Un año nuevo ha comenzado. Trescientos sesenta y cinco días se abren delante de nosotros y serán puestos en nuestro nuevo calendario. El año pasado ya forma parte de una historia pasada. A estas alturas ya no valen los lamentos y no podemos revivir lo que ya ha muerto.
Por lo tanto, una nueva historia comienza a partir de hoy. Ahora la pregunta obligada será cómo viviremos esta nueva experiencia a partir del primero de enero del 2023. Frente a esto se nos presenta un desafío para ser considerado tomando en cuenta el pasado inmediato, el nuevo presente y el futuro abierto a partir de hoy.
Para esto les propongo un texto bíblico a través del cual podemos dar respuesta a estas tres consideraciones:RETENIENDO, RETIRANDO Y RECORDANDO. Estas tres “R” contienen en sí mismas un desafío al entrar a un nuevo año que debe ser transitado.
Así, pues, vamos a trabajar con estos versículos al compartir los desafíos de cada uno de ellos. He aquí el plan de Dios para nuestras vidas. Trabajemos, pues, en el contenido de estos versículos mientras pensamos en los desafíos que nos dejó el año viejo, y los desafíos del nuevo, donde ahora andamos.
La pregunta de este mensaje será cuáles cosas del pasado deben ser retenidas, cuáles deben ser retiradas y cuáles deben ser recordadas, para vivir el futuro que se nos abre a partir de hoy. Que el Señor nos ayuda cuando a partir de hoy hemos iniciado un nuevo año.
I. LO QUE DEBE SER RETENIDO
1. La conciencia de lo que somos ahora (vers. 3:1ª)
Pablo nos dice que hemos “resucitados con Cristo”. La palabra “si” no es una declaración de posibilidad, sino una realidad espiritual. La idea sería: “…Ya que habéis resucitado con Cristo…”. Pablo está discutiendo nuestra posición espiritual. Cuando Jesucristo murió en el Calvario, cada persona que pone su fe en él también murió ese día (Gálatas 2:20; Romanos 6:1-11).
En un sentido espiritual, cuando Jesús murió en la cruz morimos al castigo y al poder del pecado. De esa manera, al saber que estoy muerto, no debo preocuparme de ser castigado por mis pecados. El precio ha sido pagado, porque he muerto (Romanos 6:23). Y si he muerto con Cristo, también he sido librado del poder del pecado en mi vida (Romanos 6:14).
Si algo sabe un hijo de Dios es que está muerto al pecado (Colosenses 2:20). Cuando Cristo se levantó, todas las personas que creerían en él también se levantaron. ¡Nunca debemos olvidar que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, pero ahora andamos en novedad de vida nueva vida en Cristo Jesús! Este conocimiento nos ayudará a vivir limpios y cerca de la gloria de Dios. Esta es la conciencia que retenemos del pasado.
2. La conciencia de donde pertenecemos (vers. 3:1b-2ª)
He aquí nuestro enfoque. Cuando hemos resucitado a una nueva vida en Jesús, debemos buscar las cosas de arriba. El verbo “buscar” está en tiempo presente, pero en modo imperativo. En otras palabras, se nos dice que busquemos continuamente las cosas de arriba.
El segundo versículo se basa en ese pensamiento al decirnos que pongamos nuestra mirada en las cosas de arriba no en las cosas de la tierra. La palabra “mirada” tiene que ver con nuestros afectos y se refiere a la mente. ¿Cuál es el sentido de esta frase? Que enfoquemos nuestros pensamientos en las cosas celestiales, no en las cosas terrenales.
Debemos poner nuestra mente en las cosas de Dios y en las cosas que dan gloria a su nombre. Una mirada rápida a algunos de los versículos relacionados con este nos da una idea de lo que Pablo está hablando. Debemos poner nuestra mirada en las cosas de arriba para un mayor conocimiento de Cristo (vers. 10), para una vida cada día más limpia (verss. 5-9), para adornar mejor nuestra vida de virtudes, especialmente la del amor (verss. 12-14), y, sobre todo, para una vida donde la palabra de Dios “more en abundancia en nuestros corazones” (vers. 16).
3. La conciencia de vivir gobernado por la eternidad.
Nuestra vida debe estar gobernada por una perspectiva celestial, y al hacerlo así, eso gobernará nuestro andar terrenal. ¿Cómo nos enseña todo esto?
Pues que cada decisión, cada actividad, cada plan y propósito debe ser considerado a la luz de la eternidad. Todo debe ser presentado ante el Señor no desde una perspectiva terrenal, sino desde el punto de vista celestial. Esta fue la visión del Señor cuando en su sermón del monte nos dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura”.
Jesús sabía de los afanes cotidianos, y como nuestro sentido de sobrevivencia nos envuelve en una vida demasiada terrenal. Pero el pueblo de Dios está llamado a tener una mente celestial. Esto es posible gracias a la presencia de nuestro Señor en el Cielo.
Desde Su lugar a la diestra del Padre, Jesús intercede por nosotros, y nos da todo lo necesario para vivir para él en este mundo (Hebreos 7:25: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”). Y Romanos 8:31-34. Mientras nos preparamos para entrar en un año nuevo, el Señor nos ayude a darnos cuenta de quiénes somos y lo que tenemos en Jesús. ¡Que esa comprensión cambie nuestro caminar para Su gloria!
II. LO QUE DEBE SER RETIRADO
1. Debe ser retirado lo terrenal en nosotros (vers. 2b)
Las damas, más que los hombres, saben de la limpieza profunda de sus casas. Al hacerlo, en no pocas ocasiones descubren cuántas cosas guardadas deben ser tiradas a la basura. Lo mismo pasa con nuestros pensamientos en relación con la vida espiritual.
Pablo nos dice en el versículo 2b que, al enfocarnos en las cosas celestiales, debemos cuidar nuestros pensamientos de no ser atiborrados de todo lo terrenal; esto, por supuesto, es una verdadera lucha. ¿A qué nos enfrentamos con todo esto?
Mientras nos esforzamos en poner nuestra mirada hacia arriba “donde está Cristo sentado”, debemos evitar quedar atrapados en todas las cosas de este mundo las cuales inundan nuestras mentes y obstaculizan nuestro caminar.
Cuando lo terrenal domina nuestra mente, nuestro enfoque será en este mundo, y no habrá mucho tiempo para entregarnos a las cosas de Dios. Mis amados, hay muchas distracciones peligrosas que obstaculizan nuestro caminar, para poner nuestra mirada hacia arriba; esto significa que hay muchas cosas que deben ser retiradas para el año venidero. El llamado en este sentido es parecido a Hebreos 12:1, con su exhortación de despojarnos del peso que nos asedia.
2. Debe ser retirado lo que ofende al Espíritu (vers. 5)
Pablo anticipadamente nos ha hablado de nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo, y uno de los pecados que trae mayor ofensa a su santidad es el de fornicación. Después de hablarnos de dos imperativos:“buscad” y “poned” para referirse al cielo ahora nos habla del imperativo “haced morir”, para referirse a lo terrenal en nosotros.
En la lista de las cosas que deben morir y dejarlas en este año viejo aparece la fornicación, y el resto de los pecados que le acompañan se derivan de este primer pecado. Pablo sabía de esos deseos que batallan en el cuerpo, y la fornicación es uno de los más duros para vencer.
Corintios era una ciudad muy libertina, y la fornicación era el pecado más abundante. Este pecado se define como todo tipo de relación sexual antes del matrimonio y fuera del matrimonio. La sociedad a la que asistimos ahora es tan parecida a la antediluviana y la sociedad de Sodoma y Gomorra.
Hay un culto a la sensualidad en todo lo que vemos u oímos, y eso es un asunto muy serio con el que un hijo de Dios lucha para no pecar contra el Espíritu de gracia recibido. La recomendación de Pablo es para hacer morir tales cosas de nuestras vidas.
3. Debe ser retirado lo que afea el carácter (vers. 8)
Pablo menciona en un solo versículo lo feo de un carácter no controlado por el Espíritu. Él habla de la ira, una palabra que se refiere a una amargura profunda y ardiente. Es algo que mora en el corazón y hace que la persona enojada sea difícil de tratar.
La persona enojada tiende a arremeter tanto con palabras como con hechos. La ira y el enojo son hermanos de la misma familia. La ira se refiere a algo cuando se desborda, o se sale de su cauce. Son aquellos estallidos repentinos y explosivos con los que se enciende el momento.
También habla de la malicia como el deseo de hacer mal a alguien o de actuar en forma mala hacia alguna persona. Es una inclinación al mal, con énfasis en el engaño y la falsedad. No se espera de un cristiano que actúa con malicia, pero es un pecado que puede estar latente.
Hay dos palabras asociadas con nuestro hablar, una es la blasfemia y la otra es palabras deshonestas. La una tiene que ver con calumniar a una persona y la otra con el mal uso de las palabras, especialmente cuando son groserías. Si en mi vida la he llenado con este “coctel” pecados del carácter, debo decidir no seguir viviendo con ellos, esto debe ser desechado. Es basura que debe ser limpiada.
III. LO QUE DEBE SER RECORDADO
1. Que estamos escondidos en el Señor (vers. 3b)
Nosotros debemos recordar la posición al cuál fuimos puesto al momento de recibir a Cristo. No solamente sabemos de nuestra muerte al pecado, sino del lugar donde ahora está nuestra vida. Pablo habla de estar “escondido en Cristo”.
Una cosa es estar escondidos de los hombres, pero otra muy distinta es estar escondidos en Dios. ¿Qué significa esto para un creyente? Utilicemos la figura de lo visible y lo invisible. Lo visible para el creyente es lo que refleja su conducta y su carácter, así como sus actividades donde se destaca su presencia.
Pero lo que sostiene lo que hacemos externamente está sustentado por las raíces de nuestra relación con Dios, lo no visto. Pablo dice que ya hemos muerto y nuestra vida está escondida en Dios; eso sería como nuestras raíces que ya echamos en él.
Estar “escondidos en Dios” por un lado, es poseer la más inexpugnable garantía de que nuestra vida está segura en él, de manera que nadie nos podrá alcanzar para apartarnos de la mano de Dios (Romanos 8:37-39). Nuestra existencia está en Cristo mismo (Filipenses 1:21). Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Si nuestra vida está “escondidos en Dios” debemos vivir libres de temores ante toda adversidad. Esto debemos recordarlo en el 2023.
2. Hay un mundo mejor que este (vers. 4)
Pablo cierra este párrafo recordando que este mundo no será nuestro hogar permanente. Nos deja claro que en el momento menos esperado veremos a Cristo descender del cielo con toda su gloria, con todo su poder, con sus más poderosos ángeles como parte de su comitiva celestial.
Mis hermanos, el reloj de Dios ya ha determinado cuándo será su manifestación. Y el presente texto nos aclara que cuando Cristo venga no solo vamos a ver su gloria, sino que nosotros seremos parte de ella. Que nuestra vida escondida en Cristo será manifestada cuando él venga.
Mis pensamientos son muy limitados para entender aquel acontecimiento, pero el texto me habla de ser parte de esa gloria que acompañará a Jesucristo. Esto me dice que aquellas cosas que ahora están bajo velo, cuando vengamos con Cristo serán iluminados con la luz brillante de la gloria de Dios.
Esa gloria transformará nuestro cuerpo corruptible por uno incorruptible preparado para vivir en el cielo para siempre. Nuestro sueño es que un día nos mudemos a esa casa para ver al Señor Jesucristo. Un día ese sueño se hará realidad y estaré en Su presencia. Esto debe ser recordado al pelear la buena batalla de la fe.
CONCLUSIÓN
Mis hermanos, estamos aquí comenzando un año nuevo; para eso es necesario echar un vistazo a nuestras vidas y a nuestro caminar con el Señor. Estas serían algunas preguntas para responder.
¿Cuáles son algunas cosas en nuestras vidas que necesitan ser retenidas y ajustadas en su enfoque? ¿Hay algunas cosas en tu vida que necesitan ser liberadas, porque forman parte de alguna tendencia, vicios o adicción? ¿Hay algunas cosas en su vida que necesitan ser recordadas?
Si hay estas necesidades, y el Señor ha hablado a tu corazón, debes venir pronto a él, exactamente cómo estás ahora. Si necesitas ser salvo, comienza el año tomando esta decisión. Si él te está llamando, entonces necesitas venir a él y ser salvo. Cualesquiera que sean las necesidades debes escuchar la voz del Señor y hacer lo que él te está diciendo que hagas.
Encarnemos esta recomendación apostólica cuando transitamos un tiempo para nuestras vidas (verss. 12-17). ¡Busquemos hacer del 2023 el mejor año de nuestras vidas para la gloria de Dios!