Servir a Jesús es como cuidar una higuera que produce los más dulces higos. Su servicio es en sí mismo un deleite, la continuación de ese servicio es una promoción, y el éxito en ese servicio es la bendición aquí abajo, y la recompensa por ese servicio es la gloria arriba. Nuestros más grandes honores serán recogidos en el mundo venidero. El cielo donde está Jesús, será nuestra mansión, la eterna bienaventuranza será nuestra porción, y el propio Señor será nuestro compañero.
El que vela por la higuera, recibe higos a cambio de sus preocupaciones, y el que mira por los intereses de un buen señor, recibe honor como recompensa. Verdaderamente el Señor Jesús es el mejor de todos los señores, y es un honor que se le permita a alguien hacer el más nimio acto por Su causa.
Servir a ciertos señores es como velar por manzanos silvestres y comer manzanas amargas como salario; pero servir a mi Señor Jesús es cuidar una higuera que produce los más dulces higos. Su servicio es en sí mismo un deleite, la continuación de ese servicio es una promoción, y el éxito en ese servicio es la bendición aquí abajo, y la recompensa por ese servicio es la gloria arriba.
Nuestros más grandes honores serán recogidos en aquel tiempo cuando los higos estén maduros, en el mundo venidero. Los ángeles que son ahora nuestros servidores nos llevarán a casa cuando nuestro día de trabajo hubiere concluido. El cielo donde está Jesús, será nuestra honorable mansión, la eterna bienaventuranza será nuestra honorable porción, y el propio Señor será nuestro honorable compañero. ¿Quién podría imaginar el pleno significado de esta promesa: «el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra»?
Señor, ayúdame a mirar por los intereses de mi Maestro. Haz que deje toda idea de honor para la hora cuando Tú mismo me honrarás. ¡Que Tu Santo Espíritu me convierta en un obrero y un servidor humilde y paciente!