En la vida de Jesús, ciertas cosas provocaron escándalo u ofensa en su familia y alguna gente allegada, y tú debes realizarlo porque también puedes enfrentarlo:
- Para muchos, no había sificiente evidencia de una misión divina; siempre cuestionaron el nacimiento de Jesús. Aquello de que vino de una virgen era cuestionado; había quien pensaba que María tenía que haber intimado con alguien; que Jesús era hijo de José, un carpintero; ¿cómo era posible que aquel fuese el Mesías? Cuestionaban su misión divina, y eso causaba ofensa, porque no había prueba sufienciente que Jesús les pudiera dar acerca de la realidad de su nacimiento. Cuando sirves al Señor, vas a tener familiares que van a cuestionar. Será siempre un escándalo para algunos, el hecho de que no haya una prueba total para ellos que tú puedas mostrarles para convencerles del llamado y de la convicción que tú tienes. Te van a pedir pruebas que tú no puedes darles; pruebas de tu espiritualidad, de tu misión divina, de quien tú eres. Tú no vas a poder dárselas, y se van a escandalizar de que tú reclames ciertas cosas que, para ellos, tú no tienes derecho a reclamar.
- Mucha gente –incluyendo su familia – se ofendió por las circunstancias en las que Jesús nació. No creían que él tuviera la capacidad de ser quien era; no tan solo la misión divina que él vino a cumplir, sino ahora las circunstancias de su nacimiento hacían que la gente cuestionara y se ofendiera.
- Personas se escandalizaron por la doctrina que él predicaba. Él decía ciertas cosas que iban en contra de la corriente, de lo normal de aquellos tiempos. Nos pasa a nosotros en nuestra iglesia. Es escándalo –para algunos – que digamos que ofrendes esperando algo a cambio; lo que dice la tradición es que tú tienes que dar sin esperar nada a cambio. La gente que dice eso son los mismos que dicen que la Biblia dice: Ayúdate, que yo te ayudaré. En ningún lado dice eso. La gente se ofende por ciertas doctrinas que, para ellos, van en contra de lo que siempre han creído. Y tus resultados, los resultados de aquello en lo que tú has creído, tienen que hablar por sí solos.
- Muchos se escandalizaban, no meramente por las doctrinas, sino por los principios de vida por los que Jesús vivía. Por ejemplo, Jesús decía que si alguien te pide que camines con él una milla, camines dos; si te dan una bofetada, pon la otra mejilla. ¿Cuántas veces tienes que perdonar? Setenta veces siete. No todo el mundo quiere vivir por esos principios; esos principios ofenden a algunos.
- Y no solo los principios de los que hablaba ofendían a algunos, sino también su conducta; porque, a veces, parecía que su conducta contradecía la ley, lo que estaba escrito. A veces era cierto, y a veces no. A veces, era de forma práctica. Por ejemplo, en una ocasión, cogieron a los discípulos comiendo sin haberse lavado las manos, y le cuestionaron a Jesús cómo permitía que sus discípulos comieran sin lavarse las manos. Y Jesús dijo que lo que contamina al hombre no es lo que entra por su boca; los discípulos tienen hambre, ¡que coman! Cuando hay tiempo para lavarse las manos, cuando hay dónde lavarse las manos, nos las lavamos; pero cuando no hay, comamos lo que hay que comer y ya. Es una conducta práctica.
El sanar en un sábado era anti-religioso; el sábado era día de reposo. Su conducta de sanar en ese momento, rompía todas las normas. No quiere decir que Jesús no guardara el sábado, pero si también tenía que hacer algo, lo hacía, viendo el momento oportuno de lograr algo. Y esa conducta provocaba ofensa en algunos.
- Y, por supuesto, de las cosas que más ofendió a muchos, aún a su familia, fueron las pruebas que él tuvo que pasar. Si algo ofende a tu familia y le escandaliza, es verte en problemas, y verte siendo fiel, a pesar de tus problemas. Eso les escandaliza. Te dicen: Tú que vas tanto a la iglesia, y mira el problema que tienes; mira a ver si tu iglesia te ayuda ahora. La gente se ofende porque te ven pasando ciertas situaciones y no lo pueden conciliar. A Jesús, estando el la cruz, le dijeron: Si tú eres el Hijo de Dios, bájate a ti mismo. ¿Cómo vas a decir que eres el Hijo de Dios y estás pasando por esto?
La gente piensa: Tú eres creyente, cristiano; tú no deberías pasar por estas pruebas. Pero lo que te hace creyente y cristiano no son las pruebas que pasas, sino cómo las pasas y la victoria luego de pasarlas. Porque la diferencia del cristiano es que pasa las pruebas con gracia, con una sonrisa, con felicidad; no es que no caigas en pruebas, es que no te frustras ni te rindes como otros.
Lo grande de Jesús fue cómo pasó su vía dolorosa. Dice la Biblia que no pronunció palabra. No dijo nada. Y tú, cuando lo que quieras decir sea malo, mejor tampoco digas nada. Y cuando estaba en la cruz, siete frases o palabras dijo; porque cuando tú estás en problemas, mientras menos tú hables, mejor; para que pienses lo que vayas a decir, para que pases la prueba como un verdadero creyente. Jesús lo que dijo fue: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Madre, he aquí tu hijo; hijo, he aquí tu madre. Palabras de gracia. Tengo sed. Admitió que tenía una necesidad física. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mostró su humanidad en medio del problema. No hay nada malo con mostrar tu humanidad. Pero luego vinieron las palabras: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Consumado es. Palabras llenas de gracia. Pero tu familia se escandaliza cuando, en medio de tu fe, te ven pasando problemas. Pero es que no se trata de que pases problemas, sino de cómo tú los pasas. Esa es la gran diferencia.
Cuando vives de esta manera, puedes ser testimonio real a tu familia y, en algún momento dado, tendrán que admitir que tu fe tiene resultados. Y eso es lo que abre la puerta para que, algún día, acepten al Señor.