Lucas 1:5-38 relata la historia de cómo un ángel le reveló a Zacarías que tendría un hijo con Elisabet en su vejez, y la historia de cómo se le revela a María para hablarle acerca de que sería la madre de Jesús.
El ángel Gabriel le dice a Zacarías que tendría un hijo, pero Zacarías contesta, en otras palabras: ¿Qué prueba hay en mi vida, que muestre que sucederá? Por el contrario, cuando el ángel le avisa a María que tendría al Hijo de Dios, esta contesta diciendo, en otras palabras: Dime en qué tengo que creer para que esto ocurra. El Ángel contesta: Vendrá el Espíritu Santo sobre ti. Y ella responde: Hágase conmigo como tú has dicho.
Podemos ver que la contestación de María es muy diferente a la que dio Zacarías. Zacarías quería una evidencia natural, mientras que María pidió las instrucciones a seguir para que sucediera.
Muchos piden profecías y señales; otros viven muertos en vida, sin saber qué hacer, ni para dónde ir. Asisten a la iglesia, oran, pero lo hacen para ver si algo sucede. No podemos estar buscando evidencia en el mundo natural para creer la palabra de Dios en tu vida, sino que debemos seguir el ejemplo de María. Cuando el Señor te hable sobre una promesa, tú respuesta debe ser: ¿Qué debo hacer?
El águila vive sabiendo que, por más loco que parezca el proceso de renovación, le van a salir nuevas plumas. No cuestiona cuándo le saldrán; solamente lo sabe, e internamente no permite que la espera le desespere.
En la vida del creyente, lo que vence las circunstancias está en el interior. Entiende que una dificultad te vence, cuando pierdes las esperanzas. Tienes que decir como Pablo: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
Si eres capaz de mantener la fe para vencer las circunstancias, cuando salgas de ellas, no serás la misma persona; habrás vivido la experiencia real de la resurrección, y habrás visto que una circunstancia adversa no limita el poder de Dios.
Pastor Otoniel Font
