Una cosa es un talento, otra, un don. Tú naces con tus talentos, los heredas de tus padres; Los dones los recibes cuando naces de nuevo. Un talento es una habilidad natural para la cual puedes prepararte, educarte hacia ella; Los dones puedes estudiarlos, puedes prepararte, pero en realidad son un regalo de Dios; Él te los asigna, te los da.
Pablo hablaba de que todos estos dones tienen que manifestarse con orden. No hay tal cosa como manifestar cualquiera de estos dones en medio de un desorden tal que, cuando la gente salga, no sepan ni lo que pasó. Pablo decía que él prefería hablar cinco palabras con el entendimiento que mil en lenguas; Decía que prefería, en la iglesia, hablar de manera que todos entiendan, que hablar en otras lenguas que nadie entendiera. Hay quien quisiera que en todos los cultos pasáramos horas hablando en lenguas, que hubiera hora de entrada, pero no de salida. En nuestra iglesia, hay hora de entrada y de salida. Por supuesto, damos espacio para estas cosas, pero en cada servicio recibimos visitas –por ejemplo – que no tienen idea de ninguna de estas cosas, y Dios los trae para que nosotros les ministremos, y si salen sin entender lo que pasó, entonces no recibieron ministración. Estaríamos perdiendo el enfoque de ganar almas para el Señor. Entre nosotros, que entendemos, podemos hablar otro lenguaje en momentos de vigilia, de oración, en un ambiente dirigido por personas que mantienen el orden dentro de todo el proceso, para asegurar que haya beneficio para todos.
Por eso es que la Biblia dice, y Pablo enfoca todo el tiempo, acerca de la importancia de que seamos administradores de nuestros dones. Dios quiere que tú tengas autoridad sobre tu vida, y que aprendas a manejar el don y las habilidades que Él te ha dado. Si tú eres capaz de administrarlos, Dios puede confiar más en ti, puede aumentarlos en tu vida.
“Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:1-2
Este verso dice que se requiere que seas hallado fiel en cuanto a la administración. No es una opción, es un requisito. Todo el que administra algo para Dios –un don, una habilidad, una iglesia – sea hallado fiel, tenga el carácter que Dios quiere. No puedes depender únicamente de tu habilidad o de tu don. Aún en el mundo, a una persona con una gran habilidad, una falta de carácter le puede destruir toda su vida. Tiger Woods, considerado de los mejores jugadores de golf, cuando descubrieron sus múltiples adulterios, la vergüenza fue tal, que jamás fue el mismo. Una falta de carácter afecta tu talento, tu habilidad. Bill Clinton fue un buen Presidente de Estados Unidos, muy diplomático; Pero siempre será recordado por Mónica Lewinsky, y por ser un Presidente al que por poco desbancan. Todos sus logros, por una falta de carácter, se derrumban.
Un don o una habilidad, te llevan hasta un nivel, pero lo que te sostiene en ese nivel es el dominio de tu carácter. Eso no quiere decir que si fallas en tu carácter Dios no te pueda usar; Esa es la gracia y la misericordia de Dios. Pasó con Sansón; Falló, y Dios lo usó, pero ya estando ciego, trabajando como burro, y murió cumpliendo su llamado. Dios lo usó por su gracia; La fe Dios la cuenta por justicia, pero pagó el precio de la decisión que tomó. Su falta de carácter hizo que no reinara por más tiempo. Por eso, tú tienes que mantener paralelos tus habilidades y dones con tu carácter, con tu interior.
Pablo decía que quería que estuviesen cimentados y arraigados en amor; Los cimientos son el fundamento, lo que determina lo qué tú puedes poner arriba; Arraigado nos habla de las raíces, que determinan lo que sale de ti. Y Pablo dice que quiere que tus cimientos sean amor para que todo peso que se ponga sobre tu vida, toda bendición que Dios ponga sobre ti, tú la puedas sostener, la puedas aguantar, que puedas sostener el peso de lo que Dios te ha llamado a hacer. Así que, tu carácter es vital para lo que Dios quiere hacer contigo. No es una opción, sino un requisito. Se demanda de ti ese carácter.
¿Cuándo una persona deja de ser ungida? ¿Cuando peca y falla, o cuando tú lo descubres? A veces, cuando lo descubres, ya lleva tiempo fallando, y mientras tú no lo sabías, en tu mente era ungido. Ahora, ves su falta de carácter y tu perspectiva cambia. Si Dios usa a una persona para cambiar tu vida, para bendecirte, y tú no conoces su carácter sino hasta después, y te decepciona, tú tienes que entender que esa es la gracia de Dios; Que tú nunca debes juzgar el regalo que Dios te da por el papel en que viene envuelto. Delante de Dios, la persona nunca deja de ser ungida. Dios no quita dones ni habilidades. Cuando una persona falla, la percepción de Dios de esa persona no cambia; Somos nosotros quienes la vemos diferente. Nos decepcionamos porque ponemos a los hombres en un estándar tan alto, que se nos hace difícil ver que Dios pueda usar lo frágil de la humanidad para hacer algo grande. Decimos creerlo, pero se nos dificulta entenderlo. Esto no significa que debemos bajar el estándar moral; Un administrador debe ser hallado fiel; Pero ante la perspectiva de Dios, la persona sigue siendo quien es; Es nuestra percepción la que cambia. El hecho de que tu percepción no cambie y sigas amando y respetando a esa persona, no quita que esa persona tenga que pagar unas consecuencias por su mala decisión; Ese es el otro extremo. Hay quienes no están viviendo la vida correcta, son descubiertos, y pretenden seguir sin corregir su vida; Pero eso no funciona porque una fuente no puede dar dos aguas, una dulce y otra amarga. O una o la otra. Su don sigue ahí, pero tiene que restaurarse, levantarse.