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Tiempos formativos en el desierto

El dolor y la tristeza puede crear en nosotros actitudes que, interesantemente, o nos destruyen por una parte y nos incapacitan, pero por otra parte pueden también prepararnos para ver los aspectos positivos de la vida, para ver las cosas espirituales, para no meternos en la vanidad y la superficialidad de la juventud y de la niñez, y para poner nuestra atención en las cosas eternas.

Eso es lo que dice la Escritura, que muchas veces Dios usa los sufrimientos, los quebrantamientos, el dolor para prepararnos a pensar en una forma más real sobre las cosas positivas de la vida.

Rápidamente podemos pensar por ejemplo cómo Dios usó el fracaso moral y espiritual de Pedro cuando negó a Jesús para hacer de él un hombre más profundo y poderoso que pudiera luego ser el gran apóstol que escribió las dos bellas Epístolas del apóstol Pedro y que pudiera llegar a ser uno de los fundamentos, uno de los pilares de la Iglesia.

Si Pedro hubiera continuado en su temperamento impetuoso y orgulloso, y un poco superficial no hubiera llegado a gran cosa probablemente en el mundo espiritual, pero el Señor Jesucristo por medio de la prueba lo preparó para ser un hombre más profundo, más entendido acerca de sí mismo y sus propias limitaciones.

El apóstol Pablo también luchó con su aguijón que lo atormentaba pero el Señor le dijo: Pablo, no me pidas que te quite ese aguijón porque yo lo estoy usando para perfeccionarte, Mi Poder se perfecciona en la debilidad así que acostúmbrate a él y encomiéndate a Mi Gracia.

Una y otra vez más vemos que grandes personajes de Dios como Moisés estuvieron gran tiempo en el desierto, por ejemplo Moisés quebrantado, solitario pensando en las cosas espirituales allí en el desierto mientras cuidaba las cabras y las ovejas, y allí fue preparado espiritualmente para llegar a ser el gran libertador del pueblo judío, y podríamos estar aquí mucho tiempo viendo cómo muchas veces los tiempos de tristeza, de dolor, pueden ser tiempos formativos que si los vemos a la luz del gran propósito de Dios para nosotros, incluyendo las grandes tragedias y pérdidas que hemos experimentado en el pasado, si los vemos a la luz de que esto puede ser para algo positivo terminan siendo un aliado para nuestra vida. La Palabra dice que a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien inclusive los padecimientos y las dificultades de la vida, todo depende del lente con el que las veamos.

Entonces Jabes por medio de su dolor se crea una personalidad sustanciosa, un corazón que lo prepara para atraer el favor de Dios y en eso quiero detenerme en este segmento, la importancia de que con nuestro carácter, no permitamos que las circunstancias de la vida conviertan nuestro corazón en un corazón amargo, resentido, herido para con Dios, excesivamente sensitivo a los rechazos de los demás, un corazón a veces manipulador, ambicioso, porque nuestro corazón, nuestra actitud, nuestro carácter es lo que puede atraer o alejar la bendición de Dios.

Hay un versículo en Segundo de Crónicas capítulo 16 versículo 9 que conocemos muchos de nosotros, dice: «Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.»

En otras palabras hay algo que cuando el corazón de un hombre, como el corazón de Jabes es un corazón tierno y dispuesto hacia las cosas espirituales, sumiso hacia Dios que prefiere la honra de Dios a cualquier otro tipo de honra, que ama a Dios por sobre todas las cosas, cuando el corazón de un hombre honra a Dios Dios está deseoso de favorecerlo y bendecirlo. Es más, dice que los ojos de Dios están continuamente examinando toda la Tierra para encontrar esa gente que Dios se agrade de ellos para el Señor bendecirlos, prosperarlos, usarlos, defenderlos y cubrirlos de todo mal.

Evidentemente el corazón de Jabes era ese tipo de corazón y nosotros tenemos en todo lo posible que guardar nuestro corazón y someterlo continuamente a Dios para que Él lo trate, porque muchas veces en nosotros hay impurezas, hay defectos, hay imperfecciones que nos hacen daño y tenemos que pedirle siempre a Dios que siempre esté formando, tratando, perfeccionando nuestro corazón.

El salmista dice: «Examíname oh Dios y conoce mi corazón, pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame por el camino eterno» porque nuestro corazón es el fundamento de nuestra vida.

Y tenemos que pedirle al Señor que examine nuestra personalidad continuamente, y que si Él encuentra algo en nosotros que no le agrade, ese camino de perversidad al cual alude el salmista, que lo cambie, que nos someta a un plan de tratamiento para que nuestra personalidad pueda ser reconfigurada conforme a la preferencia, el favor, la aprobación de Dios.

Porque esa calidad de nuestro corazón, hoy diríamos nuestra personalidad nuestra psiquis, la configuración de ella es lo que va a determinar si Dios nos va a bendecir o no, o si vamos a tener dentro de nosotros las cualidades necesarias para, en un momento dado, clamar a Dios en la manera correcta, o tener los deseos necesarios dentro de nosotros para hacer que Dios entonces nos bendiga.

Todo esto para decir que, paradójicamente, esa formación triste en la niñez de Jabes lo prepara para, en un momento crítico, cuando los ojos de Dios están como mirando sobre él, Jabes concibe un sentimiento de anhelo de algo diferente, está cansado, está harto de su situación, aborrece esa vida triste que está viviendo y se atreve a concebir algo diferente, esta oración maravillosa que registra el versículo 10 que vamos a poder entonces examinar detalladamente y ver también cómo encierra una serie de valores espirituales muy grandes y también una forma de nosotros orar y dirigirnos a Dios.

Espero que esto sea de bendición para su vida porque a mí mismo me bendice descubrir estas cosas y compartirlas con ustedes. Que el Señor les bendiga y hasta nuestro próximo segmento.

Fuente:
Apóstol Roberto Miranda

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