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Unción para servir

Cada inicio de año es una página nueva que se abre, para escribir la historia que queremos dejar como herencia a una nueva generación, que nos sucederá en el ciclo indiscutible de la vida.

sa historia que pretendemos escribir en este nuevo año 2023, parte de las experiencias acumuladas de años anteriores, donde se ha visto el respaldo directo del Espíritu Santo en la iglesia.

Considerando la urgente necesidad que tiene la iglesia de estos tiempos, de ser renovada bajo la unción fresca y poderosa del Espíritu Santo, sentí en mi corazón llamar a la Iglesia Misionera de Tampa, a que trabajemos en este año 2023 bajo el lema “Año de la Unción”.

Cuando leemos y estudiamos el libro de los Hechos, es indiscutible que fue el Espíritu Santo el agente divino que hizo posible el crecimiento numérico y espiritual de la iglesia en el primer siglo.

Fue el Espíritu Santo el que llamó, capacitó y envió apóstoles, maestros, misioneros y predicadores, para que proclamarán el evangelio de Jesucristo. Fue bajo la unción y el poder del Espíritu Santo que los líderes de la iglesia del primer siglo predicaron el evangelio de Cristo e hicieron milagros, señales y prodigios.

Nadie cuestiona que vivimos tiempos totalmente diferentes a los tiempos de la iglesia del libro de los Hechos. La iglesia de hoy enfrenta una generación totalmente diferente a la del primer siglo. Pero no me canso de decir esta gran verdad: que la esencia del evangelio es la misma, que Jesucristo es el mismo, que la Palabra de Dios que proclamamos es la misma y que el Espíritu Santo es el mismo.

Hoy estamos llamados a escribir nuestra propia historia como Iglesia Misionera de Tampa. Hagámoslo bajo la unción, el poder y la dirección del Espíritu de Dios. Y los resultados serán poderosos y permanentes.

La historia de los avivamientos corrobora que ha existido un común denominador en todos ellos: oración sacrificada, alabanza ungida, Palabra poderosa y el respaldo innegable del Espíritu Santo.

El evangelista Lucas nos revela tres llaves que abrieron el Libro de los Hechos de los apóstoles de Cristo: Predicaron la Palabra de Dios, no su propia filosofía religiosa; todo lo que hicieron, milagros, sanidades y prodigios, lo hicieron en el Nombre de Jesús; y le dieron lugar al Espíritu Santo para que dirigiera sus vidas, sus familias y la iglesia.

Hoy, en este primer culto del año 2023, te invito a que juntos miremos estas tres llaves que abren el libro de los hechos de los apóstoles y que constituyeron la fuente de poder para todas las iglesias que desean ser saludables, intencionales y relevantes.

I. PREDICARON LA PALABRA DE DIOS

El primer mensaje que predicó Pedro el día de Pentecostés fue la explicación exhaustiva de lo que Dios había dicho por medio del profeta Joel acerca del derramamiento del Espíritu Santo, y del rey David sobre la resurrección de Cristo. Pedro apeló a las Escrituras. Y como tres mil personas fueron añadidas a la iglesia (Hechos 2:41).

Los apóstoles le dieron muchísima importancia a la oración y a la predicación de la palabra de Dios, sin descuidar el resto de los asuntos administrativos en la iglesia. “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.”  (Hechos 6:4). [orar, enseñar y predicar la palabra de Dios].

La defensa del diácono Esteban, el primer mártir del cristianismo, fue una síntesis histórica magistral del AT. Esteban habló desde el llamamiento de Abraham hasta el rechazo que hicieron los judíos de Cristo, llevándole hasta la muerte de cruz, pero Dios lo exalto hasta lo más alto, sentándolo a su diestra en los cielos.  (Hechos 7:56).

El mensaje que predicó el diácono Felipe en Samaria fue un mensaje cristocéntrico. “Felipe fue a la ciudad de Samaria y allí anunció el mensaje acerca de Cristo.” (Hechos 8:5 PDT).

Ante la implacable persecución que desató el Sanedrín contra la iglesia, la petición de la iglesia fue “concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra…”  (Hechos 4:29).

La palabra denuedo viene del gr. parrhesia, que significa hablar con osadía, con valor entusiasta. Es lo opuesto de cobardía, timidez o temor.

La iglesia estaba pidiendo poder y autoridad espiritual para comunicar la verdad de Dios con unción y fuego, pero también con claridad para que la gente entendiera el mensaje que se predicaba. (Unción y excelencia).

Ellos aprendieron de Cristo. El Señor dedicó muchísimo tiempo a enseñar y predicar sobre la verdad del evangelio. “Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñaba en las sinagogas proclamando el nuevo mensaje del reino…” (Mateo 9:35 PDT).

Pablo insta a Timoteo a predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo, a mostrarle a la gente lo malo que han hecho, corrígelos cuando se equivoquen y anímalos sus errores: “Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que aun teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios malos deseos, y apartarán de la verdad sus oídos y se volverán a las fábulas.” (2 Timoteo 4:3-4 RVC).

II. TODO LO HICIERON EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO DE NAZARET

Jesucristo les dijo a sus discípulos acerca de la autoridad que delegaba a la iglesia, al darle su Nombre como credencial“Estas señales seguirán a los que creen: EN MI NOMBRE, echarán fuera demonios…”  (Marcos 16:17,18) (Cf. Juan 14:13).

En el libro de los Hechos podemos ver una y otra vez como los apóstoles y laicos de la iglesia primitiva usaban el poderoso y maravilloso Nombre de Jesús.

Los milagros, sanidades y prodigios los hicieron en el Nombre de Jesucristo y siempre le atribuyeron la Gloria al Señor. Los apóstoles nunca se presentaron como milagreros, sino como siervos e instrumentos en las manos del Cristo resucitado.

Pedro le dijo al cojo de nacimiento que estaba en la puerta la Hermosa del templo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” (Hechos 3:6,16; Cf. Santiago 5:14).

Pedro y Juan declararon ante el Sanedrín que en ningún otro nombre hay salvación, sino solo en el Nombre de Jesús. “Sólo Jesús tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él tiene poder para salvarnos.” (Hechos 4:12 TLA).

Esta declaración de los apóstoles revela la enorme responsabilidad que tenemos como iglesia de predicar el evangelio de Jesucristo por cualquier vía posible, para alcanzar a cualquier persona, en cualquier lugar posible del mundo. (Juan 14:6).

El evangelio es exclusivo porque no da lugar a otra vía de salvación que no sea Jesucristo, pero es inclusivo porque la gracia de Dios se manifestó para salvación a todos los hombres. (Tito 2:11).

Los endemoniados eran liberados en el Nombre de Jesús. Pablo le dijo al espíritu de adivinación de la joven filipense: “Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.” (Hechos 16:18).

El espíritu demoníaco no salió con aplausos, ni soplando, ni hablando en lenguas, ni empujando a la muchacha, fue en el nombre de Jesucristo. El diablo y sus demonios respetan el nombre de Jesús. [Los hijos de Esceva en Éfeso (Hechos 19:13-17)].

Recuerden que Cristo le dijo a Su iglesia de todos los tiempos: “En mi nombre echarán fuera demonios…” (Marcos 16:15a).

En su carta a los colosenses Pablo nos recuerda que todo lo que hagamos en el reino de Dios, debemos hacerlo en el Nombre de Jesús. “Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. (Colosenses 3:17 RVC).

Recuerda que cuando usas el Nombre de Jesucristo, estás hablando en nombre del Rey de reyes y Señor de señores, con quien debes estar identificado.

Cuando oras y declaras el Nombre de Jesús, sobre tu vida, tu familia, trabajo e iglesia, estás expresando públicamente tu “compromiso personal con Cristo”, y eso significa que estás en unión con su vida, muerte y resurrección.

III. LE DIERON LUGAR AL ESPÍRITU SANTO

Fue el Espíritu Santo quien guío y dirigió todos los programas y estrategias de la iglesia.

Pedro lleno del Espíritu Santo les explica a los líderes judíos la sanidad del cojo de nacimiento (Hechos 4:8). Siempre tendremos nuevas experiencias con el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo dirigió la elección de los líderes en la iglesia de Antioquía. Dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” (Hechos 13:2).

El Espíritu Santo guio el movimiento misionero de la iglesia en sus inicios:

“y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.” (Hechos 8:29, 39). Felipe no preguntó la razón por la que lo enviaban en medio de la nada; simplemente fue (Hechos 8:27). La tradición dice que el eunuco llevó el evangelio a su país, a Etiopía, y fundó allí la iglesia. Tres cosas resaltan en esta historia: la Palabra de Dios, la guía del Espíritu Santo y un Evangelista en persona.

“le dijo el Espíritu [a Pedro]: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.” (Hechos 10:19,20).

 “les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia.” “el Espíritu no se lo permitió.” (Hechos 16:6ss).

Ante los conflictos teológicos que surgieron en la primera iglesia, sobre mezclar la ley de Moisés con el evangelio de Jesucristo, fue decisiva la intervención del Espíritu Santo. Y cuando Lucas encabeza la minuta del primer Concilio en Jerusalén dice: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo…,” (Hechos 15:28). Este es el fundamento bíblico de nuestra visión para el 2023.

El Espíritu Santo es la fuente de energía de la iglesia. Un carro puede contar con sus neumáticos (gomas o llantas) nuevas, tener el tanque lleno de combustible, un sistema eléctrico completo, pero si carece de batería, que es la fuente de energía, es imposible que el carro arranque y avance.

De igual forma la iglesia podrá tener programas, planes, estructura, nombramientos, pero si carece de la presencia y la dirección del Espíritu Santo, entonces carece de poder y energía espiritual, no crecerá naturalmente ni avanzará al ritmo que Dios quiere.

Cuando le damos oportunidad al Espíritu Santo para que dirija nuestras vidas, familia e iglesia, la vida se torna diferente. El Espíritu Santo, que es nuestro paracleto, nos ayuda en nuestras debilidades, y nos guía a toda verdad. Es el Espíritu Santo quien forma el carácter Cristo en nuestras vidas por medio del fruto del Espíritu.

CONCLUSIONES
Reitero esta verdad: los métodos y las estrategias cambian, porque vivimos en tiempos totalmente diferente a los de la iglesia del libro de los Hechos, pero la esencia del evangelio es la misma, Jesucristo es el mismo, la Palabra que proclamamos es la misma y el Espíritu Santo es el mismo.

Si queremos ser una iglesia SALUDABLE, INTENCIONAL Y RELEVANTE, debemos predicar la Biblia, hacer todo en el Nombre de Jesucristo, y darle lugar al Espíritu Santo.

EL 2023, ES EL AÑO DE LA UNCIÓN…

 

 

Fuente:
David N. Zamora | Pastor Principal de la Iglesia Misionera, A.D.,Inc., Tampa, Florida, EUA.

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