El que siembra la preciosa semilla tiene resultados diferentes en su vida. La preciosa semilla era aquella que tenías que escoger si usarla para comer y satisfacer tu hambre por un momento, o sembrarla con la expectativa de que traería más cosecha. Era algo doloroso, porque tenías en tu mano el sustento, pero lo sembrabas y tenías que creer y esperar que algo pasara. Pero Dios promete que, aquel que lo hace, regresa contando las bendiciones que Dios le ha dado.
En Salmos 126, dice el verso 5, en plural: Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán; pero continúa diciendo, en singular, el verso 6: Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. En la vida hay quienes tienen resultados porque se esfuerzan más que otros. Hay diferentes niveles a los que podemos aspirar, pero hay quienes aspiran a niveles por los cuales no están dispuestos a trabajar, a pagar el precio. Hay quienes nunca siembran, por lo que no tienen resultados; hay quienes siembran, por lo que cosechan; hay quienes siembran con lágrimas, y siegan con regocijo; pero hay quien va andando y llorando, llevando la preciosa semilla, y vuelve con regocijo, trayendo sus gavillas.
Una cosa es sembrar con lágrimas; otra, sembrar la preciosa semilla. La preciosa semilla es lo valioso, es ese esfuerzo extra, es eso que dice que estás haciendo sacrificio. El pueblo de Israel, en Jericó, tuvo que dar vueltas y vueltas. Aquello parecía tonto; ¿por qué dar una vuelta más? Pero Dios dijo, y vamos a dar una vuelta más. Aquel que se atreve a sembrar la preciosa semilla, cuando regresa, regresa con gavillas, con resultados más grandes, con una cosecha completa. Atrévete a sembrar, a creer, a hacer algo más, a hacer lo extra; muévete a una dimensión de gloria, de poder, creyéndole al Señor.
A veces, los que sembramos la preciosa semilla estamos solos; porque mucha gente hace el esfuerzo, pero no hay mucha gente dispuesta a hacer el extra, a pagar el precio. Pero, al mismo tiempo, somos los que regresamos contando que Dios hizo algo grande por ese extra que hemos hecho.
Haz lo mejor que tú puedas hacer, créele a Dios, haz un sacrificio más grande en este tiempo fértil. Si Jesús lo hizo por ti, lo menos que tú puedes hacer es retribuir con un acto de fe, creyéndole al Señor por un milagro, por algo sobrenatural.
Cree hoy que, si siembras la preciosa semilla, algo grande va a ocurrir. Estamos creyendo contigo que tú podrás regresar contando el testimonio de la obra que Dios habrá hecho en tu vida.