A la mayoría de nosotros nos ha pasado en mas de alguna ocasión que nos hemos enojado o “sentido” con Dios, quizá porque las cosas no salieron como nosotros queríamos, quizá porque Él no ha contestado a una de nuestras mas ansiadas peticiones o quizá porque simplemente ocupamos como excusa cualquier situación para “alejarnos” de Él.
El otro día hablaba con una persona que me decía: “Estoy sentida con Dios”, no quise preguntarle porque o indagar en el asunto, pero dentro de mi me dio un poco de gracia porque traje a mi memoria las veces que yo mismo también dije que estaba enojado con Dios o “sentido” con Él.
Y es que todos pasamos por etapas en nuestra vida en donde por alguna razón queremos que Dios actué a nuestro placer, que no haga ciertas cosas o que no permita otras que no queremos que pasen o se den y cuando por alguna extraña razón “Dios no nos obedece” terminamos enojándonos o sintiéndonos con Él.
Pero esto no es nuevo o no solo pasa en nuestra época, en la Biblia podemos encontrar un ejemplo claro y exacto de esta situación, Jonás el protagonista. Dios había ordenado a Jonás que fuera a Nínive a llevar un mensaje, al principio Jonás se reusó y decidió huir de Dios, sin embargo todos conocemos la historia, Dios hizo que un pez muy grande se lo comiera, estuve en el vientre del pez unos días, Jonás se arrepiente y pide perdón a Dios, el pez lo vomita y Jonás se va a Nínive a llevar el mensaje: “En 40 días Nínive será destruida”, todos los habitantes de Nínive reciben el mensaje de parte de Dios y deciden cambiar y hacer ayuno pues posiblemente Dios podía cambiar de planes hacia ellos, entonces ocurrió lo que Jonás no se esperaba: “Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había amenazado” Jonás 3:10 (Nueva Traducción Viviente).
La reacción de Jonás al ver que Dios no hizo lo que había dicho o no hizo lo que Jonás esperaba que hiciera fue la siguiente: “Este cambio de planes molestó mucho a Jonás y se enfureció” Jonás 4:1 (Nueva Traducción Viviente).
A nosotros nos pasa exactamente lo mismo, cuando Dios no hace lo que esperamos que haga, cuando Él tarda, cuando tomamos malas decisiones y nos va mal, siempre terminamos echándole a Él la culpa de todo con frases conocidas como: “¿Por qué permitiste que hiciera esto?”, como que si Dios te va andar obligando a que hagas o no hagas, otras frases como: “¿Por qué nunca me respondes?”, como que si Dios tuviera la obligación de respondernos en el tiempo que nosotros queremos y según como queramos u otras frases como: “¿Por qué no hiciste nada para que esto no pasara?”, como que tuviéramos algún privilegio especial delante de Él, cuando hay millones de personas que pasan por situaciones más duras y difíciles que nosotros.
Mi querido amigo o amiga, no sé cómo está tú relación personal con Dios este día, posiblemente has estado esperando algo que aun no se ha cumplido, quizá no te ha ido tan bien como quisieras, quizá ciertas decisiones que tomaste te han llevando a enfrentarte a resultados desalentadores, pueda que han pasado cosas que hubieras querido que no pasaran o cosas que le pediste a Dios que no se dieran y se dieron, quizá hoy te sientas “sentido” o “sentida” con Dios, quizá tengas algunas cosas que reclamarle, pero ¿Sabes?, nada de eso hará que las cosas sean como tú quieres que sean, ninguna queja, reclamo, enojo u otro sentimiento demostrado delante de Dios va a hacer que las cosas cambien.
Hay algo que en nuestro “enojo” no comprendemos o no reflexionamos y es que a pesar que las cosas no salgan como hubiéramos querido o a pesar que Dios “no obedezca” a nuestros placeres o peticiones, eso no quiere decir que todo está terminado, ¡No!, esto nada más nos muestra y nos recuerda que Dios tiene un plan mejor para nosotros, que nuestros caminos muchas veces no son sus caminos, que Él tiene una senda más fácil o más difícil para nosotros, pero que al final nos llevara exactamente al punto o lugar en donde Dios nos quiere.
Si las cosas no salen como tú quieres, si pediste algo y recibiste lo contrario, si tu respuesta ha tardado más de lo que esperabas, simplemente descansa, relájate, no te enojes, no te resientas con Dios y menos te alejes de Él o de tu comunión diaria con Él, simplemente recuerda que es Dios el Soberano que gobierna TODO y que a su tiempo, en su lugar y de la forma que Él tiene todo planeado se darán las cosas, solamente ¡DESCANSA!
¡Dios siempre tiene un mejor plan, no te resientas!
“Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el SEÑOR—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse”.
Isaías 55:8 (Nueva Traducción Viviente)