“6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6
Estas son palabras absolutas. O sea, tú nunca podrás agradar a Dios, si no es por fe; Es imposible, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. No dice que es galardonador de los que se acercan. El verso comienza con una fe que te acerca, pero el que recibe recompensa es el que le busca; Así que, tu fe tiene que crecer porque la fe de acercarte no es la misma fe de buscarle. Hay gente que se acerca a Dios, pero no le buscan. Se acercan por un momento, por una dificultad; Dicen: Creo que le hay. Y se acercan. Pero la fe que recibe recompensa no es la que se acerca, sino la que le busca. Y tu fe va creciendo en tu relación, a través del tiempo.
En la versión original de este verso, se enfatiza que no es meramente los que le buscan, sino que Él es galardonador de los que le buscan diligentemente. Muchos claman estar cerca de Dios, pero no vemos resultados en sus vidas porque, en realidad, la única manera de tener una verdadera relación con Dios, es a través del proceso de perseguir. Hay matrimonios que, luego de tiempo casados, van a consejería porque, emocionalmente, se sienten lejos. La pregunta es ¿qué pasó? Y esta es la experiencia de muchos con el Señor. Se acercan a Dios, y llega el momento donde siguen las costumbres del cristianismo, van a la iglesia, oran por la comida, pero en vez de sentirse cada vez más cerca a Dios, se sienten cada vez más lejos. Y es que te acercaste y, para obtener esa relación, tuviste que perseguir; Pero el problema de muchos es que persiguen para alcanzar, pero no para madurar. Son como cazadores, persiguen para matar y comer hoy, pero no es como aquel que persigue criar el ganado toda una vida.
En la constitución de los Estados Unidos, dice que uno de nuestros derechos es el perseguir nuestra felicidad. Lo que dice ese documento no es que te garantizan tu felicidad. La felicidad no se garantiza por llegar a un lugar; La felicidad se garantiza mientras persigues ser feliz. Es en perseguir, que encuentras felicidad. Hay más emoción en buscar la casa que en tenerla. Las altas y las bajas, mientras persigues, son las que te dan esa sensación; Cuando lo obtienes, se va la adrenalina; Cuando dejas de perseguir, se acaba. Y ese es problema de las relaciones: Cuando uno de los dos deja de perseguir al otro. Nos quejamos de los hijos, del cónyuge… pero Dios se puede estar quejando de ti. Dios nunca ha dejado de perseguir una relación con el hombre. No importa el pecado, el fracaso, el problema, lo que hagamos, el Dios al que tú le sirves, siempre está buscando un encuentro contigo. Tú no tienes que irte al cielo para encontrarte con Él; Dios todavía baja a la tierra para encontrarse contigo donde tú estés. Él busca tener una relación contigo, a pesar de cualquier cosa. Aunque tú no lo has perseguido todo el tiempo, Él sí te ha perseguido a ti; Y como Él es quien te persigue a ti, puedes encontrarte con Él.
¿Qué hace que una persona que se acerca a Dios, eventualmente, no le busque? Muchas cosas pueden pasar. En Mateo, se nos dice que, en el momento final de Cristo, Pedro le seguía desde lejos. Ese no es el Pedro que vemos a principio de Mateo, el Pedro que estaba cerca de Cristo, el Pedro que decía “Señor, aquí está mi espada” y “Tú no vas a ir a la cruz, voy yo por ti”. Pero, en 3 años y medio, un hombre que se acercó a Jesús y creció en su relación con él, de repente, los problemas, las dificultades, el no entender lo que está pasando, le hacen ahora seguir a Jesús desde lejos. Y muchos de nosotros, muchas veces, esa es la religión o la fe que tenemos: Desde lejos, sin mucho compromiso.
Cuando Pedro decide seguir a Cristo, fue en el mejor momento de su vida. Seguir a Jesús cuando tú no tienes nada, es fácil; Pero, cuando tienes todo, seguirlo conlleva mucho. Y el primer encuentro de Jesús y Pedro fue en unas barcas vacías; Si Jesús le llega a haber dicho: Deja esas barcas y sígueme; Hubiera sido fácil. Pero Jesús le llena las barcas, y entonces le dice: Sígueme. Ahora Pedro tenía que escoger entre las barcas llenas y seguir a Jesús. Pedro prefirió dejar las barcas llenas y seguirle. Ese fue un acto de fe. Pedro creció en su relación con el Señor, aunque cometió errores; Pero es que así son las relaciones, con sus altas y bajas. Pedro caminó en el agua. ¿Qué ganaba con eso? Meramente para darse el gusto de caminar en el agua. Y a veces, nuestra fe, la usamos para darnos gustos. Y Jesús no le condenó por eso. Pedro caminó y luego se hundió, Jesús lo cargó y le dijo hombre de poca fe, pero más adelante lo celebró por recibir la revelación de que Jesús era el Hijo de Dios; Tan cercana era su relación, que el único que lo reconoció como tal fue Pedro. Todo esto nos demuestra que su relación fue creciendo en altas y bajas, pero en el último momento lo vemos una vez más como viven muchos cristianos: Desde lejos.
Hay creyentes que viven como ateos. Creen en Dios, pero viven como si no existiera. Su reacción ante la vida –y ante todo– es como la de cualquiera. Su relación con Dios es igual que si no existiera. Y quieren recompensa, pero la recompensa no está para el que se acerca, sino para el que busca. Ninguna mujer se debe casar con alguien que no la busque; Se acercan, pero se trata de que te busquen. Y muchos, en la iglesia, viven un ateísmo cristiano; No oran, no leen la Biblia, no van a la iglesia; Dicen creer, pero no buscan.
Tienes que acercarte a Dios, y para eso, tienes que creer que le hay, que existe; Y luego, tienes que buscarle; Y hay quienes no llegan a esa dimensión. Cumplen con rituales, pero se frustran porque no entienden que Dios es providente, que Él tiene en sus manos el ajedrez de tu vida y que algo Él está haciendo contigo. Aunque tú no entiendas lo que está pasando, la mano providente de Dios trabaja a tu favor. Vive tranquilo, en paz, en calma, vive feliz. Tu fe no debe fluctuar por algo que pase, por que hablen de ti. Comenzaron a hablar mal de Jesús, y Pedro se alejó; Así son los que dicen creer, pero no viven demostrando lo que creen. Esos jamás pueden esperar recompensa alguna. Pero aquellos que persiguen a Dios, que le buscan y buscan hacer lo que tienen que hacer, dice la Biblia, que no hay quien le dé un vaso de agua a uno de Sus hijos y quede sin recompensa. Si tú buscas a Dios, hasta un vaso de agua que tú des, Él se encarga de recompensarlo. Tu más mínimo esfuerzo, Dios se encarga de recompensártelo.