Nuestra misión en la Tierra, según la palabra de Dios, es comunicar su Palabra y el Evangelio de nuestro Rey y Salvador Jesucristo. Marcos 16:15 establece: ‘Y les dijo: id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura’. Basados en Juan 8:32, que dice: ‘y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’.
Como creyentes e hijos de Dios, tenemos la responsabilidad de continuar enseñando la verdad de nuestro Señor Jesucristo, liberando al cautivo, sanando al enfermo, alimentando al hambriento espiritual y material, y restaurando al caído con el poder del Espíritu Santo de Dios.
Estamos llamados a mostrar el camino a los perdidos, un camino que les permita entrar en el reino de la salvación de nuestro Señor Jesucristo, con amor fraternal que nace del amor sobrenatural de Dios.
Reflexionando sobre el regalo que Dios quería para mi hermana menor en su cumpleaños, y celebrar con ella, y sus amigas de profresión ya que durante años he estado compartiendo la palabra de fe, sanidad y salvación con ellas.
Hoy, mientras la bendecía una vez más, me encontraba contemplando algunas fotos que mostraban el regalo más hermoso que se puede ofrecer al que verdaderamente merece honra: Dios. Fue en ese preciso momento cuando, durante esta tarde, varias doctoras y amigas levantaron sus manos y dedicaron una poderosa oración llena de fe, gloria y alabanza a Dios por todo lo que Él ha hecho en la vida de mi hermana. Celebraban así su cumpleaños feliz, compartiendo el amor de Dios con sus compañeras de trabajo.
Cuando vi esa foto, solo pude decir: ‘Dios ha sido bueno, sus promesas se cumplen, alabanzas y adoracion para la gloria de Dios, mujeres realizadas y con temor de Dios’. Esa foto refleja gozo, alegría y corazones dispuestos a levantar sus brazos al cielo y agradecer a Dios.
Mi hermana Giselita, quien se encuentra sentada con una blusa amarilla, tiene motivos más que suficientes para hablar y creer en Dios. Hace unos meses, le diagnosticaron cáncer de mama. Sin embargo, ella me dice con convicción: «Sé lo que dicen los médicos, pero Dios tiene una palabra diferente. Él es el Dios de lo imposible» Lucas 18:27
En medio de las pruebas y los desafíos, la fe se convierte en nuestro faro de esperanza. Es el recordatorio constante de que no estamos solos, de que hay una fuerza superior que nos sostiene. La fe nos invita a confiar en lo invisible, a creer en lo imposible y a encontrar consuelo en la incertidumbre. En los momentos más oscuros, nuestra fe nos recuerda que incluso en la ausencia de respuestas tangibles, siempre hay una guía divina. Que nuestra fe siga siendo un ancla en las tormentas y una luz en nuestro camino, fortaleciéndonos y renovando nuestra esperanza en cada paso que damos. Hebreos 11:1.
Gracias mi Dios por darme la victoria de todas esas almas sedientas de su amor, y por seguir dándole seguimiento al evangelio sembrando en sus corazones la semilla cada vez que nos reunimos, o vía Whatsapp, porque todo esto conlleva un proceso a base de la oración de fe.