En medio de la agitación y la incertidumbre que rodea la nación dominicana, la Iglesia del Señor debe levantarse como un faro de paz, tranquilidad y armonía. Recordemos las palabras del profeta Isaías, quien anunció al Mesías como el Príncipe de Paz, aquel cuyo gobierno estaría marcado por la reconciliación y el amor
Enseñaba acerca del trato que debía tener con la Iglesia. Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes.
Abandonemos el camino de la contienda y las discusiones estériles que a nada conducen, Crucifiquemos la propuesta de la carne, un servidor de Dios se mantiene siempre en conexión con lo que enseña la Biblia , y Pablo era muy consciente de eso, así le enseñó a Timoteo cuando lo aconsejaba acerca del trato que debía tener con la Iglesia. Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes.Necesitamos clamar mucho y oremos por la Paz en Dios.
Es momento de recordar la advertencia de Pablo a la Iglesia, de no permitir que el pensamiento carnal se infiltre en nuestras congregaciones. En lugar de contiendas y discusiones estériles, debemos enfocarnos en seguir los principios del Espíritu Santo, los cuales nos conducen a la verdadera paz y unidad.
El apóstol Pablo nos recuerda en Gálatas la clara diferencia entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu. En estos tiempos turbulentos, debemos crucificar las obras de la carne y manifestar el fruto del Espíritu en nuestras vidas y comunidades.
Por tanto, hacemos un llamado a la reflexión y a la acción en nuestras iglesias. No nos dejemos arrastrar por la marea del caos y la división, sino que permanezcamos arraigados en la Palabra de Dios y en los principios de amor y unidad que Cristo nos enseñó.
Levantemos un clamor por la paz que sobrepasa todo entendimiento, confiando en que el Señor guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. Es momento de ser portadores de esa paz que el mundo tanto necesita. En el nombre Poderoso de Jesús.