Hay quienes dudan de su salvación porque a la consciencia humana se le hace difícil recibir el perdón de Dios. Se nos hace difícil perdonar también. Si has visto algún caso de un crimen atroz, has pensado si será posible que Dios perdone eso. En tu mente, piensas que puedes pasar un punto donde Dios no te pueda perdonar. Esa es la razón principal del suicidio. Es la consciencia de que no hay perdón. Eso fue lo que le pasó a Judas; trató de enmendar devolviendo el dinero, y no encontró el perdón. Si hubiera ido al árbol correcto, Dios le hubiera perdonado. El profeta había dicho que el que entregara a Cristo sería colgado, pero no se nos dice en qué árbol. Fue colgado en el árbol de Cristo en la cruz, y si Judas hubiera pedido perdón, Cristo le hubiera perdonado. Lo primero que hizo Cristo fue buscar a aquellos que le traicionaron para decirles: Todo está bien, amigos, tranquilos, ya les perdoné. Pero fue tan amarga la tristeza de Judas, que él pensó que de esa no tenía perdón. Y a la gente se le hace difícil, viviendo en tanta maldad, recibir el perdón de Dios.
La fuerza de la naturaleza carnal pone duda en tu vida. La adicción, la tentación, la batalla, la lucha que tienes contigo mismo te pone en duda. Pablo decía: Lo que quiero hacer no hago, y lo que no quiero hacer, eso hago, ¿quién me libra de este cuerpo de muerte? Esa lucha pone duda. Pero en realidad esa misma lucha es lo que te dice que eres salvo, y todo lo que tú necesitas para vencer ya lo tienes; y si le añades a tu fe paciencia, virtud, amor, vas a vencer eventualmente el pecado.
Las pruebas y las luchas humanas que tienes, te hacen cuestionar tu relación con Dios. Una de las preguntas más grandes que la gente se hace con relación a esto es por qué sufrimos. El sufrimiento es una de las cosas que más aleja a la mente de la gente de Dios. Pensamos que tener a Dios es ser exentos de sufrimiento. Hay quienes dicen que si Dios existiera no habría sufrimiento. Pero, ¿dónde dice eso en la Biblia? Piensas que si Dios estuviera contigo no estuvieras sufriendo tal cosa. La gente pregunta por qué a la gente buena le pasan cosas malas. Pero un día a Cristo le dijeron Maestro bueno, y él dijo: Bueno hay uno solo. Cristo no se consideró bueno. La pregunta debería ser al revés: ¿Por qué pasan tantas cosas buenas a gente mala? Porque mira que nos pasan cosas buenas que no nos merecemos. Ahí es que tú ves la misericordia y la gracia de Dios.
En este mundo estamos destinados al sufrimiento por causa del pecado, de la maldad del hombre, de la rebeldía; y es la misericordia de Dios la que nos da las cosas buenas que no nos merecemos en esta vida; oportunidad tras oportunidad. Y tú nunca puedes llegar a pensar que por las situaciones que tienes no tienes una relación con Dios.
La voz de la consciencia muchas veces es más fuerte que la voz del Espíritu Santo. Dudas de tu salvación porque tu mente te dice que no eres salvo. Tu mente te hace sentir culpable, condenado; tu familia te señala, el mundo te recuerda tu pecado, tu pasado constantemente. Por eso tú necesitas relación con el Espíritu Santo, porque un día la voz de Dios tiene que ser más fuerte en tu vida que tu consciencia. Es la voz de Dios la que te dice que tú eres perdonado, que tú eres amado; aunque te abandonen y critiquen, aunque te recuerden tus errores, la voz de Dios, de su Espíritu Santo tiene que hablar más fuerte que la voz de tu consciencia para que tú puedas tener paz, sabiendo que tú has sido perdonado, liberado. Tienes que pagar las consecuencias de tus errores, pero hay alguien que te ama por encima de todo, y su voz tiene que ser más fuerte en tu vida. A esa voz es que tú tienes que reaccionar. Igual pasa con tus hijos; mientras tu voz sea para ellos más fuerte que la del mundo, tus hijos no se van a perder. La voz de Dios tiene que ser para ti más fuerte que la del mundo porque de eso depende tu vida. Que cuando Él te llame, tu corras a Él. Si la voz de Dios no es más fuerte, tu consciencia te va a afectar y no te va a asegurar tu salvación.
La predicación desbalanceada en cuanto al pecado, te puede llevar también a dudar de tu salvación. Ese desbalance puede llevarte a creer que ciertas obras que hagas te van a resolver el asunto. Bautizarte, por ejemplo. El bautizarte te hace una nueva criatura en el reino de los cielos, pero cuando salgas de bautizarte aquí en la tierra, debes salir a vivir bien, a vivir una vida congruente con lo que acabas de hacer. De la misma manera, está el extremo opuesto, donde se te lleva a creer que son tus obras las que te van a hacer salvo y no te das cuenta que eres salvo por la gracia de Dios. El balance correcto es entender que es un privilegio tu salvación porque fuiste elegido por la gracia de Dios para recibirla en este tiempo; y el balance es que en adelante tienes que ser obediente porque recibiste un regalo que otros no han recibido. ¿Por qué no les llega a otros? No sabemos. Pero vive en obediencia para manifestar esa salvación y sigue creyendo por los demás para que también algún día sean iluminados y reciban el mismo regalo que tú has recibido. Cuando tú mantienes ese balance, entonces puedes vivir en la verdadera libertad que mereces.
Es importante tener seguridad de tu salvación para poder añadirle a esa salvación todo lo que dice la Biblia. Cuando tú estás seguro de tu salvación, eso produce gozo en tu vida. Estás amargado porque no crees que eres salvo. Estás enfocado en el problema, en la dificultad, y no te das cuenta de la maravilla que tienes en ti. Eres salvo por la gracia de Dios; tienes tu futuro asegurado en sus manos, y aún cuando te salgan las cosas mal, Pablo decía que todo obra para bien, no para los que creen, sino para los que aman a Cristo Jesús. Las cosas no te salen bien porque tengas fe; teniendo fe, hay cosas que te salen mal; pero si tú amas a Dios, todo obra para el bien de aquellos que hemos sido llamados conforme a su propósito.
Cuando vives en la consciencia de salvación, mantienes tu vida enfocada en el propósito eterno. La persona que no cree ser salva, vive como vive el mundo; pero los salvos nos mantenemos enfocados, sabiendo que hay algo más grande que todavía no hemos visto todo lo que Dios va a hacer contigo. Por lo tanto, no puedes desperdiciarlo.
Cuando tú tienes seguridad de tu salvación, tienes paz en tu vida, aún en medio de tribulaciones porque sabes que todo va a obrar para bien.
Cuando tienes consciencia de salvación se promueve en tu vida el poder o la pasión de la palabra de Dios y la obediencia. Cuando vives en salvación, quieres oír la palabra, quieres aprender más, mejorar tus pensamientos, tu mente, vivir esa vida correcta, te apasiona someterte y tener control y autoridad sobre tus pensamientos; quieres verte crecer, desarrollarte, ver progreso en todo lo que haces. Eso es lo que dice que tú tienes seguridad de salvación.