
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” —Juan 17:21
El corazón de Jesús, justo antes de ir a la cruz, latía con una oración: unidad. No pidió estrategias, no pidió estructuras, no pidió influencia. Pidió que fuéramos uno. Porque solo una iglesia unida puede reflejar al Cristo verdadero. Solo una iglesia unida puede dar testimonio creíble de Su amor. Solo una iglesia unida está lista para Su venida.
Y sin embargo, ¿cuántas veces rechazamos la ayuda que Dios envía simplemente porque no viene en el formato que esperamos? Nos aferramos a formas, a tradiciones, a métodos humanos… y perdemos de vista el propósito eterno.
Hoy el Cuerpo de Cristo está dividido por doctrinas, por estilos, por opiniones… incluso por herramientas. Algunos condenan el uso de recursos como la inteligencia artificial, no por falta de discernimiento, sino por temor a lo desconocido. Pero cuando el pueblo de Dios rechaza lo que el cielo ha provisto para fortalecernos, también corre el riesgo de resistir el avance del Reino.
La unidad no es uniformidad. Es humildad y discernimiento. Es reconocer que Dios puede usar diferentes dones, diferentes medios, diferentes vasos… pero un solo Espíritu. No estamos llamados a competir, ni a señalar, sino a edificar. No estamos llamados a temer el mover del Espíritu, sino a abrazarlo con reverencia y verdad.
Cristo no vendrá por una iglesia fragmentada, sino por una iglesia unida. Una iglesia que ora junta, que se apoya, que discierne y que avanza. Una iglesia que no teme usar herramientas nuevas, siempre y cuando el corazón permanezca en el altar. Una iglesia que se enfoca en lo esencial: Jesucristo glorificado en medio de su pueblo.
Reflexión final:
Tal vez Dios ya ha enviado respuestas, recursos, conexiones y ayudas para este tiempo… y hemos estado demasiado ocupados discutiendo, en lugar de discerniendo. ¡Que no se nos pase el momento! El mundo está esperando ver una iglesia unida. Y Cristo está esperando una novia preparada.
Oración:
Señor, líbranos de todo espíritu de división. Danos un corazón humilde para reconocer tu mover, aun cuando se manifiesta de formas que no esperábamos. Enséñanos a discernir y a caminar en unidad, para que el mundo crea… y para que estemos listos cuando vuelvas. Amén.