Uno de los deberes de todo Estado es garantizar la prosperidad de sus habitantes. Uno de los mecanismos es por medio del trabajo, ya que éste crea riquezas y ayuda a proveer bienes y servicios.
Pero el trabajo debe ser digno. Desde hace siglos, politólogos, teólogos, economistas y muchos otros profesionales han señalado la necesidad de que el trabajo vaya unido a un salario que le permita cubrir sus necesidades básicas en un marco de dignidad.
Se ha demostrado que mientras más nivel adquisitivo tiene una población, más bienes y servicios pueden ser comprados, fortaleciendo a la economía nacional. Pero hay muchos empleadores que desearían tener esclavos en lugar de empleados y que les trabajen de gratis y que no les exijan nada.
Con este marco de ideas, la comisión tripartita, Estado, comisión patronal y los trabajadores empezaron a negociar un ajuste o aumento del salario mínimo. En el caso dominicano, esos tres sectores debían acordarse. Los trabajadores pedían, en virtud a la inflación acumulada, un aumento de un 30%, mientras que los empleados ofrecían, en un primer momento, un 10%.
Luego de varias negociaciones, que involucraban una fatídica reclasificación empresarial que disminuirá los salarios reales, al día de ayer, en ausencia de los trabajadores, quienes se levantaron molestos, se anunciaba un aumento de un 14% pagadero en 2 cuotas.
Soy partidario que ese sistema de negociación colapsó hace mucho, ya que el sector empresario es muy poderoso y avasalla a las otras partes, y por ello debe el Estado, tomando en cuenta la canasta básica, el índice de precios al consumidor y la inflación, obligar por Ley a que se aumente el salario de manera automática en la proporción que se señale.
Este mecanismo funciona en otros países de América Latina y ha dado grandes resultados, ya que al empleador promedio no les interesa aumentar los salarios, ya que lo ve como un costo adicional en su cadena de producción, y por ende, una merma en sus ganancias.
No se percatan de que si tienen trabajadores bien pagos tendrán mayor productividad, porque este querrá y podrá producir más, y si usted tiene más dinero, tiene más requerimientos, que se traducen en bienes y servicios que pueden ser suplidos por el mercado local, y todo ello se traduce en mayor calidad de vida y una economía más sólida.
Pero, desgraciadamente, como ya lo mencioné en este ensayo, existen sectores que no creen en redistribuir las riquezas, sino en acaparar riquezas, y es la pasión predominante que se encuentra en su alma, y ello es inmoral y violenta todos los dogmas cristianos, olvidándose que aparte de ellos, millones de desposeídos carecen de todo y deben hacer malabares para vivir con salarios exiguos.
Ojalá , como sociedad, reflexionemos y podamos entender la importancia de tener un empleador bien pago y cómo algo tan simple como eso redunda para bien en todo el tejido social en general.