Génesis 37:1-11 ¿Se ha preguntado por qué las rosas tienen espinas? Bueno, porque alguien tiene que defender semejante belleza. José creció como una rosa en medio de espinas. Pero con la diferencia que esas espinas no eran para protegerlo, sino más bien para herirlo. Sus hermanos eran verdaderas “espinas” que rodearon su crecimiento. Eran “espinas” que lo asediaron con odio, envidia y procuraron su muerte. ¿Cómo es que un joven como José pudo soportar las punzadas hirientes de sus hermanos y permanecer fiel a sus principios? En el mensaje anterior hablamos de él como “un hijo excepcional viniendo de una familia disfuncional”. El enfoque de ese mensaje fue hacernos ver cómo una familia que estuvo marcada por la violencia, los vicios, crímenes y alta corrupción, pudo producir a un joven con las calificaciones que tuvo José. Así que este hombre de Dios creció en una de tierra de impíos. La vida de José a su temprana edad (17 años) nos presenta uno de los asombrosos milagros divinos de cómo Dios pudo sacar de semejante familia a un joven que no fue tocado por el mal y que en todo lo que hizo desde su juventud estuvo marcado por una vida pura. La verdad es que esto nos llena de esperanza como padres, pues si Dios lo hizo con José, lo podrá hacer también con nuestros hijos y utilizarlos también para su gloria. Esta historia nos habla de un Dios que se especializa en tomar lo que parece improbable para hacer algo maravilloso. José fue tan distinto a sus hermanos, que no pasó mucho tiempo para que ellos notaran la diferencia. La pureza de José era incompatible con la mundanalidad de sus hermanos. Lo santo no podía mezclarse con lo profano. José representa al creyente que se sale del “montón”. Es una bella rosa que le levanta en medio de un suelo duro, rodeado de hermanos que no lo aceptan por ser un soñador y diferente. Decídase a vivir una vida auténticamente cristiana y verá que son sus propios hermanos que comenzaran a mirarle de una manera extraña y usted será objeto de envidia. En este sentido nos proponemos imitar es José, mas no a sus hermanos. Entonces, ¿por qué José es como una rosa en medio de las espinas? ¿Qué es lo que hace diferente a un creyente al estilo de José?
LA PUREZA DE SU ALMA EN MEDIO DE LA INIQUIDAD
Pastoreando en medio de lobos v. 2. El autor de Génesis comienza este relato, diciendo: “Esta es la historia de Jacob…”. Y lo primero que hace es mencionar a José como si de aquí en adelante la vida del patriarca dependiera de su penúltimo hijo, como en efecto lo será más adelante. El texto hace distinción del trabajo que José como pastor de ovejas compartiendo el oficio con los hijos de Bilha y Zilpa mujeres también de su padre. Los hijos de estas mujeres se llamaban: Dan, Neftalí, Gad y Aser. Los cuatro hijos tenían una reputación que ya era notoria. Entre otras cosas, eran culpables de asesinato (Gn. 34:25); de incesto (38:16); de odio (37: 4); de envidia (37:11); de vender a su hermano (37:28); de mentir (37: 31-33); y de inmoralidad (38: 12-18). Así que José pastoreaba en medio de esos “lobos”. Se sabe que es muy fácil mantener el testimonio y la pureza cuando estamos en la casa del Señor, pero cómo actuamos cuando trabajamos en ambiente hostil y pecaminoso. El desafío más grande de un creyente es mantenerse puro cuando está rodeado de tanta mundanalidad. José no rechazó su trabajo, pero se mantuvo fiel. Aunque vivamos entre lobos, debemos mantener nuestra piel de ovejas.
El informe de mala conducta v. 2b. No sabemos a qué edad comenzó José hacer lo recto delante de Dios y los hombres. Si hubiera asistido a alguna escuela dominical de su tiempo, los maestros habrían percibido desde muy temprano la diferencia con otros. Sin embargo, el texto nos dice que a los diecisiete años ya era el “informante” de la mala conducta del resto de sus hermanos. ¿Qué vio el joven José en la vida de sus hermanos? ¿Qué tipo de vocabulario tenían aquellos hermanos provenientes de su propio padre? ¿Cuáles eran sus acciones que desgarraban aquella alma pura y en consecuencia tenía que informar a su padre de semejante comportamiento? Por supuesto que el “chisme” que José traía a su padre acerca de sus hermanos, tuvo que generar mucho odio y amargura entre los demás. ¿Pero acaso no tenía José que hacer esto por cuanto era mayordomo del trabajo de su padre? Este informe de “mala conducta” sería a la larga el combustible que atizó el fuego de odio que terminó en la entrega que hicieron estos hermanos con el José soñador. La pureza del cristiano pronto revelará la presencia del pecado. La santidad de vida no tolera las acciones del pecado. Hay que denunciar lo que se hace mal.
Amado por su carácter v. 3. Si bien este texto se presta a primera vista para hablar de un favoritismo de parte de Jacob, por cuanto él mismo pasó por esa experiencia, la verdad es que la distinción que hacen las palabras “amaba Israel más a José que a sus propios hijos, porque lo había tenido en su vejez” hay que verlas más allá de este pecado que por lo general causa odio y envidia. Concluir que el texto nos habla meramente de un marcado favoritismo de parte de Jacob, como que no le hace verdadera justicia al texto en sí. Una traducción a la frase “el hijo de su vejez” pareciera apuntar más a la traducción de “hijo sabio”. Vea usted lo siguiente. José no fue el “hijo de su vejez” en el sentido que fue el último que tuvo. En verdad el último hijo de Jacob fue Benjamín. Y si seguimos el comportamiento en lo que es normal de la presencia de último hijo, éste sería el que goza del mayor favoritismo, afecto y atención. Los padres saben cómo llamar y dar atención al “hijo de la vejez”. Por lo tanto, la conclusión a la que llegamos es que Jacob amó más a José por su carácter recto, puro y santo que manifestaba. ¿Y no es acaso esto lo que exactamente busca Dios en sus hijos? El creyente que vive en la pureza es objeto del profundo amor de Dios. Un creyente puro despierta el agrado del cielo.
LA PROMOCIÓN DE SU VIDA PARA MÁS GRANDES PROPÓSITOS
El hijo menor sosteniendo al mayor v. 3. Este versículo hay que seguir escudriñándolo, pues tenemos la impresión que contiene una palabra profética en la expresión “hijo de sus vejez”. Otra traducción del sentimiento de Jacob hacia su hijo a quien amaba “más que a sus propios hijos”, sería como sigue: «porque era una cabeza blanca sobre los hombros de los jóvenes». De esto se desprende que Jacob tuvo una visión que iba más allá la pureza de carácter de su hijo. Que detrás de esa vida se venía un futuro revelador que tendría que ver con él y también su familia. Hasta este momento ha descubierto que ninguno de sus demás hijos ni tienen carácter ni futuro para encargarse del clan de la familia, mucho menos de él. A esas alturas Jacob tiene 108 y no sabe cuánto tiempo más vivirá. Por lo tanto, ¿quién podrá sostenerlo? No había un programa social para la vejez, de allí que alguien debería ayudar al anciano padre. Al hacer sus cuentas descubrió que Rubén, su hijo mayor, no podrá hacerlo porque él cometió incesto con Bilha, su propia concubina (Gen. 35:22). Así que la única opción que quedaba era José, el hijo mayor de su esposa favorita. Era, pues, muy obvio que José sería la persona que iba ser promovida para ese fin. Los hombres fieles son los que Dios promueve para mayores propósitos.
Túnica de colores para un salvador v. 3b. La túnica que Jacob le dio a José no era una túnica ordinaria de bajo precio. Se dice que quien vestía esa prenda estaba dotado de algo especial. Era de una clase que generalmente vestían personajes distinguidos, sobre todo el de la realeza. ¿Estaba Jacob prediciendo lo que sucedería con él en el futuro? ¿Estaría con esta túnica vistiendo a un futuro monarca? Pues la verdad que esta “profecía” se cumplió. Si bien es cierto que sus hermanos le quitaron la túnica, que fue objeto de mucho odio y envidia, un día sería vestido con la túnica de la realeza, pues al ser levantado como el segundo después del faraón en Egipto, le fue dada una vestimenta real con la que posteriormente salvará a toda su familia. Cuando Jacob le entregó la “túnica de colores” lo estaba promocionando como el nuevo jefe de la familia. Hay un simbolismo hermoso en esta túnica de colores. Vista de un todo representa lo sublime. Aquello donde debemos ser promovidos. Podrían representar en un contexto espiritual las vestiduras de Cristo que, al ser usadas por la fe, nos hacen especiales y acrecienta en nosotros una dimensión de valor inestimable. “Vestíos como escogidos de Dios…”. Cual José de la historia, el Señor nos ha vestido con su gracia para que seamos instrumento de salvación.
EL CUMPLIMIENTO DE SUS SUEÑOS COMO PROMESA DIVINA
La vida debe estar gobernada por un sueño vv. 6-9. La vida de José va cambiar a través de dos impactantes sueños. El hecho que se repitiera dos veces significaba que era cierto, como se ha dado en otras ocasiones. Pero tiene una significancia muy grande al comparar la una de la otra. La una es muy terrenal, pues habla de un manojo que se levanta y los demás que se recuestan a él. Y si bien es cierto que la reacción de sus hermanos no se hizo esperar (v. 8), usted tiene que pensar que cuando José tiene el otro sueño, que es más celestial, la reacción fue mayor, tanto así que su propio padre le reprendió (v. 10). El soñar que el sol, la luna y las estrellas se inclinaran ante él pudiera verse como un delirio de grandeza, pero ese sueño era muy divino. Dios estaba dando su aprobación a lo que vendría en el futuro. En efecto, todos ellos un día se inclinarían ante él y él gobernaría sobre ellos (Gn. 47:11, 12). Hoy día no necesitamos los sueños al estilo José porque tenemos la palabra revelada de Dios, pero si debemos tener sueños que gobiernen nuestras vidas, que a su vez nos permitan cumplir con el propósito para el cual nacimos. ¿Cuál es el sueño que gobierna su vida? ¿Cuál es la visión que le sostiene?
Los sueños enfrentan la incredulidad v. 8. José parece haber nacido para ser odiado por sus hermanos y los sueños que tuvo acrecentaron más aquel odio. La tipología entre él y Cristo no pudo ser más exacta en esto. En el contexto de la vida espiritual, cada vez que alguien se propone ser diferente, encontrará el rechazo de los que también piensan diferentes.. Los hombres soñadores encontrarán resistencia en otros. Cuando Martin Luther King dijo: “I have dream” (yo tengo un sueño), que tenía que ver con la emancipación de su propia raza, esclavizada y relegada por la clase blanca, tuvo toda clase de oposición y terminó ofrendando su propia vida para lograr ese sueño. Comience a soñar con hacer cosas diferentes y verá todo tipo de rechazo e incredulidad. No somos dados a pensar que las cosas pueden cambiar. Pareciera que nos gusta que todo siga igual, sobre todo en el contexto de la vida espiritual. Pero los hombres y mujeres que han tenido un sueño, donde ven un futuro glorioso y diferente, se han enfrentado y han vencido la incredulidad de otros. Necesitamos una generación de jóvenes creyentes soñadores. Que frente a lo que todos hacen como normal, se levanten para exaltar el nombre de Cristo.
Los sueños mantienen la esperanza viva v. 11b. Cuando nos “embarazamos” de un sueño, nuestra esperanza se mantiene activa. En el caso de José, él sabía que el sueno que le reveló su Dios tenía que cumplirse. Y si bien es cierto que el anciano Jacob reprochó sus sueños, las palabras “mas su padre meditaba en esto”, en un sentido era una aprobación. Debe recordarse que Dios le dio a Jacob varios sueños y todos van cumpliéndose hasta ahora. Así, pues, los sueños de este joven lo mantuvieron en los momentos más difíciles de su vida. Cuando fue vendido por sus hermanos como esclavo, y luego llevado a Egipto, este sueño le sostuvo. Cuando fue sometido a la incesante tentación de la mujer de Potifar, este sueño le sostuvo. Y cuando fue puesto en la cárcel por injurias, este sueño le sostuvo. Jamás claudicó en su fe. Jamás reprochó su condición. Jamás se quejó de Dios y sus pruebas. Los sueños son los que nos sostienen en los momentos cuando pensamos que todo se convierte en fracaso. Dios cumple su promesa, mientras nosotros mantenemos la visión de lo encomendado. Viva cumpliendo el sueño que un día el Señor le reveló como su hijo. No viva sin sueños como los otros hijos de Jacob.
En el jardín de la familia de Jacob no había ninguna flor. Ninguno de sus demás hijos pudo adornar la familia con algún color distintivo. Sin embargo, allí nació una rosa rodeada de espinas. No eran espinas que nacieron para cuidar su belleza, más bien fueron “espinas” que atacaron su hermosura a través del odio y la envidia. Pero como la rosa que al final se distingue entre las demás flores, José se levantó entre sus hermanos y conservó su pureza y su fragancia. Aunque fue marchitado y zarandeado por las pruebas del rechazo y la furia de sus mayores, este joven permaneció incólume en su fe y en sus principios. Semejante solidez moral y espiritual lo condujo a una promoción mayor, sobre todo de salvar a su propia familia. Sus sueños de grandeza no fueron buscado por él, sino otorgados por Dios. Su vida por lo tanto nos enseña que Dios tiene sus planes para cada hijo, pero que él los cumplirá a cabalidad cuando nosotros mismos demostramos tener integridad de carácter delante de los hombres.