de Cristo.Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste.Juan 17:23. Santiago 4-7
Señor, enséñanos a caminar en unidad, a rendir nuestras diferencias y a buscar tu voluntad por encima de todo. Danos discernimiento para reconocer dónde hemos dado lugar al enemigo y valentía para cerrar esas puertas con arrepentimiento y amor fraternal. Que tu Espíritu Santo fluya libremente entre nosotros y a través de nosotros. En el nombre de Jesús.