Moisés envía doce espías a reconocer la tierra y traerle un reporte, pero diez de ellos no siguieron la instrucción.
“17 Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, 18 y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; 19 cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; 20 y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas.” Números 13:17-20
La versión original no dice tomar sino comer. Coman de los frutos, pero ¿qué hicieron ellos? Llegaron allí, reconocieron la tierra, y cortaron racimos y los llevaron consigo. Pero Moisés no les dijo que hicieran eso. Ellos debían comer del fruto. Y ¿qué de malo hay en eso? Lo que ellos hicieron al llevar el fruto no fue alabarlo, sino menospreciarlo. Lo llevaron para hablar mal de la tierra; para mostrar y decir: Esto es todo lo que hay, pero no lo podemos poseer. ¿Por qué Moisés les dice que coman de los frutos? Porque la ley decía que, si tú ibas al campamento enemigo y comías de los frutos, espiritualmente, poseías ese lugar. Al comer, ellos desearían lo que había allí dentro. Por eso es que, de vez en cuando, Dios te da pequeñas muestras para que tú pruebes la abundancia que hay al otro lado, a ver si despierta dentro de ti algo más grande que te diga que lo puedes conquistar.
El problema es que no comes de los frutos; simplemente los muestras y dices: Mira lo que hay, pero yo no puedo. Solo Josué y Caleb comieron de las frutas; los otros diez no; llevaron el racimo para decirles a los otros: Miren todo lo que hay, pero Dios no nos lo quiere dar, y no estamos dispuestos a luchar para tenerlo. Dios te ha enviado a la tierra, y te ha dado a probar de las frutas. La pregunta es si comiste de ellas, o simplemente las viste y dijiste: Yo no puedo. Dios siempre te da oportunidades de probar sus bendiciones porque el día que tú las pruebas, Él lo que quiere es despertar en ti algo que diga: Estoy dispuesto a conquistarlo.
No seas de los que prefiere volver al desierto para que Dios te sostenga. Tú no estás aquí para mostrar las frutas a la gente, sino para darles a probar y que algo despierte en ellos.
Que algo despierte dentro de ti, y tú quieras probar todas las bendiciones que Dios tiene para tu vida, que tú decidas luchar por eso. Deja de escuchar a aquellos que te dicen que nada de eso es importante. Atrévete a aspirar a una casa, a un mejor trabajo. Si Dios te lo prometió, Él te lo va a dar. Te vas a tener que esforzar, pero Dios te va a dar la victoria. Si otros lo tienen, Dios te lo puede dar; si está allí, es porque Dios lo tiene para tu vida.
Es una ilusión pensar que las mejores cosas de Dios para tu vida no te van a costar esfuerzo y valentía. Tienes que estar dispuesto a esforzarte y ser valiente. Josué conquistó la tierra en tan solo siete años, y pasó el resto de su vida repartiendo la tierra prometida. Si todo lo que tú tienes que hacer es esforzarte y ser valiente por siete años para pasar el resto de tu vida disfrutando de las bendiciones que Dios tiene para ti, hazlo. Esto es solo para valientes. Las frutas están ahí para que tú las poseas y alcances lo que Dios te prometió.
No caigas en la mente religiosa. Aquellos diez espías llevaron las frutas no para celebrarlas, sino para decir: Todo ese esfuerzo, ¿para esto? ¡Qué triste cuando vivimos así! Triste vivir en un país que piensa así, cuando nuestra familia es así, cuando nos rodeamos de gente que piensa así. Sé diferente, vive diferente.
¿Qué hizo la diferencia en Josué y Caleb? En Números 13, se nos dan los nombres de aquellos a quienes Moisés envió a reconocer la tierra. Entre ellos, se nos especifica que a Oseas, hijo de Nun, Moisés le puso el nombre de Josué. La diferencia entre Oseas y Josué, según el texto original, es una “j”. ¡Y qué diferencia hace una “j” en la vida de una persona! ¡Qué diferencia hace el nombre de Dios en la vida de una persona! Moisés no le puso cualquier letra, sino la letra del nombre de Dios; el mismo nombre que Dios le dijo: Yo soy el que soy. Moisés vio en Josué algo diferente, y le profetizó: Tú eres el que va a conquistar esa tierra, el que la va a repartir. Moisés estaba sacándolo del listado. Y hoy Dios te saca del listado de la gente común de tu país. Hoy Dios le añade una letra a tu nombre para que tú camines diferente, actúes diferente, vivas diferente. Tú no vas a ver los gigantes, sino la promesa de Dios cumplida sobre tu vida. Tú vas a saber que Jehová va contigo.
Oseas significa salvación, salvador. Pero Josué significa Jehová es quien salva, quien liberta, quien te da la victoria, quien te hace triunfar. Nadie puede caminar en esta tierra, si no sabe que Jehová es quien salva, liberta y da la victoria. Es en Él que tienes la victoria.
Aquel día, Moisés lo que hizo fue elevar el pensamiento de Josué. Josué ya tenía el corazón, había sido valiente y se había esforzado toda su vida, pero aquel día recibió una palabra del hombre de Dios: Jehová es quien te da la victoria, quien te va a prosperar, quien te va a hacer triunfar en medio de tus enemigos. Y eso es lo que pasa cada vez que tú recibes uno de estos mensajes, que te dicen: Tú eres diferente a los demás; eres como esos doce espías que levantaron la mano y dijeron “yo voy”; pero dentro de esos doce, hay unos que tienen el corazón, pero también su mente se eleva a un nuevo nivel: El de entender que todo lo que tienen, lo que alcanzan y logran es porque Dios les da la victoria. Es Él quien te prospera, quien te ha dado todo, quien te liberta.
Hoy tu mente se eleva a una nueva dimensión y te atreves a caminar por la tierra prometida, sabiendo que es Jehová quien te la va a dar. Tú no tienes que esperar por nadie. No importa lo mal que se vean las cosas en tu tierra prometida, Jehová es quien te la va a dar. Créelo.