Nos solidarizamos con la preocupación del pastor Johan Paulino, en el sentido de la gran cantidad de amigos que son líderes, pastores, cantantes que han perdido su matrimonio y que están pasando por un proceso difícil su relación matrimonial o aquellos que la relación con los hijos está en crisis.
Alguien ha dicho que el matrimonio es un asunto de fe y que al igual que en la vida de las plantas, la calidad del fruto depende en un alto grado del nivel de cuidado a la planta. Si cuidamos el matrimonio y lo alimentamos debidamente, el fruto de la relación será de muy alta calidad. ¡La FE es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve! Heb 11:1.
Nada en la vida requiere de tanta FE como la relación de Matrimonio. Porque tenemos que creer que el amar incondicionalmente al cónyuge, va a producir felicidad en la relación. Implica estar convencidos de que a pesar de que no vemos algo positivo, lo veremos si nos mantenemos haciendo las cosas a la manera de Dios.
Según manifestó el pastor Paulino que en muchas ocasiones nos envolvemos tanto en los afanes ministeriales que olvidamos atender a las personas más importantes en nuestra vida, nuestra familia y eso es ser MALOS ADMINISTRADORES DEL TALENTO QUE DIOS NOS DA (Mateo 25:14).
No es fácil, creer en algo que no vemos. Es muy difícil estar convencidos de que algo va a terminar bien cuando vemos que no hay consideración, amor y atención de nuestra pareja. Es muy difícil creer que un matrimonio va a estar bien, cuando solo vemos respuestas negativas en nuestra pareja.
Gálatas 6:7-9 «No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará, porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos».
Esta promesa de Dios está basada en una ley natural. Todo lo que sembremos, eso mismo recogeremos. Si sembramos perdón, amor, cuidado, atención, cariño, consideración y servicio en nuestra pareja, eso mismo vamos a cosechar en su momento.
Pero igualmente que en las plantas naturales, el fruto no se ve de inmediato. Toma su tiempo ver el fruto listo para la cosecha. Así igualmente toma tiempo ver el resultado de nuestra siembra espiritual y emocional en nuestra pareja.
Durante el proceso entre la siembra y la cosecha, los agricultores cuidan las plantas, se aseguran de que tengan buen alimento, que reciban agua y sol de acuerdo a su especie, los cuidan de agentes invasores como los insectos o roedores y están siempre pendientes hasta que estén listas para la cosecha.
Así como el agricultor no se cansa de hacer el bien a las plantas hasta que den fruto, así debemos ser igualmente en nuestro matrimonio, haciendo el bien sin cansarnos hasta que sea el tiempo de recoger el fruto de nuestra siembra y nuestros esfuerzo.
Al igual que en la vida de las plantas, la calidad del fruto depende en un alto grado del nivel de cuidado a la planta. Si cuidamos el matrimonio y lo alimentamos debidamente, el fruto de la relación será de muy alta calidad y podremos disfrutar de un matrimonio y una familia saludable.
No es fácil sembrar cuando no vemos tierra fértil; pero si es tu pareja, ya por definición bíblica es tierra fértil, porque ya es uno contigo y tienen que caminar en la revelación de Dios para el matrimonio: una sola carne.
Decidimos sembrar en nuestra pareja, esencialmente para honrar la palabra de Dios, no porque nuestra pareja lo merezca o no. Con esa motivación, nuestra decisión de sembrar no depende de que se vea el fruto o no; depende del amor que le tenemos al Señor y por lo cual decidimos ser obedientes.
Con esa decisión, EL CREADOR de todo cuanto existe, nos garantiza que veremos el fruto de nuestra siembra y lo disfrutaremos.
Si dejaste de sembrar en tu pareja, pídele perdón a Dios por tu desobediencia y comienza a hacerlo con la motivación correcta. Y nunca te canses de hacer el bien a tu pareja. El fruto lo recogerás porque es garantía de nuestro Padre celestial. Pero aun si no obtuvieras fruto, te quedará la satisfacción de que hiciste todo lo mejor para honrar al Dios de la vida. Y eso te llenará de paz.