
«Como Tú, Padre, en mí, y yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste.» —Juan 17:21 «Hipócritas, sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero ¿cómo no distinguís este tiempo?»
Lucas 12-56
La venida de Cristo es el anhelo ardiente de aquellos que amamos Su presencia. Pero mientras aguardamos ese glorioso retorno, hay dos realidades espirituales que no podemos ignorar: conocer el tiempo en que vivimos y caminar en unidad como Su pueblo.
Jesús reprendió a quienes sabían interpretar el clima, pero no discernir los tiempos espirituales. Hoy, ese llamado sigue vigente. Estamos en días donde se necesita más que nunca una iglesia despierta, que discierne las señales proféticas y se prepare activamente, no con temor, sino con propósito.
Esa preparación tiene un pilar fundamental. La unidad. Jesús oró al Padre para que Su Iglesia fuera una, como Él y el Padre son uno. Esta no es solo una oración piadosa, sino una condición espiritual para que el mundo crezca y para que Cristo regrese. No vendrá por una iglesia fragmentada, sino por una novia alineada con Su corazón.
La unidad no se trata sólo de acuerdos humanos o reuniones físicas, sino de una comunión profunda en el Espíritu, en visión, en propósito y en amor. Debemos dejar atrás el miedo a lo nuevo, el apego a lo tradicional cuando impide el avance del Reino, y aprender a discernir el tiempo y colaborar con lo que Dios está haciendo ahora.
Hoy más que nunca, necesitamos reconocer que las nuevas herramientas, los métodos distintos y los tiempos que vivimos, requieren una sensibilidad espiritual activa. No rechacemos lo que Dios ha enviado por miedo o por desconocimiento. El tiempo es corto. La unidad acelera la manifestación de Su gloria.
EL FINAL DEL TIEMPO
No estamos en cualquier época. Estamos en los días donde el Espíritu Santo clama por una iglesia que se alinee con el cielo, que entienda el tiempo del fin y que camine en unidad. Cada día que perdemos en divisiones y temores, es un día más que se retrasa el cumplimiento del propósito eterno.
¡Cristo no vendrá por una iglesia dormida ni dividida, sino por una novia vigilante, unida y discernidora del tiempo!
Señor, despiértate a Tu tiempo. Haznos sensibles a las señales que anuncian tu regreso. Quita de nosotros todo velo de confusión o temor, y danos un corazón humilde para caminar en unidad. Que seamos una iglesia despierta, sin resistencias a Tu mover, lista para recibirte. Une nuestros corazones en Tu verdad, y preparémonos para encontrarnos contigo. En el Poderoso nombre de Jesús.