La fotografía que encabeza este artículo me hizo reír mucho, no solo por la jocosidad de la misma sino por la forma de expresar la verdad contenida en ella; simplemente la foto es genial, al menos para quienes sabemos de qué trata.
Quien escribe estas líneas es teólogo de profesión (con una licenciatura y maestría); graduado ya hace muchos años. Con el tiempo llegué a convertirme en profesor de varios seminarios teológicos dentro y fuera de mi denominación, además fungí como director nacional de educación teológica por algunos años en mi país lo que me ha permitido conocer a fondo la realidad de esta linda, pero a veces decepcionante carrera llamada TEOLOGÍA (el título otorgado varía de una casa de estudios a otra: Licenciatura en Ciencias Sociales y Religiosas, Licenciatura en Teología Sistemática, Licenciatura en Teología de la Sociedad, Licenciatura en el Estudio de la Religión, “Escolari in Sagrada Escritura” etc., la creatividad para poner nombre a esta profesión no tiene límites).
Ahora bien, no tomen a mal estas líneas pues lo mío no es burla, al contrario, es humor sano. Escribo con conocimiento de causa, la teología como profesión (me refiero al estudio sistemático y formal en seminarios o universidades) es hermosa; permite a sus discípulos escudriñar las profundidades de la Biblia, dialogar con filósofos cuyos pensamientos son increíbles y a la vez interactuar con otras ciencias como la sociología, sicología y antropología. De ahí que un teólogo llegó a decir que la teología es el puente entre la ciencia y la filosofía, y uno más osado declaró que “la teología es la reina de las ciencias y todas las otras disciplinas son sus vasallos” (R.C. Sproul). Okey, no estoy seguro si esta última afirmación sea cierta o más bien un arrebato emocional de Sproul por elevar su carrera a niveles míticos; pero una cosa es cierta…, LA TEOLOGÍA ES UNA CARRERA PROFUNDAMENTE BELLA en muchos sentidos (quienes la han estudiado sabrán confirmar lo que estoy diciendo).
Sin embargo, y ésta es una realidad que todo teólogo (latinoamericano, debo aclarar) debe afrontar: ¡TU CARRERA NO TE DARÁ UNA FORTUNA FINANCIERA! Así es, la teología como carrera no te asegura un puesto en alguna organización cristiana, tampoco garantiza un cupo como maestro de algún seminario (y aunque así fuese no esperes ganar mucho, créeme lo que digo), esta carrera no te convertirá en una figura pública con miles de seguidores, y mucho menos te catapultará al poder en todos los sentidos que éste pueda implicar. ¡NO! la carrera de teología no hará eso por ti, pero tampoco te dejará en la quiebra…, al menos si no haces algo al respecto y de eso quiero escribir en los próximos párrafos porque a fin de cuentas, haber estudiado teología no es un error ––como me dijo un ex-alumno con quien me encontré trabajando en un centro comercial––. No fue una equivocación si en verdad tenías vocación para esto, y sí lo fue si fuiste enviado al seminario porque tus pastores se querían deshacer de ti o porque no sabías qué hacer con tu vida y pensaste que dentro del Instituto Bíblico encontrarías tu propósito. Entiende esto: es lo que haces con los recursos recibidos lo que determinará tu nivel de felicidad y realización personal.
VEAMOS, ya dijimos que esta profesión no te volverá rico, famoso, influyente o poderoso; al menos que hagas algo al respecto. De hecho mi propia experiencia me ha enseñado un par de lecciones que hoy comparto contigo y que creo pueden ayudarte a hacer de tu carrera un trampolín hacia el logro de tus metas más osadas.
NO TE QUEDES SÓLO CON ESTA CARRERA: estudiar teología es fantástico pero sé sabio, estudia además otra carrera o aprende un oficio, para así tener los recursos financieros que te permitan vivir en este mundo monetario. De esa manera tendrás libertad económica para moverte a gusto y seguir escarbando en los misterios escriturales sin tener que mendigar el favor de tus padres a tus cuarenta años…, ¡Recibe!
SÁCALE PARTIDO A TU PROFESIÓN: si eres teólogo al igual que yo haz que tu título valga. Sácale provecho comenzando tu propio emprendimiento como orador, profesor on line, asesor de líderes, coach. Pero para esto deberás prepararte porque si bien la teología te da una base no es suficiente, debes construir tu futuro sobre el fundamento teológico que ya tienes.
ESCRIBE UN LIBRO: pasártela todo el día posteando frases geniales en tus cuentas sociales te hará conocido, pero los likes no llevarán comida a tu mesa. Usa tu creatividad y ese don de escritor que tienes oculto…, ¡anímate a escribir tu primer libro! Pero sé realista, esto no te convertirá en una persona adinerada pero sí en alguien con credibilidad. Las personas que escribimos libros y que éstos son leídos por cientos (o miles) nos hacemos referentes y por tanto, “más caros” (el que entendió, entendió).
ACEPTA INVITACIONES INCLUSO AL FIN DEL MUNDO: sé un trabajador compulsivo, no rechaces invitaciones a dar clases o predicar, incluso si eso significa viajar cientos de kilómetros; son puertas que Dios abre para ti pero que sólo los más esforzados se atreverán a cruzar. Una vez ya tengas “cancha” (después de muchos años) podrás darte el lujo de rechazar ciertas ofertas, pero mientras seas novato…, ¡vamos, agradece que te tomen en cuenta y dale!
COMIENZA UNA IGLESIA, NO ESPERES QUE TE DEN UNA: si además de ser un teólogo titulado tienes llamado pastoral, ¿qué esperas para comenzar una iglesia local? Pero ojo, hazlo por los motivos correctos. Las iglesias no son para hacerte rico, el móvil de comenzar una congregación debe ser el correcto, no el prosperar a costa de la gente (si eso viene que sea legítimamente espiritual). Ahora bien, si ya eres pastor de una iglesia y además teólogo haz que tus predicaciones sean cátedras profundas de teología, piedad, misericordia y soluciones prácticas. Tus feligreses nunca te olvidarán y te respaldarán.
INICIA MINISTERIOS NOVEDOSOS: entiende que las mentes creativas siempre tienen trabajo, por tanto, ¡¿qué rayos haces trabajando en esa tienda?! Ojo, no digo que esto esté mal si sólo es temporal, pero si te graduaste como teólogo (licenciado o máster), ¿por qué no usas el ADN creativo que Dios puso en ti para impulsar algún ministerio nuevo, pertinente y que aporte valor a las personas? Una cosa es cierta, la sociedad ha cambiado y tú puedes dar solución a problemas que antes no existían.
PIENSA FINANCIERAMENTE: a los alumnos en los seminarios no se les enseña a pensar como emprendedores sino como teólogos (dura realidad); sin embargo tienes que entender que el mundo real, no el de las ideas, se mueve en base a dinero ––te guste o no, así es––. Por eso capacitarte en estudios de economía o principios financieros nunca estará demás; si puedes conectar con empresarios para aprender de ellos sería genial. Esto te ayudará a educarte en finanzas y con el tiempo surgirán ideas para salir de tu mediocridad económica. Me gustaría recomendarte el famoso libro de Robert Kiyosaki, pero mejor te recomiendo el mío (jajaja): “Creados para crecer, Creados para Emprender” del súper escritor Gabriel Gil (modestia aparte).
SI ERES PROFESOR DE TEOLOGÍA…, ¡BRILLA!: los alumnos siempre recuerdan a dos tipos de profesores, los aburridos que te hacen dormir en clases y los brillantes, aquellos que te hacen pensar y soñar. Sé de los segundos, ya sea que des clases en pequeños institutos bíblicos o grandes universidades, simplemente resplandece, pero no para competir con tus colegas ni para mostrarte arrogante; hazlo por la pasión que llevas dentro. Entonces sin darte cuenta te irás convirtiendo en un referente dentro del seminario y tus propios alumnos te recomendarán para más y mejores propuestas.
NO TE CANSES DE CREER EN TI: yo sé que esto suena trillado ¿pero sabes?, ¡funciona! Recibe esto: “jamás avanzarás más allá de la opinión que tengas de ti mismo”. Por eso es importante que dialogues todos los días contigo…, ten reuniones extraordinarias con tu yo y nunca olvides felicitarte y darte ánimos, si no lo haces tú, ¿quién? Hay un Dios que cree en ti, es hora que te pongas de acuerdo con Él, entonces el crecimiento vendrá en todos los sentidos (¡no eres un perdedor!).
ÁBRELE CAMINOS A LOS NUEVOS: jamás habría llegado hasta donde he llegado si no hubiese sido por personas que me recomendaron, que hablaron bien de mí, que me dieron la oportunidad de dar clases por primera vez, de pastorear por primera vez, de escribir libros por primera vez. Al igual que esas personas yo también he sido un abridor de caminos para otros, esto me permite sembrar en el Reino y así algún día mi cosecha será inmensa…, o tal vez ya lo es.
FINALMENTE
Estudiar teología no es una pérdida de tiempo, es una inversión colosal, una decisión genial que puede abrirte puertas de bendición en todos los niveles (eso incluye lo financiero), pero debes saber potenciar tu carrera; no quedarte con el cartón recibido. Actualízate, capacítate (pero no regatees, paga lo que se deba pagar, los cursos de excelencia cuestan caro), aprende de quienes van delante de ti y han tenido éxito, atrévete a escribir, a liderar, a influir, acepta los desafíos y si nadie te presenta ofertas construye tus propias propuestas. Sé un emprendedor del Reino, un teólogo-loco, un soñador empedernido, uno que haga lo que nadie –o muy pocos– ha hecho. SÉ UN TEÓLOGO DEL SIGO 21, un teólogo latinoamericano que aporte a la academia y también a la iglesia de Jesucristo; entonces tu abundancia integral se instalará en tu vida para no irse jamás.