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Táctica y estrategia

Los métodos de Dios para lograr sus propósitos son infalibles. No intentes comprender sus estrategias porque será imposible. ¿Sus tácticas? Ni lo imagines. Estrategia es el arte de dirigir la acción, la táctica el arte de ejecutarla. Es que Dios es insólito en su proceder porque es soberano. Cuando un pueblo temeroso de Dios decide sujetarse a su voluntad, cualquier acción a su favor adquiere sentido. Por el contrario, el pueblo que intencionalmente decide la corrupción y el desenfreno como estilo de vida y le da las espaldas, no puede esperar nada bueno. Este era el caso de la Jericó que conquistaría Josué, la llamada ciudad de la luna y también ciudad de las palmeras (Dt. 34.3). La Jericó por donde caminó Jesús siglos más tarde, cercana al Jordán donde también sería bautizado y no muy lejos del lugar desértico donde venció las tentaciones, la ciudad donde Zaqueo “nació de nuevo”.

Los habitantes y guerreros de Jericó no podían sospechar que el muro caería con el sonar de un instrumento de alabanza como la corneta de cuero (Shofar) y el grito unánime de las huestes de Dios (Josué 6. 20). Se repite una estrategia semejante a la usada para el paso del Jordán. Los sacerdotes a la vanguardia y el Arca de Dios infundiendo confianza delante del ejército del Señor. Si Dios va delante, no debemos dudar de la victoria. Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?

Sin embargo vendría el juicio al desacato y a la depravación de una ciudad entregada a la violencia y el desorden. La desobediencia es un acto de rebeldía contra Dios. Sólo Rahab y su familia, la ramera que ocultó en su hogar a los espías de Josué, se salvarían de la justicia de Dios. Jericó cayó porque Josué obedeció al pie de la letra las instrucciones de Dios. Siguió Su estrategia y se sujetó a Su táctica divina. Pero quedó vivo un remanente; una mujer que llegaría a ser honrada porque muchos años más tarde estaría en la genealogía del Jesús-hombre, el Mesías.

La historia se repite una y otra vez. El pecado tiene consecuencias nefastas. Dios no se cansa de tocar a la puerta y llama. Llama para ofrecernos el cielo como un regalo, llama para salvar del fuego y la condenación eterna, llama para entrar a nuestra vida ofreciéndonos el banquete de su presencia…pero pocos escuchan su voz y abren la puerta (Ap. 3.20). El hombre sin Cristo, se jacta de vivir en su Jericó de iniquidad, de vicios e ignorancia. Por eso Cristo erigió Su iglesia; para ser instrumento de salvación y trabajar donde él está obrando para sanar el corazón enfermo de un mundo caído que pasa por alto la justicia y el amor de Dios.

Si vives (estudias, trabajas) en algún sitio parecido a Jericó, ¡aléjate! Dios perdona al que se arrepiente y desborda sus ríos de misericordias. Su estrategia siempre ha sido buscarte, a pesar de tu resistencia; el mejor ingrediente de Su táctica es su increíble amor. Observa, medita y alaba al Señor. ¡Iglesia! ¡Toca el Shofar – la trompeta – que él ha puesto en tus manos y verás la gloria de Dios cuando caigan los muros que intentan contener el indetenible avance del Reino de Dios!

¡Dios bendiga su Palabra!

Lectura sugerida. Josué 6

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas

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