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Siguiendo el Camino de Dios. Reflexiones desde el Espíritu Santo

Que clase de vida llevábamos todos nosotros cuando no conocíamos a Dios, cuando estábamos en la carne. Era una vida loca, desenfrenada, podíamos hacer lo que quisiéramos y no sentíamos temor de nada, todo esto se debía a que no teníamos el Espíritu Santo dentro de nosotros, no había que nos redarguye, nuestro espíritu no tenía contacto con el Espíritu de Dios pues no lo habíamos recibido todavía.

Ilustración: Desde la Bahía de Nueva York hasta donde comienza el agua profunda se extiende un canal de casi veintiséis kilómetros de largo y sumamente angosto. En años pasados era bastante difícil navegar en el canal cuando había neblina o tempestad. Entonces, alguien ideó el plan de poner un cable, en el fondo del río arenoso, que transmitiese signos eléctricos a través del agua, guiando así a los barcos a caminar por el centro del canal hasta llegar al mar.

Para el cristiano, el silbo apacible del Espíritu Santo le advierte que no está viviendo en la forma debida para que se vea la semejanza de Cristo en su vida. Tal como la señal eléctrica, el Espíritu Santo nos protege de los bancos de arena del pecado. Cuando nos falta mucho, algunas veces nos desanimamos.

¿Qué quiere Dios de nosotros?
Texto base: Romanos 8:1 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.

La Biblia es clara, Dios nos manda a que vivamos en el Espíritu, pero ¿cual espíritu?, porque hay dos, el espíritu nuestro y el Espíritu de Dios. Hay algo que ha pasado en nuestra vida, ya no somos lo mismo que antes, ya no somos libres, hay una ley que nos gobierna. Es la ley de Espíritu en Cristo Jesús:

Romanos 8:2 “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”

Quiere decir que antes vivíamos bajo la ley del pecado y de la muerte, por eso éramos insensibles, no nos sentíamos culpables de nada cuando pensábamos. Éramos esclavos de la ley del pecado y de la muerte, vivíamos en la carne.

Gálatas 5:19-21 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Estábamos muertos por nuestros delitos y pecados.

Efesios 2:1 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

Ha sucedido un milagro, una transformación, ya no somos los mismos, hay algo dentro de nosotros que ya no nos deja hacer lo que antes hacíamos, ya no somos libres, hoy somos esclavos de aquel que nos libró.

Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerlo, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hoy somos esclavos voluntarios de Cristo”.

Hoy ya no somos esclavos del pecado, de la carne, hoy somos esclavos de AQUEL QUE NOS AMO, DE CRISTO JESUS.

Romanos 6:22-23 “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

El quiere que seamos santos, que nos apartemos para él, viviendo en el Espíritu tendremos como fruto santificación

La vida eterna (como lo vimos en Romanos 6:22) Pero ¿Cómo podemos lograrlo?

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

La vida eterna, todo, no podemos lograr lo que anhelamos si no somos personas que han cambiado completamente, si Cristo no mora en nosotros, vanas son nuestras esperanzas.

Amigos que se encuentran en este lugar ¿Cómo está su vida? ¿Quiere usted vivir en el Espíritu o ser libre como el viento? Y si usted ya ha recibido a Cristo, ¿Cómo quiere vivir de aquí en adelante? Pensemos bien.

Si usted ha leído u oído este mensaje y siente que quiere cambiar su vida y comenzar una nueva viviendo en el Espíritu, lo invito a que tome la decisión de recibir a Cristo como su Señor haciendo una pequeña oración, esto no significa un cambio de iglesia o de religión, significa que usted quiere ser un hijo de Dios, capaz de vivir en el Espíritu. Lo invito a que haga la siguiente oración:

“Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal; creo que eres Dios, que moriste en la cruz para perdonar mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Señor Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi salvador, amén”

Si usted hizo esta oración, usted ha nacido de nuevo, ahora es parte de la familia de Dios, pues su Palabra dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos Hijos de Dios” Juan 1:12

Si usted ha sentido o cree que este sermón le ha tocado su corazón y quiere recibir a Jesucristo como su Salvador personal, solo tiene que hacer la siguiente oración:

Señor Jesús yo te recibo hoy como mi único y suficiente Salvador personal, creo que eres Dios que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador, Amén.

 

Fuente:
Pastor Alberto Vega

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