Estamos en un tiempo especial, divino, creyéndole a Dios por la salvación de tus hijos. Si todavía no nos has enviado sus nombres, oprime aquí y háznoslos llegar. Queremos orar contigo, creyendo que tú y tu casa han de servir al Señor.
“ Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.” Hechos 16:25-34
El apóstol le dice: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Esta palabra tiene acciones que este hombre hace. Al salir de la cárcel, este hombre se lleva a los apóstoles a su casa, por lo que ellos tuvieron la oportunidad de que la familia de aquel hombre escuchara la palabra de Dios. Este hombre recibe la salvación de su casa, no únicamente porque él se convierte, sino porque toma unas acciones que permiten que sus hijos conozcan la verdad del Evangelio. Debes orar de la manera correcta, pidiendo que Dios provoque en tus hijos y familiares la apertura necesaria para que ellos reciban el conocimiento de la verdad. Hay varias oraciones específicas que tú debes hacer:
Que el corazón de tus hijos sea sanado. La salvación llega a la vida de una persona cuando esta comienza a reflexionar y meditar, y permite sanidad en su corazón. Cuando este hombre presenció la apertura de la cárcel, lo primero que hizo fue temer por su vida; Pensó matarse para salvar a los suyos. Cuando vio que los apóstoles no se habían ido, esa acción de los apóstoles provoca que aquel hombre dijera: Quiero ser salvo. Él pudo ver que ellos no eran igual que cualquier persona. Y ahora, con sanidad de corazón, fue a su casa, habló con sus hijos, con su casa, creando la atmósfera para que ellos fueran sanos. Esto puede suceder también en tu casa. Muchas veces oramos, creemos, y vemos que nada sucede; Pero tú puedes tener la certeza de que algo va a tocar el corazón de tus hijos. No sabemos cómo, pero lo que tú has hecho no es en vano, el corazón de tus hijos será tocado por el poder de Dios, y van a venir al conocimiento de nuestro Señor.
Que llegue la luz del Evangelio. Hace falta que alguien les predique. Si alguien les predica, y ellos oyen, escuchan, algo va a ocurrir.
Que el Espíritu Santo toque sus vidas. Dice la Biblia que el Espíritu Santo es quien convence de pecado, de justicia y de juicio.
Y estas son las 3 cosas que estamos creyendo contigo.
Esta es la importancia de todo ministerio que predica la Palabra; Cuando lanzamos la palabra, no sabemos a quién va a llegar; Lo que sí sabemos es que va a llegar a alguien, y que va a llegar a tiempo.
Tú no puedes obligar a tus hijos a servirle al Señor, pero sí puedes crear el ambiente espiritual para que ellos reciban la Palabra y sus vidas sean transformadas. El carcelero recibió la salvación de su hogar porque, en primer lugar, él mismo tuvo una experiencia. Esta es la importancia de que no hables de manera negativa a tus hijos acerca de la iglesia; Que lo que escuchen de ti sea tu experiencia con Dios, una de libertad y salvación.
Además de creer por salvación, si tú estás esperando un milagro económico, si quieres ver un rompimiento en tus finanzas, tú tienes que entender que la Biblia nos demuestra que Jesús es la preciosa semilla; Él fue sembrado, y al tercer día resucitó, y todavía hoy sigue dando fruto. Créele a Dios, siembra tu semilla, y estaremos orando y creyendo junto a ti que algo va a ocurrir, algo Dios va a hacer. Mientras tú siembras tu semilla, multiplicación y aumento llegan a tu vida.