Los hijos de Zebedeo vienen con su madre para pedir una posición preferencial cuando Cristo esté en Su Reino y el Señor los confronta tanto a ellos como a los otros diez discípulos que se ofenden con estos dos primeros hermanos y les muestra que las cosas en el Reino de Dios y los asuntos de liderazgo se procesan en una manera muy diferente a como se procesan en el mundo.
Y es interesante lo que el Señor Jesucristo les dice a todos cuando los llama a capítulo. Y Él les dice: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad, mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo. Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido» y entonces Él continúa desarrollando Su pensamiento.
Qué interesante esta aseveración del Señor Jesucristo donde Él establece un contraste muy grande entre la conducta de Sus discípulos y Su propia conducta y también la forma en que se resuelven las cosas en el Reino de Dios. Todos estos discípulos proyectan carnalidad, egoísmo, orgullo, falta de sinceridad unos con los otros; una actitud maquiavélica, calculadora, egoísmo, ambición personal. Todas estas actitudes carnales están expresadas en la forma que ellos se comportan unos con los otros en este pasaje.
Por el contrario el Señor les establece una actitud muy diferente. Y Él dice: miren el mundo, observen el mundo. La gente que está en autoridad en el mundo lo que hace es que se aprovecha su posición de autoridad para enseñorearse de los demás, para sacar ventaja propia; no piensa en la gente a quienes se supone que estén sirviendo sino que piensan en sí mismos.
[quote_center]Maldito el que hiera a su vecino secretamente. Y todo el pueblo dirá: ‘Amén.’Deuteronomio 27:24[/quote_center]
Muchas veces actúan en una forma prepotente, controladora, opresiva, explotadora y podríamos ahí tener un retrato de lo que es el mundo político en nuestro tiempo donde las naciones están continuamente sufriendo y siendo impedidas de progresar en sus economías y en su situación social porque los que están en poder las explotan, se aprovechan de ellas y se corrompen usando los recursos de esa cultura y esa sociedad que los ha puesto a ellos para que la administren a favor de ellos y en vez de eso lo que hacen es que lo administran para su propio provecho personal.
La corrupción del mundo, la actitud del mundo y el Señor dice: ¿saben qué? así es como el mundo se conduce y así es como ustedes se están conduciendo en este caso queriendo aprovecharse de su condición de cercanía a Mí para ganar provecho cuando venga Mi Reino en el futuro. Pero en el Reino de Dios las cosas no se procesan de esa manera.
El Señor lo que les está diciendo es: miren ahora cómo se hacen las cosas en el Reino. Mírenme a Mí por ejemplo: Yo soy el Hijo de Dios, he sido enviado por Mi Padre a cumplir una misión y Yo no busco Mi propio provecho; Yo no trato de servirme a Mí mismo, Yo no trato de ganar ventaja de Mi posición de cercanía al Padre y del poder que Dios me ha dado sino que Yo uso mas bien Mi poder para bendecir a los demás, para servir a Dios y me niego a Mí mismo para que la Voluntad del Padre sea hecha en el mundo.
Esa actitud de generosidad que el Señor ejemplificaba, esa actitud de servicio, de obediencia, de abnegación, de entrega a la Voluntad del Padre; de poner la comodidad y el bienestar de los demás por encima de Su propia comodidad, esa es la actitud que nosotros tenemos que adoptar en nuestra vida. En todos los aspectos de nuestra vida: sea en el matrimonio, sea la forma en que tratamos a nuestros hijos, sea la forma en que nos conducimos en nuestro trabajo, sea la forma en que nos conducimos en el ministerio, en el pastorado. Nunca buscando nuestra propia ventaja, nunca haciendo nada simplemente porque estamos en poder, nunca tratando de atraer la atención hacia nosotros mismos.
Siempre actuando en una forma íntegra, generosa, benévola, bondadosa mostrando los valores del Reino de Dios y la actitud de Cristo Jesús. Tenemos que ser imitadores de Cristo en esa forma generosa y abnegada en que Él vivió. Como dice Filipenses capítulo 2 versículos del 5 al 11: «Haya pues en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, el cual siendo igual a Dios no tomó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse sino que se despojó a sí mismo y se hizo obediente asumiendo la forma de siervo y se humilló hasta la cruz.»
Esa es la actitud que nosotros tenemos que ejemplificar, esa es la actitud que conviene al Reino de Dios y como podemos ver claramente esa no era la actitud que estos hombres estaban expresando sino todo lo contrario; una actitud carnal, egoísta, obstinada tratando ellos de ganar su propio lugar y su propia ventaja. El Reino de Dios es muy diferente.
Si nuestras iglesias, si nuestros ministerios se condujeran conforme a esa generosidad, esa bondad, esa humildad que Cristo reflejó las cosas serían muy diferentes en el mundo y yo creo que mucha más gente ya se hubiera convertido y hubieran creído en Jesucristo como el Hijo de Dios.
Quiera el Señor que nosotros podamos aplicarnos a ese tipo de principios cada día en nuestra propia vida. Si los aplicamos nuestros ministerios serán lugares de paz, de harmonía, de bendición en vez de ser lugares de conflicto. Examínate a ti mismo y pregúntante ¿cómo puedo yo usar estos principios en el ámbito que yo ocupo como padre, como esposo, como empleado, como colega, como amigo y yo sé que vas a ser muy bendecido por esto. Dios te bendiga y hasta nuestra próxima meditación, el Pastor Roberto Miranda se despide de ustedes.
No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar a ser grande, será su servidor,
Mateo 20:26