Pero la barca estaba ya a muchos estadios de tierra, y era azotada por las olas, porque el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, y decían: ¡Es un fantasma! Y de miedo, se pusieron a gritar. Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo, soy yo; no temáis. Mateo 14:24-27
Jesús permitió que el viento contrario fuera un punto de enseñanza para sus discípulos. Habían caminado con Él, hablado con Él y servido junto a Él. Pero, confiar en Él cuando soplaron las tormentas y los vientos era fuertes, revelaba una debilidad que todos debemos observar. Confiamos en el Señor cuando las cosas van bien, pero cuando las duras tormentas nos cambian el rumbo, muchas veces dudamos o buscamos soluciones en nuestras propias fuerzas. Muchos en este momento están gritando: “¡Señor! ¿Acaso no te preocupas por mí? ¡Los vientos están soplando, y temo por mi vida! Si me amas, ¿por qué permites que pase por este mal momento?
Incluso Pedro en su afán por salir de la barca y ver si efectivamente era Jesús el que venía hacia ellos, tomo el control y cuando los vientos soplaron contra él y comenzó a hundirse, se concentró en él y no en Jesús que estaba allí, justo a su lado. Fue entonces que gritó ¡Señor, sálvame! Cuando Jesús está contigo en la barca no hay razones para temer. Se necesita fe para caminar sobre las aguas. Su voz puede oírse mucho más fuertemente que el estruendo de las olas y los rugidos de la tormenta, y esa voz nos dice: “¡Ven!”.
Mateo 14:31-32 Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios.
“La marea está cambiando. Después de mucha aflicción vas a prevalecer. Este es un tiempo de girar. El último mes ha sido una temporada particularmente difícil, implacable a veces, agotadora y cansada emocionalmente. Las decepciones, las heridas profundas, incluso las traiciones personales te sacudieron, pero no te hundieron. Te han herido, pero no has sido derrotado. Te han despojado de algunas cosas que eran tan preciosas para ti, y has sentido mucho dolor y pena, pero te has mantenido aferrado a lo que sabes que es verdad. A veces, te sentías con tanta confusión y presión, pero te aferraste a Su Palabra”.
“Ahora, la marea está cambiando. Ha llegado el momento de dar un giro. Comenzará lenta y suavemente y llegará en oleadas, aumentando su intensidad y potencia. Nueva dirección está llegando a tu vida. Puede que no te lleve a donde esperabas, prepárate para las sorpresas. Verás un giro en tus circunstancias y una restauración de las cosas que habías amado y perdido. Las oraciones serán contestadas, las promesas se cumplirán y pasarás de la preparación a la posesión de tu tierra. El Señor honrará y recompensará tu fidelidad y resiliencia”. (Zion Mathew)
Santiago 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación.
Hebreos 12:2-3 Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.
Con amor y oraciones,