El presente estudio de “Una Predicación Fea Puede Ser Poderosa” nos deja una enseñanza muy clara y fuerte de lo que realmente cuenta en una buena predicación que impacte a nuestros oyentes.
Libro del autor Jamie Stilson, El Poder de lo feo, es todo acerca de la gracia de Dios. Es decir: de la fealdad de nuestra vida, la gracia de Dios produce algo hermoso. En su capítulo titulado “Predicación Fea”, invita a los predicadores a que mantengan las cosas en la realidad y enfocadas en Jesús:
¿Puede alguien predicar sin la formación adecuada? En el siglo XVII, los “fariseos” de ese tiempo podían poner a los predicadores que no tenían las credenciales adecuadas en la cárcel sólo para mantenerse ellos tranquilos. Uno de los tipos a quien le hicieron esto fue a, John Bunyan, quien escribió un libro titulado “El progreso del peregrino” mientras estaba encarcelado!
Los discípulos de Jesús volaron las mentes de los bien preparados expertos religiosos de la época con la sabiduría y autoridad acerca de las Escrituras. Ellos sólo eran pescadores comunes y sin educación, feo a los ojos de los profesionales de la religión. En un intento para condenar a estos “predicadores feos” por predicar el mensaje de Jesús, los líderes religiosos les llamaban “…, los hombres ordinarios sin educación, la única explicación que ellos podían encontrar por su audacia fue que…ellos habían estado con Jesús. “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. (Hechos 4:13).
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Al decir esto acerca de los discípulos, los líderes religiosos les habían hecho, sin saberlo, un gran cumplido. Estos predicadores feos habían sido acusados de pasar tiempo con Jesús! Los líderes religiosos no pudieron encontrar otra explicación de cómo estos pescadores comunes, que nunca habían ido a la escuela rabínica, pudieron conocer y enseñar las Escrituras de una manera tan personal y poderosa. Su única conclusión fue que este Jesús-a quien los líderes religiosos parecía que no lo habían podido mantener en la tumba-había infectado a dus discípulos.
El apóstol Pablo es considerado uno de los hombres más inteligentes de todos los tiempos, sin embargo, describe su predicación de esta manera: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. (1 Cor 2:1-5). Esta es una predicación fea!
Esta no es una excusa para una predicación superficial, descuidada, poco entusiasta y sin preparación que carezca de cualquier contenido. Si está vacía de sentido, es sólo ruido, no importa el volumen fuerte que le dé; volumen, sudor e incluso la tecnología no son sustitutos para el corazón de Dios. La predicación fea que Pablo expuso, es una predicación que apunta al corazón más que la cabeza. No es la predicación que llena los espacios en blanco en un bosquejo sólo para hacer puntos—tiene que ser una predicación que despierte a los muertos! “… Profetiza sobre estos huesos, y diles… venid a la vida” (Ezequiel 37:4-5). Esto es transformación de vida-palabras del corazón de Dios que cambian el mundo dichas con el poder del Espíritu a través de mensajeros humildes.
El obispo Tom Wright escribió sobre este tipo de predicación:
Creo que, en otras palabras, que el evangelio de Pablo, y la doctrina de la justificación, que sigue de cerca y sin salirse de ella, tienen el poder de hacer por el mundo y la iglesia de hoy en día lo que hicieron en la época misma de Pablo. Por supuesto, esto demandará personas que estén dispuestas a correr el riesgo de copiar a Pablo: de ser tontos sabios, fuertes y débiles fracasados en términos humanos. Si los cristianos han de predicar el evangelio, no pueden esperar estar exentos de vivir el Evangelio.
Permíteme dejarte con un par de ingredientes para la receta de la predicación “fea.”
Predicación “fea” es sólo un desbordamiento de nuestra relación con Dios. Debemos conocer a Dios y su corazón antes de que podamos hablar por Él. Esto requiere que pasemos tiempo a solas con Él, recostando nuestra cabeza sobre su pecho y escuchar su corazón.
La predicación” fea” siempre predica la Palabra, no sólo acerca de ella, no sólo puntos y principios, sino diciendo: “Esto es lo que el Señor dice.” Nuestra autoridad no está en nosotros mismos sino en el mensaje de Jesús que predicamos.
La predicación “fea” es una demostración del poder del Espíritu, y no una demostración de muestra sabiduría. No se trata de volumen o estilo; se trata de la dependencia de su Espíritu. Nos preparamos como si Dios no nos va a ayudar, y predicamos como si no nos preparamos!
Una predicación “fea” es una danza ante el Padre. Él es el público-no las personas que están escuchando. Predicamos solo para complacerlo a Él y nos rehusamos a caer en la trampa del miedo al hombre o de la esclavitud de tratar de ser un complacedor de personas..
Una predicación “fea” debe ser auténtica, real, y humanamente cruda. Bájese los pantalones y muestre sus cicatrices, debilidades y fracasos. Ministre de tal manera que el reino fluya de la gracia que hemos descubierto a través de nuestras debilidades—nosotros somos lo que Henri Nouwen llama “sanadores heridos.”
Una predicación “fea” se ríe de nosotros mismos. El humor es la humildad con una sonrisa. Nos tomamos en serio a Dios, pero nosotros no somos la gran cosa, y somos nosotros mismos el mejor material que tengamos para las ilustraciones de nuestros sermones. Contamos historias estúpidas que ponen de relieve nuestras debilidades y la necesidad de su gracia. La risa es medicina, y este mundo roto necesita una dosis enorme de ella! Como dice John Ortberg: “La gente está hambrienta de portadores de alegría.”
Predicación “fea” hace el llamado a Cristo. Predicamos con el peso de la eternidad en la balanza; las personas deben ser llamados a decidir a quién van a servir. Como he oído a menudo decir a Bill Hybels, “La gente perdida es la que más le importa a Dios.” Tenemos el gran honor de llamar a la gente perdida a casa, en los acogedores brazos del Padre.
Predicación “fea” es lo que el hombre sanado de la ceguera hizo a los expertos religiosos que lo perforaron en busca de respuestas teológicas acerca de Jesús. Su defensa no se basó en el conocimiento o información, sino en la experiencia personal. “… haya sino o no un pecador, yo no lo sé. Una cosa que sí sé. Yo era ciego y ahora veo “(Juan 9:25) Una persona con una experiencia de la gracia de Dios nunca está a merced de una persona con un argumento intelectual. Cualquiera que haya experimentado el amor de ese Jesús que le cambió la vida puede ser un predicador feo –simplemente cuente su historia.
Un predicador “feo” es aquel que esta dispuesto a ser su burro. Deja que el Rey Jesús te pasee dondequiera que elija, para hablar con quien desee. Recuerde que nunca es sobre el asno, sino del que lo monta.