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Toda la verdad

La verdad es semejante a una vasta caverna en la que deseamos entrar, pero que somos incapaces de recorrer solos. Su entrada es clara y brillante; pero si nos adentráramos más y exploráramos sus escondrijos más recónditos, necesitaríamos un guía o nos perderíamos.

El Espíritu Santo, que conoce toda la verdad perfectamente, es el guía asignado a todos los verdaderos creyentes, y los conduce según su propia capacidad, desde una cámara interior hasta otra, para que contemplen las cosas más profundas de Dios, y para que les sea revelado Su secreto con claridad. ¡Cuán grande promesa es esta para una humilde mente inquisitiva! Nosotros deseamos conocer la verdad y adentrarnos en ella.

Estamos conscientes de nuestra propia propensión a errar, y sentimos la urgente necesidad de un guía. Nos gozamos porque el Espíritu Santo ha venido y mora entre nosotros. Condesciende a actuar como un guía para nosotros, y nosotros aceptamos gozosos Su liderazgo. Deseamos aprender «Toda la verdad», para no volvernos sesgados y estar sin equilibrio. No queremos ser ignorantes voluntarios de ninguna parte de la revelación para no perdernos alguna bendición, o para no incurrir en pecado. El Espíritu de Dios ha venido para guiarnos a toda la verdad: escuchemos Sus palabras con corazones obedientes y sigamos su guía.

Fuente:
La Chequera del Banco de la Fe

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