Jesús, a través de lo que Dios hizo con él y a través de todo el proceso por el cual tuvo que pasar, experimentó el proceso de la gloria de Dios en su vida.
“ ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios.” Juan 8:53-54
Por causa de esa vieja naturaleza que todos tenemos, de haber nacido de mujer y lo que eso implica, el pecado, las limitaciones que adquirimos y que cubre la gloria de Dios que está dentro de todos nosotros; que por mejor que hayan sido nuestros padres, no hay ningún padre perfecto en esta tierra que nos pueda llevar a la maximización de nuestro destino; no es hasta que el hombre despierta a la realidad de Cristo, que tu vida realmente es transformada, que puedes comenzar a ver con claridad más allá, a romper límites; que ya no estás atado por tu historia del pasado ni lo que la gente piensa o dice, sino porque ahora tú eres un hijo de Dios. La persona que no entiende eso, siempre trata de glorificarse a sí mismo. Y todo intento de glorificarte a ti mismo, es vano.
Hay quienes tratan de humillarte porque es la única manera en que ellos sobresalen; hay momentos en que aun nosotros buscamos aprobación de los demás. Todos corremos el peligro de hacer cosas simplemente para llamar la atención, porque pensamos que necesitamos un cierto respeto, dignidad por las cosas que hemos alcanzado o vivido. Y es inútil buscar por ti mismo la gloria porque el mundo nunca puede reconocer lo que solo Dios puede ver en ti. Todos cometemos ese error; todos luchamos en nuestra mente con esos pensamientos, con querer sobresalir, que otro vea el potencial en ti, que otro te reconozca.
Jesús tuvo que luchar y dejarles saber a todos: No saben quién soy yo; pero el Dios al que le sirven, ese es el que me glorifica. Si ese es Jesús, más nosotros. Jesús añadió: Si trato de glorificarme por mí mismo, vano es lo que hago. Pregúntate cuántas cosas tú has hecho en tu vida para glorificarte a ti, llamando la atención de forma incorrecta, buscando que otros te reconozcan, cuando tú lo que debes hacer es vivir con la satisfacción personal de quien tú eres y de lo que Dios ha hecho en ti, sin tener que demostrarle nada a nadie.
“37 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él;” Juan 12:37
¿Habrá gente en tu vida que todavía no crea en ti, a pesar de todo lo que tú has hecho? Tus hijos, por más que tú hagas, muchas veces, no creen en ti. Y tú te preguntas qué más tienes que hacer para que crean. Porque la familiaridad les lleva al menosprecio. Esta es la presión que todos tenemos. Jesús hacía milagros, y todavía no creían en él. ¿Por cuánta gente tú has hecho tantas cosas y todavía no creen? Y la presión que tú tienes es seguir haciendo, para intentar que ellos crean, tratando de satisfacer tu consciencia de que tú has hecho todo lo posible. Mientras hagas esto, estarás desperdiciando fuerzas en tratar de agradar a gente que, no importa lo que tú hagas, no puede ver la nueva creación en tu vida. Es solo por el proceso de glorificación que algunos lo van a entender.
“ Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.” Juan 12:39-43
¿Quienes creían? Los gobernantes, gente en eminencia. Mientras tú tratas de impresionar a los menos importantes, los más importantes son impresionados por lo que Dios está haciendo en tu vida. Tú eres demasiado especial para que el común te entienda. Deja de gastar tus fuerzas, tu esfuerzo natural, en tratar de vivir bajo las expectativas de los demás. Solo Dios puede mostrar quien tú eres, y Dios lo va a mostrar a gente importante, en lugares importantes, precisos para cumplir su propósito en tu vida. Deja de gastar el tiempo en glorificarte delante de aquellos que siempre van a cuestionar de dónde vienes, qué haces; es lo que Dios está haciendo en tu vida lo que va a traer gloria.
Se dan cuenta de quien tú eres, pero no lo dicen, no lo confiesan, por miedo a lo que van a hablar de ellos. Tú debes vivir impresionando solo a Aquel que cambia tu vida, y que no espera a que la gente te apruebe y señale tu tiempo; sino que es Él, a través del proceso de glorificación – que no es otra cosa que el proceso de resurrección en tu vida – quien mostrará quien tú eres en Cristo Jesús.
Tú no tienes que demostrarle a nadie tu transformación. Lo que Dios está haciendo en ti, poco a poco, Él lo mostrará. Y, por más que Dios haga cosas en ti, hay unos que nunca van a creer; otros, van a creer y no se van a atrever a decir lo que creen de ti; pero el Dios al que tú le sirves, te levantará delante de todos ellos, y mostrará su gloria delante de ti.