En tu camino a la tierra prometida, tú escoges qué piedras te llevas contigo, y cuáles dejas enterradas en el río; qué va a quedar como memoria de lo que Dios ha hecho en tu vida, y qué no va a tener parte en tu futuro. Escoge las piedras correctas por ti, y escógelas también por tus hijos. Dios le dijo a Josué que pusiera el monumento para que, cuando sus hijos preguntaran, él pudiera decir: Fue Dios quien nos hizo cruzar, quien abrió el camino. Vive tu vida de manera tal que tus hijos te tengan que preguntar cómo lo hiciste, cómo lo lograste, y tú puedas responder sin decirles todo porque hubo unas piedras que tú enterraste; tú les vas a contar lo que decidiste llevarte al otro lado. Tus hijos serán inspirados por el monumento de lo que tú y Dios habrán hecho en tu vida.
“21 Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras? 22 declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en seco por este Jordán. 23 Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos; 24 para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová vuestro Dios todos los días.” Josué 4:21-24
El tercer grupo al que tienes que dar testimonio con ese monumento es al mundo entero; a todo el que pase por tu casa, por tu vida. Dios quiere que tú hagas un monumento de tu vida para que la gente conozca quién es el verdadero Dios, quién es Jehová de los ejércitos, para que la gente tenga un encuentro con Él.
Tú tienes que escoger las piedras correctas de tu vida por ti, para que puedas apreciar el proceso y cruzar a la tierra prometida. Tienes que escoger las piedras correctas por tus hijos, para que cuando ellos te pregunten, tú les puedas testificar. Tienes que escoger las piedras correctas por aquellos que van a resurgir cuando vean tu monumento.
Si un valor tiene tu historia es que, cuando se cuenta de la manera correcta, es capaz de hacer que en otro renazca una nueva historia para la gloria de Dios.
Muchas veces han caído las piedras de tu vida; y tú pudieras esperar a ver qué pasa, pero tú no tienes ese tiempo para esperar. Tú tienes que hacer de tu historia un monumento para que la vida de otro también resurja a tiempo, que cuando la gente te vea y tú le cuentes, tú les puedas decir: Yo pasé lo mismo que tú, viví lo mismo que tú; pero yo tomé las piedras, enterré unas y pasé con otras, y mira lo que estoy haciendo con mi vida.
Que hoy Dios te dé la capacidad, que te dé la sabiduría de escoger qué piedras vas a enterrar, y qué piedras vas a cruzar; y cuando llegues al otro lado, balancéalas. ¿Se te caen? Vuelve otra vez. Pero que algún día, cuando llegues a ser lo que Dios quiere que tú seas, la gente te pregunte y tú puedas decir: Un día Dios me hizo cruzar el Jordán; Dios me sacó del desierto, abrió camino, escogí llevarme estas piedras y enterrar otras, y lo que ves hoy es la combinación de la mano de Dios y mi desición de escoger memoria queda enterrada, y qué persona cruza conmigo al otro lado. Si tomas la decisión correcta, tu vida se convertirá en un monumento para la gloria de Dios.