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Tu Copiloto

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8

Estas son las últimas palabras de Cristo antes de ascender, haciendo referencia a la profecía que se había hecho desde los tiempos de Joel, donde dice “y derramaré de mi espíritu sobre toda carne”.  Cuando vamos al libro de Juan, vemos a Cristo hacer referencia de lo necesario que era que él se fuera para que el Espíritu descendiera.  Les dijo a sus discípulos que no los dejaría huérfanos, que descendería el Espíritu Santo.  Jesús venía preparando a sus discípulos para tener expectativa de lo que pasaría ese día donde ellos serían llenos del Espíritu Santo y caminarían en otra dimensión; ya no sería Dios con ellos, sino Dios en ellos.  Aunque quizás tú nunca lo hayas sentido u oído, el día que le entregaste tu vida al Señor, tú fuiste investido con el Espíritu Santo.  Y eso es lo que te da posibilidad de tener una relación con Dios.  Es una experiencia más poderosa que tu mente, que tus pensamientos; una en la que eres dirigido por Dios, y la presencia de Dios que habita dentro de ti.

Cuando un piloto va a ciertas millas por hora, no hay problema; pero, para pilotear a mayor velocidad, requiere ciertas licencias especiales, o un copiloto.  Esto, no necesariamente porque una persona no pueda manejar sola, sino porque, cuando vas a altas velocidades, están sucediendo tantas cosas tan rápido, que requiere más de una persona que procese la información.  Si algo le pasara a uno de los pilotos, el otro puede aterrizar, pero es más complicado porque, cuando tú vas a 600 millas por hora, las cosas pasan demasiado rápido; hay demasiada información fluyendo.  Esa es la complicación que tienen nuestros niños y jóvenes hoy; la información fluye tan rápido que requiere un copiloto controlando la información.  Nuestros niños, nuestros jóvenes, saben más que nosotros; y no todo el mundo tiene la capacidad de manejar tal cantidad de información a esa velocidad.

Tú tienes al Espíritu Santo en ti porque, a través de él, tú puedes manejar.  Todo lo que está pasando a tu alrededor es tan rápido; la gente que está hoy contigo, mañana no está; los gobiernos cambian, la banca cae y se levanta.  Tú tocas un botón y tienes información inmediata de todo lo que está pasando en el mundo; hay tanta información corriendo, vamos a una velocidad tan rápida que hoy más que nunca necesitamos dirección del Espíritu Santo para que filtre la información y te diga por dónde debes caminar, qué debes hacer.  Los tiempos que estamos viviendo requieren que nuestras decisiones sean claras, precisas, y solo podemos hacer esto a través del Espíritu Santo en nosotros, porque un solo error puede ser catastrófico.  El Espíritu Santo está dentro de ti para dirigir todos tus pasos, para guiarte y llevarte a ser todo lo que Dios quiere que tú seas.

En Hechos 2, se completa esa profecía.  Dice la Biblia que descendió del cielo el Espíritu Santo y llenó a todos los que estaban en aquel lugar.  Pero esta no es la primera vez que el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos.  En Juan 20, tuvieron una experiencia a puerta cerrada, donde recibieron el Espíritu Santo:

“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.  Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.”  Juan 20:21-22

Una cosa es que tú tengas al Espíritu Santo, y otra cosa es que el Espíritu Santo te tenga a ti.  Pero la gente confunde las manifestaciones del Espíritu Santo.  Cuando por primera vez el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, solo los que estaban allí lo vieron; pero cuando el Espíritu Santo tenía a los discípulos, todo el mundo lo vio.  A puerta cerrada, el Espíritu Santo entró en los discípulos, pero nadie vio aquella experiencia.  Recibieron el Espíritu Santo porque Jesús les iba a hablar cosas profundas, que no entenderían si no tenían al Espíritu Santo porque, ¿quién procesaba toda esa información si no era el Espíritu?  Imagínate hablar con Cristo resucitado, verlo traspasar la pared, ver sus marcas.  Antes de esta experiencia, Jesús les había dicho: Ustedes tienen que comer mi carne y beber mi sangre.  Ellos no entendían.  Eso solo se puede entender por el Espíritu.  Y así hay cosas en nuestra vida que no encontramos palabras para describir y, por más que tratamos, al final terminamos diciendo: Tú tienes que verlo.  Porque no hay manera de explicarlas.  Y Jesús puso de su Espíritu en ellos, para él poder hablarles.  Pero, ¿quién se enteró de eso?  Nadie.  A diferencia de la manifestación del Espíritu Santo visible que no fue para la iglesia sino para el que no creía.  El problema de la iglesia es que, muchas veces, las más grandes manifestaciones del Espíritu se quedan a puerta cerrada.

Cuando el Espíritu Santo se muestra sobre tu vida de manera visible, es para que, el que no cree, pueda creer que tú llevas dentro algo especial porque lo que han visto de ti toda tu vida es que no sabes hablar, no eres culto; esto decían de Pedro, que era un pescador, que nunca había estudiado y no sabía hablar; que solo Dios podía hacerle hablar así.  Y eso es lo grande del poder de Dios, que Él escoge lo más vil del mundo para traer gloria, y eso es lo que se hace visible.  La manifestación del Espíritu Santo no es para que tú digas: Allí estuvo Dios; sino para que la gente que está afuera, cuando el Espíritu Santo te toma a ti, pueda decirlo.  Esa es la diferencia de tú tener al Espíritu y que el Espíritu te tenga a ti.  En Juan 20, ellos tenían al Espíritu; en Hechos 2, el Espíritu los tenía a ellos; por eso, cuando Pedro habló, no era él hablando, sino el Espíritu hablando a través de Pedro.  Por eso, sin saber cómo hablar, cómo predicar, sin saber qué decir, lo que dijo provocó que miles de personas le entregaran su vida al Señor.

No es lo mismo tener el Espíritu, a que el Espíritu te tenga a ti.  Tú tienes al Espíritu Santo dentro de ti, desde el día que entregaste tu vida al Señor; que no te quepa duda.  Tú tienes al Espíritu dentro de ti; la pregunta es si él te tiene a ti.  Y tú sabes que te tiene a ti, cuando la gente allá fuera puede ver lo que él ha hecho en tu vida.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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