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Todo ser humano tiene eternidad en su corazón

Uno de los errores que ha cometido la iglesia es permitir que el mundo defina nuestros términos, las cosas de las que debemos apoderarnos.  Cuando hablamos de vida eterna, se piensa en tiempo futuro, cuando realmente la vida eterna no tiene que ver con tiempo, sino con calidad.  El concepto de la vida eterna no es cuantitativo, sino cualitativo; no se trata de darte una esperanza de que pasarás un tiempo indefinido en la presencia de Dios, sino provocar en ti una manera diferente de vivir aquí en esta tierra, no tan solo para trascender, sino para que tu vida sea diferente.  Por lo tanto, tienes que aprender a vivir esa vida eterna en ti en el momento.  Para esto, tienes que quitar tus viejas concepciones del concepto del tiempo.

El tiempo es algo bien interesante para entender en la palabra del Señor.  No tiene una definición concreta en la Biblia.  Hay varias palabras que se traducen al español como tiempo: kronos, kairos, aeon.  Pero no hay una verdadera definición en la que puedas realmente entender el concepto porque el tiempo no es otra cosa que una experiencia.  Aeon es un tiempo indefinido, pero ¿cuánto es un tiempo indefinido?  Kairos es un encuentro en el tiempo con Dios.  El más que podemos analizar es kronos, y es interesante porque cuando Dios se mete en el kronos, desaparece el efecto del kronos en tu vida.

Moisés se acerca a una zarza que ardía y no se consumía.  Para que un fuego arda, hacen falta dos cosas: oxígeno y tiempo.  Un bombero es efectivo mientras más rápido llegue porque, mientras menos tiempo le den al fuego, menos consume.  Ahora, si la zarza estaba ardiendo y no se consumía es porque no estaba sujeta al tiempo.  ¿Por qué no estaba sujeta al tiempo?  Porque Dios estaba en la zarza, y cuando Dios se mete en tu vida, el tiempo no te consume de la misma manera que a los demás.  Por eso, tu meta principal en esta vida debe ser siempre vivir consciente de la presencia de Dios.

Desde ese día, Moisés no fue el mismo.  Decidió bajar del monte y tomar responsabilidad en su vida.  Vio grandes milagros y ninguno le impresionaba; todo lo que quería era ir al monte y estar con Dios.  Si tú presencia no va conmigo, mejor no me saques de aquí.  Moisés hizo lo que todo buen creyente tiene que hacer: reconocer que, como Dios estaba con él, tenía una tarea que cumplir en esta tierra de la esclavitud en la que estaban.  Pero que tu meta no sea ni librar al pueblo ni entrar a la tierra prometida.  Tu meta es la presencia porque, si Su presencia no va contigo, el tratar de librar al pueblo y tratar de entrar a la tierra prometida, te consume y te mata como a los demás.  Moisés por eso no murió, sino que desapareció porque todo el que está en la presencia de Dios, vive en el mundo de la eternidad, y se vive ahora.

Todo esto, por más que lo expliquemos, la única manera de entenderlo realmente es experimentarlo.  Todos los atributos de Dios dependen de que Él sea eterno.  Porque todo lo que entra en el tiempo natural va mutando y cambiando, y Dios no puede cambiar.  Por lo tanto, la única manera en que Dios puede ser realmente Dios, es si el tiempo no lo limita.  Por eso es que el concepto de eternidad es tan poderoso.  Lo grande es que es el único atributo que Dios ha compartido con todos los hombres, el ser eterno.  Todos somos eternos; lo que pasa es que decidimos para dónde vamos en la eternidad, pero eterno eres.  Por eso es que en Eclesiastés 3, dice, desde el verso uno, que Dios todo lo hizo hermoso en su tiempo y que hay tiempo para todo; para matar, para amar, para la guerra, para paz, para sembrar, para cosechar; Dios hizo todo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres.

Si algo tiene todo ser humano es eternidad en su corazón.

Por eso es que a través de los tiempos, los hombres siempre han buscado perpetuarse.  Pero, ¿cómo aplicamos esto en nuestras vidas?  ¿Cómo logramos tener esta experiencia que nuestros sentidos la experimenten, la vivan?  Ahí es donde está lo complicado porque queremos sentirlo, vivirlo, y no nos damos cuenta que la vida en Dios no se trata de sentir, de tocar ni de percibir, sino de conocer y de estar conscientes.  Eso es lo más poderoso.

Lo más poderoso en la vida de una persona es estar consciente, y estar consciente de Dios en su vida en todo lo que hace.  Ahí es donde todos tenemos que llegar.  Cuando tú llegues al cielo, no se va a tratar de la revelación que conociste ni de los libros que leíste, sino de a quién conociste.  Y en esta vida, si conoces al Hijo de Dios, tienes acceso a ese momento de transición.  Es a quién conociste, y es ese conocimiento lo que te da la experiencia.  Ahora bien, ese conocimiento, esa conciencia de Dios en tu vida, definitivamente, va a poner en tu vida también grandes retos.

Fuente:
Pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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