
3 JUAN 1:2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Vivimos en tiempos donde la palabra “bendición” se asocia casi siempre con prosperidad material. Pero la Biblia nos muestra que la verdadera bendición de Dios es INTEGRAL: Abarca lo material, lo físico y lo espiritual.
El apóstol Juan no solo deseaba prosperidad económica, sino también salud y crecimiento espiritual.
Ese es el deseo de Dios para nuestras familias hoy, VEAMOS EN LA PALABRA DE DIOS EN QUÉ CONSISTE ESA BENDICIÓN INTEGRAL QUE DIOS QUIERE DARNOS:
I) QUE TENGAMOS TRABAJO Y QUE NO NOS HAGA FALTA NADA
(1 Tesalonicenses 4:11-12) y que procuremos tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, 12 a fin de que os conozcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.
Dios bendice a los que trabajan con esfuerzo y honradez La Palabra enseña que “la mano de los diligentes será prosperada” (Proverbios 10:4) La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece.
El trabajo honesto es un instrumento mediante el cual el Señor sostiene a nuestras familias y nos ayuda a no ser carga para nadie (2 Tesalonicenses 3:11-12) Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entre metiéndose en lo ajeno. 12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
Debemos cuidarnos de no poner nuestro corazón en las riquezas (Salmos 62:10) No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcas; Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.
El problema verdadero nunca es la prosperidad, sino el corazón. Podemos tener bienes sin ningún problema, pero LOS BIENES NO DEBEN TENERNOS A NOSOTROS
La verdadera bendición es disfrutar la provisión sin perder la dependencia de Dios (1 Timoteo 6:10) porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
II) QUE TENGAMOS SALUD
(3 JUAN 1:2) Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma
De nada sirve tener prosperidad material sin tener salud, Podemos tener recursos, proyectos, trabajo y metas, pero si la salud falla, lo demás pierde valor (Mateo 16:26) Porque ¿qué aprovechará el hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
La salud física es un regalo divino, y debemos cuidarla con responsabilidad y gratitud.
No tenemos que sacrificar nuestra salud física y mental por causa del dinero A veces las familias se someten a ritmos de vida que las desgastan: jornadas excesivas, estrés constante, falta de descanso, descuido espiritual (Mateo 6:31-32) Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Dios no desea que busquemos prosperar a costa de nuestra salud. Él quiere que vivamos equilibrados, con tiempo para Él, para la familia, para el descanso y para cuidar nuestro cuerpo.
III) QUE CREZCAMOS ESPIRITUALMENTE
(3 JUAN 1:2) Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma
La prosperidad no debe alejarnos del Señor Hay quienes, cuando reciben más, se olvidan de Dios. Pero la verdadera prosperidad es aquella que NOS ACERCA AL SEÑOR, que nos hace más agradecidos, más fieles y más dependientes de Él.
La prosperidad no tiene que llenar de soberbia nuestro corazón Podemos ver en la palabra de Dios le advirtió a su pueblo por medio de Moises que no dejaran que la soberbia llenará su corazón cuanto entraran a la tierra prometida (Deuteronomio 8:17-18) y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día
Cuando Dios bendice a una familia, esa familia reconoce que todo viene de su mano, y por eso no se llena de orgullo, sino de humildad y gratitud.
CONCLUSIÓN: La verdadera bendición no es solo tener trabajo o prosperidad económica. La verdadera bendición es vivir bajo la mano de Dios: con provisión, con salud, con un corazón que sigue creciendo espiritualmente. Que nuestras familias no solo prosperen “en todas las cosas”, sino también en el alma, manteniendo siempre a Dios en primer lugar.



