¿Cuál es el trabajo principal de un pastor cristiano -cualquiera sea su nacionalidad, edad, trasfondo socio-económico- ya sea de una denominación o independiente?
– No es construir edificios, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es idear estrategias de evangelización, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es asumir puestos de liderazgo en su denominación, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es tener programas de radio o televisión para compartir el evangelio, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es crear o dirigir colegios, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es dictar clases en seminarios teológicos, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es escribir libros para ayudar a las personas, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es levantar proyectos sociales que afecten positivamente a su comunidad, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es impartir conferencias nacionales o internacionales, si bien eso no es malo, es muy bueno.
– No es fundar iglesias locales en diferentes lugares, si bien eso no es malo, es muy bueno.
Todo lo anteriormente mencionado NO ES MALO, no es anti-bíblico, es más, contribuye a la Obra de Dios y debe hacerse. Pero ese no es el trabajo principal de un pastor/a. El trabajo de un pastor o pastora es éste: “Cuidar, alimentar y guiar a las personas que Dios les dio para que pastorearan”. De hecho la palabra pastor proviene del hebreo ra’ah y del griego poimén, ambos conceptos significan lo mismo: ‘Cuidar, alimentar y guiar a un rebaño’. Este concepto lo entendían muy bien los israelitas del A.T. pues su contexto campesino y como criadores de ganado ovino y caprino lo permitía, es más, los judíos peregrinos veían a Jehová como ‘el Dios pastor’… el que los cuidaba de todo mal, el que les proveía alimento, el que los guiaba a Tierra Prometida (Salmos 23, Salmos 80:1; Génesis 49:24; Salmos 95:7; Salmos 79:13; Ezequiel 34:31). Y ese mismo rol asumió Cristo cuando dijo a los discípulos: “Yo soy el pastor, el buen pastor da su vida por las ovejas” (Juan 10:11-16).
Ya que hemos definido que el trabajo principal del pastor o pastora es cuidar, alimentar y guiar a las personas que han sido puestas bajo su cuidado, ¿cómo se hace esto? Os diré cómo, en base a las preguntas realizadas a varios ministros de larga data. Sus respuestas podrán parecer simples -sobre todo paras quienes están acostumbrados a hacer mucho, los trabajólicos pastorales-, pero son contestaciones cargadas de experiencia.
SE CUIDA, ALIMENTA Y GUÍA A UN REBAÑO DE PERSONAS…
– Enseñándoles la Palabra de Dios (por medio de predicaciones o estudios) de manera sencilla, fácil de entender y de forma práctica, para que el feligrés aplique las verdades en su día a día.
– Visitándoles periódicamente (pero sin cansarles). Los miembros agradecen en sobremanera cuando su pastor los visita, porque eso demuestra interés, amor genuino.
– Llamándoles por teléfono (que es mucho más efectivo que solo enviarles un mensaje). La voz del pastor es apreciada por sus ovejas, sobre todo cuando se las llama para preguntarles ‘¿cómo estás?’ y la infaltable forma de concluir la llamada: ‘Oremos’.
– Orando por los feligreses uno por uno -por su nombre-, o cuando la iglesia es muy grande (el rebaño ha crecido), orando de manera general pero con igual pasión que hacerlo por individuo. Pidiendo a Dios los cuide, los libre de males, los sane, les provea para sus necesidades.
– Ayudándoles materialmente (cuando sea posible), por medio de víveres, dinero, o pagando tratamientos médicos, becas para estudiantes, ayudándolos a conseguir muebles para sus casas cuando le necesidad lo amerite.
– Aconsejándoles de manera sabia, y con solidez en la Palabra, para que las vidas de los feligreses sea encaminada en la Verdad de Dios.
– Disciplinando a los que se descarrían o están comportándose de manera que empañen su testimonio, o reprender a aquellos hermanos y hermanas que están causando problemas en la iglesia. Atender esto a tiempo evitará problemas más grandes en el futuro.
Estas siete formas de cuidar, alimentar y guiar a las personas puede parecer simple (ya lo dijimos), pero en realidad es bastante profundo y demanda mucho tiempo del ministro… de aquel que en verdad se dedica a pastorear. El problema es que muchas veces drenamos nuestra energía en ‘las horas extras’ (construir edificios, levantar colegios, fundar iglesias, asumir liderazgos denominacionales, etc.) siendo que lo que deberíamos hacer es, vuelvo a insistir, ‘CUIDAR, GUIAR, ALIMENTAR’ la grey encomendada. Todo lo demás son añadiduras al santo oficio pastoral, pero no su esencia. Por eso los apóstoles reclamaron a la comunidad de Jerusalén al decirles: ‘Entonces los apóstoles llamaron a todos a una reunión, y allí dijeron: —Nuestro deber principal es anunciar el mensaje de Dios, así que no está bien que nos dediquemos a repartir el dinero y la comida’ (Hechos 6:2). Los apóstoles “la tenían clara”, y así lo hicieron. Se dedicaron a su oficio apostólico: Ir a predicar el evangelio y fundar comunidades de fe (no eran pastores).
PASTOREEN DE BUENA GANA
Para terminar este incipiente artículo (me hubiese gustado darles más), me remito a lo que Pedro declaró inspirado por el Espíritu Santo: “Pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo” (1ª Pedro 5:2). ¡Wow! San Peter sabía de lo que estaba hablando, el pastorado es un trabajo santo que involucra el velar por las almas encomendadas, y esto debe hacer de buena voluntad (no a la mala), no motivados por el dinero o los beneficios que del oficio pastoril se pueden obtener, sino por un deseo sincero, ¿cuál deseo? Obedecer a Dios, pues es Él quien nos llamó a esta vocación, por tanto debemos hacerlo bien pues, ‘de todo hay en la viña del Señor’ (decía mi abuelita), y tenía razón: En la Obra de Dios hay pastores de excelencia: muy buenos trabajadores, que hacen ‘bien la pega’; y hay pastores que dejan mucho que desear: no trabajan la iglesia, no visitan a su gente, no llaman a sus feligreses, no enseñan bien, no predican con sabiduría, no atienden a los miembros de su iglesia. Quizá son buenos ‘en las añadiduras pastorales’ pero no en la esencia de su oficio (el que entendió, entendió).
Por eso el apóstol Pablo le decía a su joven aprendiz de pastor: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (2 Timoteo 2:6); o sea, ‘si quieres disfrutar de la cosecha debes hacer un buen trabajo previo’. Sin trabajo no hay resultado, y eso aplica a cualquier oficio o profesión, la pastoral no es excepción.
El asunto es simple, si usted como pastor/a trabaja bien la pastoral, la iglesia encomendada crecerá de acuerdo al crecimiento que el Señor quiere darle.
FINALMENTE…Amado pastor, pastora, su principal trabajo es cuidar, alimentar y guiar a las personas que el Señor ha puesto a su resguardo. No se entretenga con otras cosas, más bien recuerde siempre para qué fue llamado… a pastorear, lo demás pertenece a ministerios asociados a la pastoral, pero no es pastoral.