Judas 24-25 Y Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.
Verdaderamente esta es una pregunta que muchas personas se hacen y que llena de temor y de angustia el corazón de muchos cristianos.
Tenemos que comprender que desde el momento que confesamos a Jesucristo como Señor y salvador de nuestra vida recibimos una nueva naturaleza espiritual, pero mantenemos nuestra naturaleza carnal pecaminosa, esta es la lucha que todos los cristianos tendremos en nosotros todos los días, no dejarnos gobernar por nuestra naturaleza carnal pecaminosa sino por nuestra naturaleza espiritual (Romanos 7:18-24) Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 !!Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Estos textos nos muestra una verdad espiritual, aunque somos hijos de Dios y tenemos el Espíritu Santo en nuestra vida seguimos siendo pecadores, pero las consecuencias de este pecado ya no son eternas sino terrenales, temporales, las consecuencias de nuestro pecado ya no es el infierno sino la disciplina del Señor, que se manifiesta de diferentes maneras en nuestra vida (Hebreos 12:5-7) y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. 7 si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
La palabra de Dios nos declara que, si fallamos, si pecamos nuestro abogado es Cristo Jesús (1 Juan 2:1) Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Tenemos que venir con sinceridad y arrepentimiento y confesar nuestro pecado para que la sangre de Jesucristo nos limpie de todo pecado (1 Juan 1:9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
EN LA PALABRA DE DIOS ENCONTRAMOS HISTORIAS QUE NOS AFIRMAN QUE LA SEGURIDAD DE NUESTRA SALVACIÓN AUN A PESAR DE NUESTROS ERRORES Y PECADOS
PRIMERAMENTE LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO, NOS MUESTRA QUE, A PESAR DE LOS PECADOS Y ERRORES, NUNCA DEJÓ DE SER HIJO (LUCAS 15:13-24) No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
En esta parábola nuestro Señor Jesucristo nos habla de un joven que se apartó de la casa de su padre, malgastó su herencia viviendo perdidamente, viendo en vicios y placeres, pero cuando lo perdió todo y reconoció su error y su condición volvió como siervo, pero fue recibido como HIJO por su padre.
Verdaderamente las palabras de ese muchacho eran reales: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo” pero eso es la gracia de Dios en nosotros, no somos hijos porque somos dignos de serlo sino porque nuestro Dios nos ama.
Podemos ver entonces que, a pesar de sus pecados, de sus errores y de sus malos caminos nunca dejó de ser hijo, sufrió la disciplina por medio de las consecuencias de sus actos, pero al volver fue recibido como hijo no como siervo ni como extraño. (Gálatas 4:6-7) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: !!Abba, Padre! 7 así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
EN LA IGLESIA DE CORINTO VEMOS QUE A PESAR DEL PECADO DE UN CRISTIANO SU SALVACIÓN NO LE FUE QUITADA (1 CORINTIOS 5:1-5) De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. 2 y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? 3 ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. 4 en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
Esta persona fue expulsada de la iglesia, fue entregada a Satanás, es decir, se le dejó que sufriera las consecuencias de sus acciones, pierde su membresía en la iglesia de Corinto, quizás perdió sus privilegios si tenía alguno, pero no perdió su salvación.
CUANDO PECAMOS VERDADERAMENTE PERDEMOS ALGUNAS COSAS IMPORTANTES EN NUESTRA VIDA, PERO NO NUESTRA SALVACIÓN:
El pecado puede hacernos perder el gozo de nuestra vida (Salmo 51:12) Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.
El pecado puede hacernos perder nuestras bendiciones (Jeremías 5:25) Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.
El pecado nos hace perder nuestro testimonio de vida cristiano (Proverbios 25:26) Como fuente turbia y manantial corrompido, Es el justo que cae delante del impío.