Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón respondió: Tu rostro, Señor, buscaré. No escondas tu rostro de mí; no rechaces con ira a tu siervo; tú has sido mi ayuda. No me abandones ni me desampares, oh Dios de mi salvación. Salmos 27:8-9
Durante los primeros días de diciembre del año pasado, estaba enseñando en una reunión en el norte de California cuando el Espíritu Santo me habló. Lo que me dijo requirió investigación, para entender realmente lo que me quería decir.
Dios dijo: «MUCHOS DE MIS HIJOS E HIJAS ESTÁN BUSCANDO QUE MI MANO SE MUEVA A SU FAVOR, PERO REALMENTE NO ESTÁN INTERESADOS EN BUSCAR MI ROSTRO.»
Al escuchar esto, pensé: “Me pregunto si yo también soy culpable de hacer esto.” Porque, aunque mi principal objetivo como cristiano es verlo a Él y ser transformado por Él, también me he encontrado necesitando que Su mano se mueva a mi favor en ciertos momentos. Para saber si nosotros estamos haciendo esto, primero debemos entender qué hace exactamente la Mano del Señor cuando se manifiesta, en comparación con lo que sucede al buscar Su Rostro.
Si bien hay muchas aplicaciones para lo que hace la Mano del Señor, la mayoría están relacionadas con Su poder, Su habilidad y Su autoridad. (Jeremías 32:21) Así que, cuando enfrentamos situaciones que están fuera de nuestro control, nuestra primera respuesta, en lo que respecta a Dios, suele ser pedirle que se mueva a nuestro favor de alguna manera. En Su Mano es donde encontramos las señales, las maravillas y los milagros que afectan el ámbito natural de nuestra existencia, no es un sustituto de buscar Su rostro, porque solo al buscar Su rostro encontramos la verdadera transformación de nuestras vidas personales.
Es interesante que el Señor nos diga que busquemos Su rostro a lo largo de las Escrituras, (Salmos 24:6, Salmos 105:4) pero prácticamente en ninguna parte de la Biblia nos dice que busquemos Su Mano, porque aunque Su Mano puede mover el cielo y la tierra a nuestro favor, no es Su poder, Sus habilidades o incluso Su autoridad lo que Él quiere que experimentemos más, sino lo que sucede cuando encontramos Su rostro. Aunque necesitamos que el Señor ponga Su Mano sobre nosotros y las cosas que suceden en nuestra vida personal, no es Su Mano lo que debemos buscar, porque cuando buscamos Su rostro, esto hace que Su Mano se mueva a nuestro favor y cambie nuestras situaciones para bien.
Si lo amamos, buscaremos su rostro. Y cuando encontremos Su rostro, Su rostro nos transformará a Su imagen. Y cuando seamos transformados a Su imagen, todas las cosas serán posibles para nosotros debido a Su Presencia en nuestra vida, entonces Su Mano se moverá para nosotros debido a nuestra relación con Él, no solo porque necesitamos algo de Él. Aunque no hay nada realmente malo en buscar que Su Mano se mueva a nuestro favor, son aquellos que buscan Su rostro quienes terminan experimentando ambas cosas impactando sus vidas. ¡Busquemos su rostro mientras pueda ser hallado! Porque si lo hacemos siempre encontraremos Su Mano moviéndose a nuestro favor. (Una palabra de Daniel Pontious)
DIA 8 EN SU PRESENCIA
LECTURAS BÍBLICAS: 2 Crónicas 7:14-16, Salmos 105:4, Salmos 24:5-6, Salmos 119:58, Salmos 80:19. Ezequiel 39:29 – Dios nos manda a buscar su rostro por sobre todas las cosas. Buscar el rostro de Dios es buscar Su carácter, Su verdad y Su presencia, mientras que buscar Su mano es buscar Su provisión y Sus respuestas circunstanciales a nuestras oraciones, deseos, temores, anhelos y luchas. Buscar al Señor significa buscar su presencia. “Presencia” es una traducción común de la palabra hebrea “rostro”. Literalmente, debemos buscar su “rostro”. Pero esta es la manera hebrea de tener acceso a Dios. Estar ante Su rostro es estar en Su presencia. Cuando buscas el rostro de Dios en lugar de Su mano, te preparas para un cambio dramático porque él recompensa a los que le buscan con sinceridad. Buscar a Dios no solo trae respuesta a nuestras oraciones, sino que transforma nuestro ser al reflejar Su gloria. (Salmos 34:5)
Buscar el rostro de Dios es más que un acto momentáneo; es una vida de comunión constante con Él. Cuando lo hacemos, Su mano se mueve en nuestras vidas para traer respuestas a nuestras oraciones, dirección, y victoria. Él promete oír, sanar, y restaurar cuando nos acercamos con fe y humildad. ¡Qué privilegio es saber que el Dios todopoderoso está atento a quienes lo buscan con sinceridad! Comienza tu día hablando con Dios, incluso antes de tu primera taza de café. Habla con Dios a lo largo del día con más frecuencia que las conversaciones que tienes en tu teléfono celular. Termina tu día hablando con Dios antes de ir a dormir.
Con amor y oraciones,