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Solo una madre lo hace Rizpa

Esta es una de esas historias más extrañas de la Biblia, y una de las más reveladoras cuando pensamos en los hechos de una madre en un día como este. Si usted había pensado que lo sabía todo acerca del amor de una madre, le invito a ver  este extraño caso. ¿Cuál es el contexto de todo esto?

Una fuerte hambruna se había desatado por tres años en Israel y el causante había sido Saúl. Durante la conquista de Canaán a los gabaonitas se les había perdonado la vida por la astucia de disfrazarse para no ser destruidos, y Josué hizo un juramento de no sacarlos (Josué 9:18-21), sin embargo, ese juramento fue roto por Saúl, matando muchos de ellos.

 Cuando David supo lo sucedido corrigió esto, accediendo a las demandas de los gabaonitas. Ellos no querían ni plata ni oro de Saúl, sino justicia por aquella afrenta y por el quebrantamiento del juramento. Acto seguido ellos le pidieron a David que les diera a siete jóvenes, dos hijos de Saúl y cinco de sus nietos para ser ahorcados.

 David estuvo de acuerdo con esto y todos murieron de una manera vergonzosa. Hasta aquí pudiéramos ver esta historia como justa, porque el hambre se acabó. Pero ¿qué pasó después con los muertos?

Es aquí donde entra la historia de una mujer llamada Rizpa, cuidando los cadáveres de sus hijos. ¿Por qué es tan insólito todo esto? El mensaje de la ocasión nos ayudará en esto. Solo una madre puede hacer lo que hizo Rizpa. Veamos lo impensable en esta historia.

 I. HACIENDO LO IMPENSABLE AL SOPORTAR LA VERGÜENZA

1. Una tela de cilicio en el peñasco (vers. 10)

No hay otra historia como esta de la cual tengamos conocimiento. Lo que hizo Rizpa toca niveles imponderables. Su amor ha sido incondicional, como el amor de una auténtica madre.

Sus hijos fueron seleccionados y muertos como unos criminales, porque eran parte de la descendencia del fallecido rey Saúl, pero eso no menguó el amor que tuvo por ellos. Veamos todo el cuadro. 

Se nos dice que esta mujer era una concubina de Saúl de quien tuvo dos hijos. Ahora bien, una concubina no es como una esposa que no trajo una dote al matrimonio y por lo tanto no tendrá herencia como una esposa legítima. Pero eso no hacía ninguna diferencia, pues ella era madre de dos hijos.

¿Qué sucedió con ellos? Pues que formaron parte de los siete hijos pedidos por los gabaonitas para ser ahorcados. Una vez hecho esto Rizpa decidió permanecer al lado de sus hijos muertos, hasta darles una sepultura decente.

Además del dolor de la muerte de un hijo, el tener que cuidar sus cadáveres día y noche fue una tarea impensable. Una madre cuidando los cadáveres de sus hijos nos muestra al único amor que es ilimitado como el de Dios. ¿Pero acaso una madre mide los límites del amor por su hijo?

2. Evitando la vergüenza (vers. 10c) 

Hay en esta historia un hecho que no debe pasar por alto. Los gabaonitas no solo pidieron la muerte de estos dos hijos, y cinco nietos del rey Saúl, sino que determinaron qué tipo de muerte deberían recibir. Algunas interpretaciones sugieren que esos hijos fueron clavados en estacas de acuerdo con Deuteronomio 21:22-23.

 Aquella era una muerte maldita según esas Escrituras. Jesucristo fue colgado en un madero, por lo tanto su muerte revela el más alto grado de ignominia a la que llegó el Hijo de Dios para nuestra salvación (Gálatas 3:13). ¿En qué consistió la extraña actitud de aquella madre llamada Rizpa?

Que no quiso que sus hijos pasaran por la vergüenza de permanecer colgados en un madero todo el tiempo, siendo eso un escándalo social. Hay en esto una lección maravillosa. Una madre prefiere llevar consigo algún agravio con tal que sus hijos no pasen por la vergüenza social.

Es verdad que a otros no les importa que algunos hijos pudieran ser una vergüenza para la sociedad, que hayan cometido delitos condenables, pero para una madre esto es otro asunto. Una madre no teme enfrentar la peor humillación a la que la sociedad pueda conducirla con tal de estar con el hijo de sus entrañas. Ellas se “las juegan” todo por el hijo que trajeron al mundo. Nada detiene a una auténtica madre.

II. HACE LO IMPENSABLE AL ESTAR SIEMPRE PRESENTE

1. “Desde el principio de la ciega hasta que llovió…” (vers. 10b)

Esta madre no midió el tiempo que tuvo que estar cuidando a sus hijos convertidos en cadáveres. Desde el tiempo de la cosecha hasta la lluvia es un período que abarca por lo menos seis meses. Añádale a esto la tarea de lidiar con las aves de rapiña y las bestias salvajes de la noche. ¿Puede imaginarse esta escena?

 Son cadáveres colgando que se van descomponiendo en la medida que avanzan las horas y los días. Pero esta madre no abandona a sus hijos. Si bien es cierto que ella no está pensando en revivirlos, si espera por un entierro honroso con sus cuerpos. Como ellos eran su prioridad, no le importó si perdió su trabajo, amistades o vida social.

Su determinación era estar allí cerca de aquellos jóvenes que un día crió y los vio crecer. No siempre se ve este gesto de amor. Sabido es de madres que abandonan a sus hijos aun viviendo para que otros los críen. Un hijo para una auténtica madre no es una maldición, sino una bendición. 

Observe la ironía de esta historia. Mientras hay madres que matan a sus hijos, porque no los quieren traer al mundo, aquí hay una cuidando y protegiendo a los que ya están muertos. Bienaventurado sea el amor de madre, el cual es solo comparado con el Dios.

 

Aplicación: Al usar nuestra imaginación podemos pensar en aquel estado en descomposición de los cuerpos de los hijos. Y allí, en medio de ese lugar de día y de noche, por seis meses, está una madre cuidando de sus hijos muertos hasta que se les diera a ellos una digna sepultura.

2. Peleando contra los devoradores

 El texto nos dice que Rizpa “no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche” (vers. 10). Esto requiere presencia, disciplina y constancia. Si bien es cierto que hay hombres que muestran su valentía como el caso de David que se enfrentó a leones y osos, Rizpa no se queda atrás con su coraje.

De hecho su nombre significa “piedra caliente” como para afirmar el tipo de carácter que tuvo frente a la adversidad. Rizpa no le importó poner su vida en peligro con tal de cuidar a sus hijos. ¿Y acaso no es esta la actitud que asume una madre con todo aquello que atente contra sus hijos?

 ¿No deberíamos estar de pie contra el mundo, la carne y el diablo que han determinado devorar a nuestros hijos? ¿No deberíamos luchar valientemente con los enemigos de nuestros hijos como Rizpa hizo con las bestias de aquellas terribles noches y aquellos interminables días? Una madre auténtica no se separa de sus hijos cuando están en su mayor apremio.

¿Quiere usted saber cómo pelea una madre? Pues trate de meterse con su hijo para que la vea en acción. Ninguna como ellas para tomar todos los riesgos con tal de proteger a su hijo.

Ilustración: La madre que agarró a zapatazos al contrincante de su hijo porque lo está golpeando.

 3. En el sitio de los acontecimientos (vers. 10b)

Por lo general los muertos se velan una noche y luego viene el entierro. Considere que este será el entierro más largo. ¿Cuántas noches de vigilia con sus fríos y días de sosiego con hambre y con cansancio demandó esa acción? ¿Pero acaso importa mucho el tiempo que se invierte con los hijos cuando se trata de protegerlos y librarnos de sus enemigos?

Una madre responsable estará siempre presente para cada acto que le toque pasar a su hijo. Había muchas madres al pie de la cruz cuando Cristo murió, pero ninguna presencia fue más importante en ese lugar como la de María, la madre de Jesús (Juan 19:25).

La lealtad hacia un hijo para asistirlo en esos momentos de su vida no tiene precio. ¿Qué decir de una Jocabed la madre de Moisés que decidió estar con su hijo escondiéndolo hasta que llegó a cumplir tres meses y luego exponerlo en una barquilla a la orilla del río Nilo? ¿Hasta dónde llega el riesgo de una madre?

Lo que los hijos recordarán más en sus vidas será a la madre presente cuando más lo necesitó. Que no se queje una madre si el hijo le desconoce por su abandono. Esto son excepciones. Pero la verdadera madre estará presente con el hijo de sus entrañas.

 III. HACE LO IMPENSABLE ESPERANDO SU RECOMPENSA

1. “Cuando David supo lo que había hecho Rizpa, la concubina de Saúl…” (vers. 11)

Llegó a oídos del rey lo que Rizpa había hecho. Esto tuvo que conmover el corazón de David. Ya él había demostrado una gran nobleza cuando perdonó la vida de Mefiboset en ese duro momento para la familia de Saúl por amor a Jonatán y el pacto que se habían jurado. ¿Y qué había ordenado el rey? Que se hiciera un funeral digno para esos muertos, incluyendo los huesos de Saúl y Jonatán (vers. 12)

Si bien es cierto que ninguno de ellos merecía la bondad del rey, por todo lo malo que hizo Saúl, la acción de esta madre cambió las cosas. No sabemos hasta donde Rizpa esperaba las misericordias del rey, pero seguramente cobijaba en su corazón la esperanza que su sacrificio de alguna manera iba a ser recompensado.

Las madres no se sacrifican por sus hijos para esperar una recompensa, pero los hijos agradecidos la recompensarán siempre. Las acciones de una buena madre jamás quedarán en el olvido. Un buen hijo valorará por siempre la entrega y dedicación de su madre.

En el caso de Rizpa la recompensa la dio el mismo rey David. Es una bendición saber que la mayor recompensa de una madre está en las manos del Rey Divino. Dios bendice el sacrificio de toda madre piadosa. Los hijos son de gran estima para él donde la madre hizo su inversión.

 2. “Y Dios fue propicio a la tierra después de esto” (vers. 14c)
Este pasaje termina donde tiene que terminar… con Dios. Todo debe llevarnos hacia él, porque sólo él es justo, bueno y grande en misericordia. La acción de David haciendo justicia a los gabaonitas por aquellos muertos de Saúl satisfizo la justicia divina en el asunto de los tres años de hambre consecutivos, pero no es menos cierto pensar que Dios vio la acción de Rizpa hacia sus hijos muertos, y seguramente ella fue al final recompensada por Dios. 

De esta manera, si David recompensó a esa madre dándoles una sepultura decente a sus hijos, Dios al final traería para esa sufrida mujer, prosperidad y protección como madre viuda y sin hijos, después de todo esto. No sabemos qué pasó con esta madre, pero estamos seguros que Dios la sostuvo hasta el final.

Amadas madres, las acciones que ustedes hagan hoy hacia sus hijos cuentan con la aprobación divina. Él no es injusto para olvidar “vuestro trabajo de amor” que han demostrado hacia sus hijos. Dios pesa las acciones y al final trae sus recompensas. La labor abnegada de una madre está siendo copiada en los libros de la vida y esas acciones al final obrarán en sus hijos, teniendo siempre la aprobación del cielo.

 CONCLUSIÓN:
Lo que Rizpa hizo pudiera verse como alguien que estaba de mente. ¿Quién se atreve a cuidar esos cadáveres por seis meses día y noche? Pero ¿acaso esta acción no nos debe llevar a ponderar uno de los más grandes ejemplos de amor que se conozcan en la humanidad hechos por una madre? ¿No es acaso el corazón de una madre lo más parecido al corazón de Dios?

 No importa quién sea el hijo, su madre lo amará, sea un delincuente, un drogadicto, un borracho, un asesino, un despojo social… la madre siempre lo amará. Es verdad que otros no lo amarán, pero nadie lo amará más como lo hace la madre. Déjeme decir algo más de aquella madre llamada Rizpa.

Su estatus en la vida como concubina del rey Saúl no la preservó de los problemas. Ciertamente ella había sido una de las favoritas de Saúl. Seguramente tenía las miradas con las que el rey la había atrapado. Ella había disfrutado de las fortunas del palacio.

 Nadie como ella para saber que sus hijos serían príncipes. Pero la vida puede cambiar en un solo momento, y toda la bendición, las miradas, la atención y el amor pueden desaparecer. Y es allí donde una madre puede encontrarse luchando sola, sin el amparo de un hombre, y luego cuando la esperanza la tiene en sus hijos, les son quitados, quedando sin nada. 

Pues esa es la historia de esta madre, sin embargo, lo que ella hizo por amor a sus hijos la pone en las heroínas de la fe como ejemplo a seguir. Ciertamente ella perdió a su rey y a sus hijos, pero el Rey del cielo la amparó al final de su vida.

Fuente:
Pastor Julio Ruiz

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