“42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” Lucas 22:42-44
Desde el comienzo de su ministerio, Jesús vio tres años y medio de milagros, de obras gloriosas; pero, aun así, en el Getsemaní, se encuentra batallando con la agonía mental de lo que se aproximaba. Cuando ya estaba a punto de realizar su cometido, comenzó a buscar una posible salida de lo que sabía tenía que suceder.
La verdad es que, muchas veces, la batalla mental, el desgaste emocional, provoca que se vacile al momento de tomar las mejores decisiones de la vida para poder alcanzar lo que Dios tiene para cada uno. Aunque Jesús vivió una vida de milagro en milagro, era hombre, y pocas veces el ser humano es capaz de mantenerse enfocado en todo lo positivo de la vida. El hombre puede experimentar un millón de cosas maravillosas, pero un mal momento, o varios, pueden provocar que cualquiera se desenfoque, y que las cosas bonitas de la vida no tengan el mismo peso en su mente. Jesús vivió tres años de milagros, pero en medio de todo le perseguía gente que le criticaba, buscando alguna y toda falla posible para poder acusarle; acompañado de todo esto estaba el pensamiento de la muerte que tenía que pasar. Jesús sabía que lo próximo en su agenda era consumar su llamado a morir por la humanidad, y así lo hizo.
En la situación que te encuentras, has pasado momentos de victoria, pero las cosas negativas han echado al suelo todas las buenas y buscas alternativas para no pasarle a otro la responsabilidad de lo que te toca vivir. Tú sabes que estás a punto de salir, pero te falta una cosa, te queda pasar por la parte más difícil, pero no puedes renunciar porque se acerca tu mayor victoria. Te toca tomar la decisión de permanecer y salir de la agonía de tu mente, para que puedas terminar la carrera que comenzaste y recibir la victoria que Dios te prometió.
Un hombre que llevaba treinta años trabajando para una empresa de construcción, le dice a su jefe que se quería retirar. El jefe le pidió que construyera una última casa y que escogiera él todo lo que le pondría. El hombre, agotado y queriendo ya retirarse, hizo su peor trabajo en esta última casa que su jefe le había pedido, escogiendo los peores materiales. Cuando terminó, su jefe le obsequió la casa, a lo que el hombre contestó: Si hubiese sabido que era para mí, hubiese escogido lo mejor de lo mejor. Piensa en esto: muchos, siendo responsables de lo que se construye en su propia vida, permiten que el desgaste emocional les lleve a construir con los peores materiales.
Tu mente, hoy, tiene que alinearse para entender el propósito que Dios tiene para tu vida. No puedes dejar que el desgaste emocional que has sufrido te haga hacer tu peor esfuerzo, tu peor trabajo, cuando estás a punto de terminar. ¿Podrás tomar tu hoy la próxima decisión con las mismas fuerzas que las tomaste al principio, sin importar lo que has vivido en el camino? Tal vez te sientes drenado, desgatado, frustrado ante el tiempo, ante todo lo que ha pasado; pero es tiempo de vivir por encima de todo esto, enfrentar lo que tienes que enfrentar y culminar con la misma fuerza que comenzaste.
¿Cómo Jesús vence con tanta firmeza a la tentación del enemigo en el desierto al principio de su ministerio? Sencillo; Jesús sabía que no tenía que impresionar al enemigo. Él, ni su unción, ni su poder, fueron asignados a salvar al enemigo, ni tan siquiera para pelear con él; Jesús, simplemente no tenía que hacer nada para impresionarle.
Cuando eres libre, sabiendo que no tienes que impresionar a nadie para quien no has sido asignado, puedes enfocarte en cumplir con lo que tienes que cumplir, sin desgastarte emocionalmente. Jesús se ve desgastado emocionalmente en el Getsemaní porque, a los que él fue asignado, no le recibieron. Eso es lo que desgasta, que la gente para la que Dios te ungió, no te quiera. Jesús se había desgastado, y ahora no tenía las fuerzas para cumplirle al Padre.
Deja de intentar impresionar a la gente incorrecta. No permitas que el mundo te desgaste, para que puedas agradar e impresionar a Dios en el momento que Él pida algo de ti. Vence la batalla en tu mente; solo así podrás hacerle frente a cualquier persona o cosa porque sabes que, de todas, Dios te va a librar, te va a levantar. Jesús, antes de que todo sucediera, antes de enfrentarse a los que le acusaban, a los castigos y a la cruz, ya había vencido en su mente, en el monte. Vence tu mente, porque así podrás pasar por la cruz, por la dificultad, y alcanzar los mejores días que vendrán. Dios te da la fortaleza para que venzas el desafío de tu mente, para que te levantes y puedas hacer lo que Él te ha pedido que hagas.