Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Reyes y Señor de Señores, llama su pueblo a un retiro de descanso para recuperarnos y fortalecernos espiritualmente en todas las áreas de nuestras vidas.
Tenemos que seguir confiando en la fortaleza de Dios mirando al futuro con sueños renovados no precisamente olvidando el pasado, sino con la esperanza, la certeza y la seguridad de que es mucho mejor lo que Dios nos tiene preparado para este comienzo del año 2018.
Urge prepararnos para seguir el curso del nuevo año con fe, con amor, con esperanza y con paz renovada, más allá de los pensamientos que a veces intentan desanimarnos, en vista de la descomposición social, política, económica o religiosa, más allá de la soledad, de la injusticia, los vacíos emocionales, el temor, la soledad, el desamor. Es ahí donde debemos levantarnos y confiar en que Dios ha tenido siempre el control de nuestras vidas.
El crecimiento de la iglesia de Jesucristo, sus fortalezas y debilidades en lo espiritual, demandan en su formación una mayor integridad, en los alimentos espirituales, para un crecimiento conforme a la verdad de Cristo.
Debemos estar atentos para evitar un posible deterioro en la conducta de los feligreses. Son pocos los que se detienen a valorizar la visión que Dios quiere que hagamos, porque nos estamos saliendo de la voluntad de Dios.
La visión de Dios para la iglesia es cambiar las naciones con el evangelio de Jesucristo. La iglesia no debe ni puede perder su identidad bíblica, la cual ha sido diseñada por Dios, por lo que tenemos que dejar morir al viejo hombre para que surja la vida de Cristo en nuestras vidas y poder experimentar el gozo y la gracia del perdón de Dios, y es que el Altísimo está alineando a su pueblo para un gran avivamiento, pero para que eso ocurra y permanezca.
Pero para que eso ocurra tenemos que hacer reformas radicales en las mentes y en nuestros corazones con los principios de la verdad, es decir, con la palabra de Dios que está escrita en la Biblia para que seamos bendecidos.
Esa palabra profética y apostólica que está viviendo la iglesia de Cristo, nos lleva a una nueva dimensión de poder de gloria y de autoridad. Dios manifestará su poder, su autoridad, su gracia y sus maravillas a través de sus siervos que se mantengan fieles a sus ordenanzas.
Este año 2018, debe ser tiempo de obediencia y tiempo de buscar su presencia, acercarnos más a Dios, enamorarnos de su palabra, apasionarnos con la gracia de su amor; año de fe, prudencia, sabiduría, paz y promesas de bendiciones. Eso es lo que Dios ha mandado a decirnos, que nos arrepintamos, que busquemos su rostro, que vayamos a la calle para seguir evangelizando, que seamos obedientes, que seamos un pueblo que vele por su venida, con una vida pura limpia y sin mancha.
Es el tiempo y la hora que debemos mirar a Dios como nunca antes.
Debemos reconocer los días en que vivimos, ver que las profecías se cumplen ante a nuestros ojos tener a cada momento, que la tierra está gimiendo por la proclamación de los hijos de Dios.
Este es el año donde cada creyente debe reflejar la imagen misma de Jesucristo, por lo que debe tomar el espejo y mirarse a cara descubierta, si verdaderamente es un portador de su gloria, porque la iglesia de costumbres y leyes se acabó, así como la iglesia llena de infantilismo, hipocresía y sensacionalismo llegó a su final para que una iglesia gloriosa se levante en el poder del Señor.
Este es el año de venir al altar del Señor y gemir con un corazón dispuesto contrito y humillado, pedirle a nuestro Dios que nos transforme, que nos santifique, que cree dentro de nosotros un nuevo corazón y que el viejo odre sea quitado de nuestras vidas, para que el nuevo hombre vuelva a nacer.
Todo lo que nos ha alejado de Dios debemos dejarlo, tales como el pasado, la religión, el pecado, la envidia, el rencor, la desobediencia, el desamor y cualquier otra cosa que nos ha impedido obedecer su clamor profético para la hora final. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es.
Debemos asumir un compromiso delante de Dios, y es remover profundamente a las iglesias para encontrar gente que esté dispuesta a clamar a Dios, un remanente en el cuerpo de Cristo que esté diciendo a viva voz: “Yo necesito más de Dios”.
Que tu meta principal para este año sea amar a Dios por encima de todas las cosas, entonces, te aseguro que este será el mejor año de nuestras vidas.
Que las misericordias del amor de Dios nos sigan sosteniendo con su brazo de amor y paz.