“24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.” Mateo 13:24
Tranquilo, porque si arrancas, no cosechas. El hombre dice: Esperemos por la siega, y yo envío segadores. Hay quien es siervo, pero no segador. No puedes poner tu cosecha en manos de siervos, gente incorrecta, porque te la arrancan. Aprende a vivir por un tiempo con la cizaña, sin desesperarte, hasta que lleguen los segadores expertos para el tiempo de tu cosecha. Dios tiene gente experta en cosecha, preparada para tu vida. Dios tiene gente que sabe separar una cosa de la otra.
“36 Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40 De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.” Mateo 13:36
Jesús explica lo que representa esta parábola. Todos hemos tenido la experiencia de sembrar y no cosechar lo que esperábamos. La ley de la siembra y la cosecha, en esta tierra, es falible; No siempre funciona. Tú has sembrado en la vida de alguien, y has cosechado negativo; Y es que donde único la ley de la siembra y la cosecha es infalible, es con Dios. Lo que hagas en esta tierra por alguien, que no sea esperando nada de esa persona; Tienes que hacerlo por Dios. Él recuerda toda la obra de tus manos, y cuando siembras buena semilla, Él se asegura que de alguna parte, llegue tu cosecha. Lo que hagas, que sea por Dios, para bendecir; Lo haces para alguien, le ayudas, pero no esperas nada de esa persona, ni las gracias, ni que te celebre. En el mundo espiritual, la justicia permanece para siempre. Dios trae la recompensa; Él es el justo.
Este es el típico caso de alguien con buena intención, buena ética de trabajo, que recibe lo que podemos llamar una cosecha sorpresa. Todos las hemos recibido, y no son tan bonitas. Trabajas en pos de algo, haces tu mayor esfuerzo, y no tienes los resultados esperados; Despiertas a la realidad de que no todo lo que tú siembras, es lo que cosechas. Tus emociones te llevan a querer arrancar, sientes que te han hecho una injusticia. Fíjate que los servidores llegan donde su señor y le dicen: ¿No sembraste buena semilla? Eso es un impulso. Cuando se te mete en la cabeza el pensamiento de injusticia y tus emociones se levantan, inmediatamente comienzas a operar emocionalmente. Quien pone en peligro tu cosecha, no es tu enemigo por sembrar cizaña, sino tú, si permites que la confusión te haga arrancar. Y, si algo te quita la esperanza, es la confusión de lo que estás viviendo. El porqué; Pensar qué vas a hacer. Si a Jesús le dijeron, Maestro bueno, y él dijo que el único bueno es el Padre, estamos muy por debajo; Si se te mete en la cabeza que eres bueno, cuando el enemigo siembra cizaña, todo lo ves como una injusticia y te vuelves emocional. Hay cosas que pasan; Aprende a vivir tranquilo. Si te persiguen, recuerda que a Pablo le asignaron un aguijón, una mujer que lo perseguía; Tienes un aguijón asignado. Dios le dijo a Pablo, “Bástate en mi gracia, porque mi poder ser perfecciona en medio de la debilidad”. Sigue adelante; Que no te dé coraje; Piensa: Si arranco, no cosecho.
Hoy, tú estás trabajando con problemas que fueron creados por tus reacciones emocionales a algo que, si hubieras esperado un momento… Si arrancas, no cosechas. Pablo decía: No te canses de hacer el bien, porque a su tiempo vas a cosechar. Ante las cosechas sorpresas, permanece en calma. Porque si algo cancela tu esperanza, es la confusión. El enemigo no puede detener lo que Dios tiene para ti; El único que lo puede detener eres tú; Entonces trata de confundirte porque, si lo logra, pierdes la esperanza, obras emocionalmente, y arrancas la cosecha que Dios tiene para tu vida.
La Biblia nos cuenta que Jonás se monta en un barco que no era en el que tenía que montarse. Tan pronto se monta, comienza la tormenta, y la gente comienza a tirar los muebles del barco, dando el barco por perdido. ¿Por qué tú vas a cerrar el negocio, si a quien hay que botar es a Jonás? ¿Por qué divorciarte, si lo que hay que botar es al Jonás que se ha metido? Todos hemos estado en un barco donde se ha montado un Jonás que causa confusión, y hemos querido botar el barco, en vez de sacar a Jonás. Dice la Biblia que, cuando entendieron que era Jonás el que había provocado la tormenta, lo sacaron y se calmó la tormenta; Pero ya no tenían muebles; Los botaron muy rápido. Tú no puedes desesperarte por la ansiedad de lo que ocurre en tu vida. De tiempo en tiempo, se va a montar un Jonás en tu barco; Identifícalo, pero no cierres la empresa antes de votar a Jonás, no tires tu matrimonio, tus hijos por la borda antes de sacar a Jonás. El enemigo sabe que no puede detener lo que Dios tiene para tu vida, así que trata de traer confusión, para quitarte la esperanza. No arranques, porque si arrancas, no tienes cosecha. Descubre quién o qué es el Jonás de tu vida, sácalo del barco y llega a puerto seguro. Aprende a vivir con la cizaña, sin permitir que influencie; Si permites que la confusión se meta en tu corazón, pierdes la esperanza, arrancas, y pierdes tu cosecha.