El Espíritu Santo de mueve de manera indecible y soberana. El avance del Reino es su única meta, la iglesia de Cristo su morada especial y su brazo extendido; por eso no debemos sorprendernos si suceden cosas extraordinarias cuando la iglesia se une en un mismo sentir.
Dios se paseó por La Habana el pasado fin de semana trayendo semillas de higuera de su pueblo escogido de varias naciones. Vino con encomienda de replantarlas y rociarlas nuevamente con aguas del cielo. La tierra es fértil y aunque los nuevos jardineros no son muy expertos en el oficio de cuidar los retoños, confían en que la tierra dará su fruto si se cuida bien la semilla, porque la Higuera, cuando crece bajo la supervisión del Eterno Dios, es un árbol fuerte que resiste cualquier tempestad. El único mérito de los nuevos jardineros es que aman al Señor que trajo las semillas y ellos quieren honrarlo. Así que ya están vestidos preparando los instrumentos de labranza porque la tierra cubana es buena y ellos confían en su Señor.
La Higuera-Ministerio Internacional de Intercesión-, un instrumento de Dios para hacer manifiesto el ministerio de unidad entre Israel y la iglesia, se reunió en La Habana por la gracia de Señor y la iglesia de Cristo vivió una jornada especial de oración, danzas y alabanzas a nuestro Salvador. ¿Hay algo imposible para Dios?
Pero hay más. Este mismo fin de semana una convocatoria aparentemente insólita se ha esparcido por La Habana: una invitación para cristianos, judíos y árabes residentes en Cuba a reunirse para orar juntos por la paz duradera y por la buena convivencia humana entre Israel y Palestina.Será el 21 de septiembre en un emblemático teatro (“Bertold Brecht”) de esta ciudad y desde ahora invito a mis hermanos de León de Judá y de La Higuera a interceder en oración por este encuentro. ¿Hay algo imposible para Dios?
La mayor fortaleza de la iglesia de Cristo reside en su unidad, pero continúa siendo su mayor debilidad. No es lo mismo estar juntos que estar unánimes. Estar juntos habla de estar unidos para lograr objetivos comunes, estar unánimes es ser del mismo sentir, es compartir la pasión por alcanzar metas comunes pero sobre la base de una fe común. La mejor ilustración la da Lucas: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”(Hech 2.1).
Pero ese es justamente el problema. Pocas veces se logra la fórmula: unánimes juntos. Muchas veces estamos unidos (juntos), pero no unánimes(en un mismo sentir) y los incrédulos son los primeros que lo notan (¡son tan buenos observadores!). Si nuestra falta de unidad perjudica al evangelio de la reconciliación que tanto predicamos, la falta de unanimidad convierte a la iglesia en un blanco fácil de los dardos del maligno y nos aleja del deseo eterno de Dios de que “seamos uno”(Juan 17). Con razón Pablo animaba a los hermanos filipenses de la siguiente forma: “hagan completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito”(Flp 2.2). Estar unánimes es estar unidos en el Espíritu.
La Higuera es el árbol que “clama” por unidad y por unanimidad de los hijos del Dios de Israel y de todas las naciones, porque en nuestra condición de creyentes en su hijo Jesús, somos también llamados pueblo suyo por su soberana y perfecta voluntad. Dios no ha abandonado a su pueblo, todavía tiene planes de restauración para Sión, pero necesita la unidad y unanimidad de la iglesia de Cristo para encender el amor y extenderlo como una plaga benigna que contagie y restaure al más duro corazón. Tu oración por este motivo, ¡cuenta!
¡Dios te bendiga!