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Somos salvos por la Fe

La Biblia dice que estamos llamados a vivir en el nuevo régimen del Espíritu y no en el de la ley. Antes de Jesucristo, se establece la ley de Dios y esta gente no pudieron cumplirla, pero Cristo vino como un favor inmerecido, por Gracia y nos salvó.

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.” Romanos 5:1,2

Mediante la fe podemos estar firme en la Gracia, Dios nos mantendrá en pie, porque somos salvos por Gracia, por medio de la fe.El Espíritu Santo en tu vida te guiara a toda verdad y comprobará lo que es agradable a Dios.

“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.” Romanos 7:4-6

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.” Romanos 8:1-3

No hay condenación para los que andan conforme al Espíritu, porque lo que es imposible, por cuanto la carne es débil, Dios enviando a su hijo condenó el pecado (venció sobre ellos). El Espíritu que levantó a Cristo de los muertos, vivificará también nuestro ser.

“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11 “

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Dios es por nosotros” Romanos 8:31

El fruto del Espíritu Santo en la vida del creyente es el resultado de una íntima relación con Jesús, nuestra fuente de vida, crecimiento y fructificación. Esta intimidad con Jesús viene del tiempo que pasamos meditando en las escrituras, alabando y orando.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Reino es paz, justicia y gozo en el Espíritu Santo. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:16-23.

Juan 15 dice que lejos de Jesús no podemos llevar fruto. Cuando oras y bendices a otros, así es como florecerá el fruto del Espíritu en ti, esto vencerá sobre cualquier pensamiento que se oponga a la voluntad de Cristo en tu vida. Vemos en la Palabra que tenemos armas espirituales para derribar todo argumento y pensamiento que se levante en nuestra mente contrario a la voluntad de Cristo.

2 Corintios 10:4,5 “…porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”

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