En el libro de Habacuc, el profeta expresa su angustia ante la injusticia y la violencia que observa a su alrededor, preguntando a Dios por qué no interviene. La respuesta divina, sin embargo, indica que el juicio está cerca para aquellos que practican la injusticia.
Habacuc 2:20 nos invita a la reflexión y al silencio ante la santidad de Dios. Este silencio no es una muestra de pasividad, sino un reconocimiento de nuestra propia fragilidad espiritual y una oportunidad para confiar en los tiempos y la justicia de Dios.
Aprender a confiar en Dios implica aceptar que, aunque no comprendamos todos sus caminos, sabemos que Él es bueno y que nada escapa a su control .
Fuente:
TPD