La mujer con el flujo de sangre cambió la agenda del Señor. Lo que hizo la diferencia fue esa gran fe que ella tenía de que el Señor la podía sanar. Cuando nosotros ejercemos ese mismo tipo de fe y de pasión desesperada, y nos atrevemos a tomar riesgos confiando en la misericordia y en el Poder de Dios, Dios siempre está dispuesto a atender nuestra necesidad y nunca nos rechazará porque nos atrevimos a acercarnos a Él.
Aquí en Lucas capítulo 8 en el versículo 43 dice que: «Esta mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía 12 años.» El flujo de sangre era una aflicción femenina muy terrible, sobre todo en aquéllos tiempos. Era un desangramiento paulatino muy pequeño que hacía que una mujer que no podía detener este fluir leve de sangre en sus partes íntimas primeramente padeciera de una enfermedad muy vergonzosa, en segundo lugar, ese continuo escape de sangre la dejaba muy débil porque se desangraba prácticamente y perdía energía, perdía hemoglobina y perdía fuerza, y por lo tanto era una enfermedad que tenía un efecto muy fuerte sobre el organismo de la persona.
Pero una de las cosas más terribles de esta enfermedad era que en la ley mosaica, una mujer que estaba en su menstruación no se suponía que siquiera tocara a su marido porque el tocarlo con ese flujo de sangre lo hacía impuro, y esta mujer que técnicamente también estaba como menstruosa aunque no era en realidad ese el problema pero sí la condición era técnicamente lo mismo, entonces caía dentro de esa categoría de mujer impura y por lo tanto, la consecuencia más difícil social era que esta mujer tenía que mantenerse alejada de cualquier contacto humano porque su toque hacía impura a cualquier persona a quien ella se acercara, entonces la idea era que esta mujer tenía que vivir aislada como un leproso. No podía acercarse donde habían multitudes, la ley le prohibía hacerlo porque era casi como un crímen, estaba haciendo impuras a todas las personas que ella tocase.
Ciertamente ninguno de los que esperan en Ti será avergonzado.
Salmos 25:3
Y esto es importante que lo entendamos no solamente por la seriedad de la enfermedad, lo cual resalta el Poder de Jesús, sino también por lo desesperado de su acción, porque así como esos otros personajes que rompieron el techo de la casa que no les pertenecía para acercarse a Jesús esta mujer también viola la ley mosaica para acercarse a Jesús.
Y yo creo que esta es una de las cosas más importantes ¿no? que muchas veces nos encontramos en situaciones desesperadas y necesitamos una intervención de Dios, y hay ocasiones en que una acción llena de atrevimiento y de fe en el Señor puede abrir unos conductos del Poder de Dios muy asombrosos, entonces vemos que Dios espera que a veces emprendamos actos de gran fe, de gran riesgo pero confiando que el Señor nos va a sacar adelante.
No podemos hacer eso todo el tiempo pero sí tenemos que pedirle al Señor discernimiento de ocasiones en que tenemos que ir quizás a una oficina y pedir consideración de un oficial o hacer algo que quizás no es convencional creyendo que el Señor nos va a respaldar porque es la única opción y si no hacemos eso pues perdemos la batalla, y a veces hay que tomar esas acciones desesperadas y el Señor nos respalda.
Me hace pensar en ese texto de la Escritura que dice que: «A sus ángeles mandará cerca de ti para que guarden todos tus caminos.» Dice que no permitirá el Señor que nuestro pie tropiece en piedra pues en sus alas nos llevará. Cuando damos ese salto al abismo por una medida de fe que Dios pone en nosotros el Señor envía Sus ángeles para que nos tomen y no nos estrellemos contra las peñas porque Dios es misericordioso, y esta mujer tomó un gran riesgo al hacer esto. Yo creo que muchas veces según el riesgo que nos tomamos, según lo desesperado de nuestra acción así será el poder del mover de Dios a nuestro favor.
Entonces esta mujer padecía de un flujo de sangre pero también dice que hace 12 años, estos detalles lo que hacen es que nos pintan un panorama de lo desesperada que era la situación. Primer lugar, 12 años, segundo lugar, está ya cansada de su padecimiento físico y social. Yo me pregunto, 12 años, ¿por qué Dios permitió que pase tanto tiempo?
Muchas veces nosotros pasamos por situaciones de larga pena, de largo sufrimiento. Año tras año hemos tenido una enfermedad o una situación matrimonial, o una condición financiera y hemos buscado todo tipo de soluciones, y a veces parece como que Dios no se informa o no se interesa por nuestra condición, pero Dios tiene un plan.
Nos hemos beneficiado de saber que esta mujer pasó tanto tiempo pero que no abandonó su motivación, no se desesperó, no tiró la toalla, siguió buscando, siguió tocando puertas. Dice aquí que ningún médico la pudo ayudar sino que todo lo contrario, su situación se puso peor, dice otro pasaje. Muchas veces buscamos en los hombres y en las circunstancias humanas la solución pero solamente Dios tiene la solución en muchas ocasiones. Dios tiene que ser nuestra primera y última opción.
Lástima que esta mujer esperó hasta el último momento pero claro, fue en ese tiempo en que ella conoció acerca de la persona de Jesús, y eso nos recuerda: qué importante es que nosotros le digamos a la gente, le dejemos saber que Cristo tiene la solución para sus problemas, porque muchas veces las personas está padeciendo de todo tipo de situaciones difíciles pero no saben que en Cristo pueden alcanzar la solución y la provisión que necesitan.
Entonces esta mujer ya en lo último de su paciencia y de las posibilidades de salir de su situación se acerca finalmente a aquél que tiene la solución y Su Nombre se llama Cristo Jesús. Quiera el Señor que siempre lo tengamos a Él como la primera opción para resolver nuestras situaciones, que vayamos a Él en oración, que busquemos consejo en Su Palabra, que vayamos a donde nuestros ancianos o a la Iglesia y pidamos oración e intercesión, que nos unamos a otros creyentes para clamar y tocar a las puertas del Señor, porque Él es poderoso para intervenir y para resolver todas nuestras necesidades. Dios te bendiga, hasta nuestra próxima meditación.
Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar de Galilea, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. Llegándose a El, sus discipulos Lo despertaron, diciendo: «¡Señor, sálvanos , que perecemos!»
Mateo 8:24