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Sirviendo con nuestros miembros al Reino de Dios

ROMANOS 6:17-19 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros

La palabra del Señor nos declara una verdad que tenemos que aceptar y no podemos negar: ANTES DE CONOCER A CRISTO NUESTRA VIDA ESTABA SIEMPRE DISPONIBLE PARA SERVIR A LA INMUNDICIA Y A LA INIQUIDAD.

Nuestra vida estaba al servicio de la mundanalidad, de los vicios, de los placeres de la carne, de la diversión, de los afanes de este mundo, todo nuestro ser estaba siempre listo y dispuesto para llevar a cabo los deseos de la carne.

Pero ahora que Cristo mora en nosotros, que somos templo del Espíritu Santo como lo declara su palabra el Señor nos llama, como lo hemos leído en los versículos con los cuales comenzamos, A PRESENTAR NUESTROS MIEMBROS PARA SERVIR A LA JUSTICIA, para nuestra santificación.

¿QUÉ SIGNIFICA PONER NUESTROS MIEMBROS PARA SERVIR A LA JUSTICIA? ¿CÓMO PODEMOS PONER NUESTROS MIEMBROS A DISPOSICIÓN PARA SERVIR AL REINO DE DIOS?

I) TENEMOS QUE TENER NUESTROS OJOS DISPUESTOS PARA SERVIR A LA JUSTICIA Y AL REINO DE DIOS

Muchas veces se dice que los ojos son “Las ventanas del alma” pues reflejan lo que hay en nuestro corazón y también contemplan la realidad del mundo que nos rodea, es por eso que nuestros ojos son una herramienta muy importante para el Reino de Dios.

¿Qué necesitamos para que nuestros ojos estén al servicio de la justicia y del Reino de Dios?

Se necesita que nuestros ojos VEAN CON AMOR Y COMPASIÓN AL NECESITADO (1 Juan 3:17) Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?. No podemos ver la necesidad de nuestros prójimos y ser indiferentes, nuestros ojos no pueden ver al necesitado con indiferencia ni con menosprecio.

Se necesita que nuestros ojos YA NO VEAN CON MALICIA Y MALDAD (Mateo 5:28) Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Nuestros ojos y nuestra mirada NO PUEDEN SEGUIR AL SERVICIO DEL ENEMIGO para conquistar, para seducir, para codiciar, sino que nuestra mirada tiene que ser sincera y limpia por medio de un corazón limpio y lleno de la presencia de Dios.

Se necesita que nuestros ojos MIREN SIN MENOSPRECIO Y SIN ALTIVEZ. (Isaías 2:11) La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día. No podemos servir al Reino de Dios si nuestro corazón está lleno de soberbia, y eso se refleja en nuestra manera de mirar, cuando somos soberbios nuestra mirada es de altivez mirando a los demás con menosprecio y rechazo. No esperemos que el Señor quebrante la soberbia de nuestro corazón y que sean bajados nuestros ojos llenos de altivez (Isaías 5:15) Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos.
II) TENEMOS QUE TENER NUESTROS OÍDOS DISPUESTOS PARA SERVIR A LA JUSTICIA Y AL REINO DE DIOS

Nuestros oídos reciben los mensajes de la palabra de Dios para conocer y obedecer su voluntad o pueden recibir los mensajes destructivos del enemigo que contaminan nuestra vida.

¿Qué necesitamos para que nuestros oídos estén al servicio de la justicia y del Reino de Dios?

Se necesita que nuestros oídos DEJEN DE ESCUCHAR NECEDADES Y QUE ESCUCHEN LO QUE EDIFICA (Proverbios 19:27) Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas Que te hacen divagar de las razones de sabiduría. Si queremos servir al Reino de Dios tenemos que cuidarnos de las enseñanzas que nos hacen “DIVAGAR DE LAS RAZONES DE SABIDURÍA” la palabra DIVAGAR significa: Desviarse del camino, es decir tenemos que dejar todas aquellas enseñanzas que nos hacen dudar de nuestra fe, que nos alejan de la verdad de la palabra de Dios, y que confunden nuestro corazón con las mentiras del enemigo.

Se necesita que nuestros oídos NO SE CIERREN AL CLAMOR DEL POBRE (Proverbios 21:13) El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído. Tenemos que comprender que una de las maneras por medio de las cuales el Señor quiere que le sirvamos es compartiendo nuestras bendiciones con los pobres, tenemos que comprender la diferencia entre mirar la necesidad de alguien a escuchar que alguien nos pide ayuda, que alguien clama por ayuda y no queramos escuchar, así como nosotros que nuestro Dios tenga sus oídos atentos a nuestras oraciones y a nuestras necesidades, así también el Señor quiere que nuestros oídos esten abiertos y atentos al clamor del pobre.

Se necesita que nuestros oídos ANHELEN DE TODO CORAZÓN ESCUCHAR CLARAMENTE LA VOZ DE DIOS (1 Samuel 3:9-10) Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. Tenemos que comprender que no podemos servir al Reino de Dios si no escuchamos atentamente las instrucciones del Señor, si no conocemos su voluntad, es por eso que debemos anhelar escuchar su voz por medio de su palabra, por medio de la predicación, debemos anhelar cada dia que el Señor nos revele su voluntad para nuestra vida para obedecerla. Pues no basta con solamente oir la voz del Señor, tenemos que tener un corazón obediente para con su palabra.
III) TENEMOS QUE TENER NUESTRA LENGUA DISPUESTA A SERVIR A LA JUSTICIA Y AL REINO DE DIOS

La palabra de Dios nos muestra que uno de los miembros que puede llegar a ser más destructivo y dañino es la lengua, pues puede ser un instrumento muy poderoso utilizado por el enemigo para destrucción de nuestros prójimos (Santiago 3:5-9) Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. 7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; 8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.

¿Qué necesitamos para que nuestra lengua esté al servicio de la justicia y del Reino de Dios?

Primeramente comprender que NUESTRA LENGUA SOLAMENTE MANIFIESTA LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN (Mateo 12:34) ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. Por lo tanto, si verdaderamente queremos que nuestra lengua pueda ser un instrumento de bendición y estar al servicio del Reino de Dios lo primero que tenemos que hacer es limpiar nuestro corazón de pecado y de maldad.

Se necesita que nuestra lengua NO DAÑE NI DESTRUYA EL CORAZÓN Y LA AUTOESTIMA DE NUESTRO PRÓJIMO (Proverbios 18:21) La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos. Tenemos que comprender el poder que tiene nuestra lengua, es decir, nuestras palabras, para edificar, para motivar, para restaurar, y también para herir, para destruir, para desanimar, ¿Para que la vamos a utilizar? ¿A quién le va a servir nuestra lengua, a Dios o al enemigo?

Se necesita que nuestra lengua DEJE DE HABLAR CHISMES DE NUESTROS PRÓJIMOS (Levítico 19:16) No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová. No podemos servir al Reino de Dios si participamos en la destrucción de la vida de nuestros prójimos por medio del chisme, el chismoso es como una ave de rapiña que se alimenta de todo aquello que está muerto, herido o moribundo, nosotros como hijos de Dios no estamos para terminar de destruir a nuestros prójimo sino para edificar, para restaurar y para sostenerlo por medio del poder y el amor de nuestro Dios.

Se necesita que nuestra lengua SIRVA DE INSTRUMENTO PARA SALVACIÓN (2 Timoteo 4:1-2) Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Tenemos que reconocer que nuestra lengua es una herramienta muy útil para la predicación del evangelio y para la salvación de nuestros prójimos.

Fuente:
PASTOR OSCAR FLORES | EL SALVADOR

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