Voz del Tabernáculo

Un viento nuevo necesitamos que nos envuelva al amor por los demás

Vivimos tiempos donde el amor parece haberse enfriado. Muchos caminan apresurados, cuidando su propio camino, sin detenerse a mirar al que sufre al lado. Sin embargo, el corazón de Dios sigue llamando a Su pueblo a un amor genuino, compasivo y transformador.

Necesitamos un viento nuevo del Espíritu Santo, que sopla sobre nuestras vidas y renueve nuestra manera de amar. Un viento que disuelva la indiferencia, que rompa las murallas del orgullo, que sane las heridas del egoísmo y nos envuelva en la ternura del Padre.

Jesús dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13-35). No habló de dones, ni de posiciones, ni de títulos, sino de amor. El verdadero avivamiento no se mide por multitudes ni por emoción, sino por la capacidad del corazón de reflejar a Cristo en el trato con los demás.

Cuando el viento del Espíritu sopla, el alma se despierta. La mirada se vuelve más sensible, el corazón más dispuesto, las manos más generosas. Ese viento no se ve, pero se siente; no se oye, pero transforma. Es el mismo aliento que dio vida a los huesos secos en el valle de Ezequiel, el mismo soplo que Jesús impartió a sus discípulos diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20-22).

Hoy necesitamos clamar.

Señor, envía ese viento nuevo sobre nosotros.
Que tu Espíritu despierte en tu iglesia un amor vivo, sincero y desinteresado.
Que aprendamos a ver a los demás con tus ojos, a servir sin esperar, a perdonar sin guardar cuentas.
Que donde haya frialdad, florezca la compasión;
donde haya crítica, se escuche la oración;
y donde haya juicio, reine tu gracia.

El amor verdadero no se produce por esfuerzo humano, sino por la presencia de Dios en el corazón. Cuando ese viento divino nos envuelve, todo cambia: la manera de hablar, de mirar, de reaccionar. Y así, poco a poco, el mundo puede ver que Cristo vive en nosotros.

Que cada día podamos orar con humildad.
Espíritu Santo, sopla de nuevo. Envuelve mi vida en tu amor para amar como Tú amas

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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