Nuestro Dios es maravilloso, se comunica con nosotros a través de su Palabra, La Biblia, por el Espíritu Santo, revelación, sueño y visión. Como ejemplo traigo esto a colación, porque no podía creer ni calificar lo que yo veía en un sueño o visión que tuve recientemente, y por favor quiero que todos lo compartamos.
Estaba en mi cama dormitando en una de estas madrugadas, cuando de pronto Dios puso en mi mente algo que no sé cómo calificarlo, si de sueño, visión o pesadilla, pero fue algo que me estremeció de pie a cabeza lo que se me mostraba. Fue como si me pasaran una película frente a mis ojos.
Veía, que por la zona fronteriza entraban de manera descontroladas oleadas de haitianos por Dajabón, Elías Piña y Pedernales, armados de palos, machetes y algunos con armas de fuego . Los soldados dominicanos que están en la frontera, trataron de detener esa avalancha, pero no pudieron y se produjo una debacle con pérdidas de vidas de ambos lados.
Veía, que tras de ese desastre, fueron movilizados los distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas del país por tierra, aire y mar, originando una carnicería, lo que trajo como consecuencia la intervención de fuerzas de la ONU, integradas por soldados distintas nacionalidades con el fin de de apaciguar este sangriento conflicto y establecer el orden y la paz.
También me estremecí, cuando vi que se levantaron, en contra de los dominicanos, los haitianos, tanto ilegales como residentes, en distintos puntos del país, con la consigna de tierra arrasada, poniendo de manifiesto su genética de salvajismo heredada de sus ancestros africanos, destruyendo todo lo que encontraban a su paso.
En mi sueño, vi que la poderosa fuerza interventora neutralizó al Poder Ejecutivo, a nuestras Fuerzas Armadas y ocuparon sus más importantes cuarteles, quedando nuestro país intervenido, lo que implicó la pérdida de nuestra soberanía, cumpliéndose así el acariciado sueño de esas naciones y de algunos dominicanos antipatriotas, agrupados en ONGs, de unificar la República Dominicana con Haití.
Además, de acuerdo a mi sueño, el comando de la ONU dirigía sus operaciones desde la capital haitiana, Puerto Príncipe, y una de sus medidas fue quitarle toda la autoridad al Gobierno dominicano y disolver las instituciones, incluyendo las Fuerzas Armadas, los cuerpos legislativos, la Policía Nacional, y el Poder Judicial, entre otros.
Todas las empresas productivas fueron intervenidas, así como las fincas de los hacendados, los complejos hoteleros, dando lugar a la desaparición del turismo. Las libertades públicas, incluyendo la de expresión, desaparecieron de la noche a la mañana.
También vi en mi sueño que en las escuelas y en universidades los maestros y catedráticos fueron sustituidos por haitianos y los estudiantes obligados a aprender el creole, que es el idioma del país vecino.
Con pena veía, en mi sueño, que los millonarios y ricos de este país, en lugar de defendernos, lo que hicieron fue huir, dejando todos sus bienes a merced de los ocupantes.
Mientras que los locales de las iglesias cristianas, incluyendo las católicas y evangélicas, fueron utilizados como centros para difundir el vudú y el satanismo, que son las principales religiones de los haitianos, que cuentan con la simpatía y el apoyo de sus autoridades. Se inició, lo nunca visto en la historia del país, la persecución a los cristianos, según vi en mi sueño.
Pude observar en mi sueño, la gran tristeza del pueblo dominicano por la dictadura que había implantado la ONU y sus allegados, en perjuicio de nuestra nación, que desde ese momento perdió todas sus libertades, incluyendo la religiosa.
Veía además, como todo tipo de rebeldía, de parte del pueblo dominicano, era severamente reprimida hasta con la muerte, y que esta generación pudo experimentar una tiranía más sangrienta y peor que la que vivió, en el pasado siglo, nuestro país durante los 31 años de la dictadura de Rafael Trujillo.
En mi sueño, me cuestionaba, por qué ocurrió eso, y oía, en lo más profundo de mi corazón una voz que me decía, este es el castigo a un pueblo y a una sociedad, que durante muchos años se ha apartado de Dios, rechazando el Evangelio de Salvación y vida eterna, que ha pasado por alto el sacrificio de mi Hijo, Jesucristo en la cruz del calvario, dándole más importancia a lo material, viviendo con una corrupción increíble, crímenes, engaños, estafas e inmoralidad a todos los niveles.
Cuando me desperté y me levanté sobresaltado de mi lecho, me preguntaba y que fue lo que tuve, un sueño, una visión o una pesadilla. Pero pensé, y di las gracias a Dios, por lo que consideré una advertencia a nuestra nación, y me atrevo, ahora mismo, hacer un llamado para que todo el pueblo, incluyendo el cristiano, busque, obedezca a Dios y ore con fe , para que nada de eso se convierta en una penosa, lamentable y trágica realidad.
Doy gracias a Dios que fue solo un sueño y que por su inmensa misericordia no permita que en nuestro país ocurra algo así.